UNOS CALCETINES MIKE

No tienes comida,
no tienes cerveza, mira por la ventana,

compra una escopeta.

En la calle abundan los disturbios eléctricos,
mira por la ventana, en un lado de la calle
un hostelero de toda la vida se quema
los pezones con cera de vela,
en otro lado de la calle,
doce ratas hacen

la conga.

Todo se desmorona,
o todo encaja,
o qué se yo.

Escucha esa voz, ese hilo fino que hilvana esferas rojas
y azules más o menos equidistantes, escucha esa
voz que todo el mundo ignora y que ahora

se precipita ecológica.

Reconócelo, tu cerebro es un viejo colchón
en el trastero, una caja de cartón
en el suelo, una zapatilla rota,

unos calcetines Mike.

ESE JUSTIN

Voy a reparar
ese agujero en la carretera.

Y mientras pienso que voy a reparar
ese agujero en la carretera Justin
me mira lanzando mini lapos

desde su balcón.

Así, uno detrás de otro.
Así, como te lo digo.

Spit
Spit

Spit
Spit

Dale una ración de mimos urgente,
dale una ración urgente porque
cuando me mira fijamente
me pone nervioso.

Ese Justin.

JOYAS DE ZUCITOLA

Pobre Patxi, ayer se pasó
con el Zikiro, ayer
se pasó con

el vino.

Hoy Patxi está triste,
hoy Patxi observa cómo rozan la carretera

tres amapolas.

Una ráfaga de aire, una fragancia de lluvia
le recuerda cómo era de pequeño
y piensa que tampoco ha

cambiado tanto.

Patxi piensa en la emaciación del yo
y todo lo mezcla con

café molido.

Vale, hizo el ridículo, vale, se pasó con el Zikiro.
Vale, hizo el ridículo, vale, se pasó con el vino.

Pero que lo sepan.

A Patxi lo que más le gusta es
ponerse ciego de joyas

de Zucitola.

SIN RECLAMOS

Ella me da la vida.
Ella me roba la pasta.
Ella me abraza con la piernas.
Ella me baja los pantalones con los

ojos cerrados.

Ella me clava el mando a distancia.
Ella tiene agujetas y por eso le gustan los perros.
Ella me adoctrina y me lo da todo pero
en el fondo alucina con

los retrasos.

Y tiene fuego en las entrañas.
Y tiene controlado el turno de la droga.
Suena raro, un precio justo,
sin regateos, sin

reclamos.

VÁMONOS A CASA

Este sábado fiestuqui,
este sábado tardeo ochentero.

¿Qué?
¿No te animas?

Molan mucho esos arcos,
ha subido el volumen de la pista.

¿Mescuchas?

Soy un viejo por dentro desde que nací
pero es que chica, es que me lo paso chachi contigo,
y encima pensaba questabas bailando

conmigo.

Cuando te lo cuento se me pone la piel de gallina,
menuda puta mierda de tres horas,
pilla Jumpers y alguna chuche

y vámonos a casa.

TESPERO EN LA ZUMERÍA

No es la primera vez,
no es la primera vez que me dices

yo no creo en la religión.

Me lo dijiste cuando meabas
encima de una piedra plana en aquella
vendimia nocturna que organizaron tus vecinos.

Me lo dijiste bastante serio.

Yo no creo en la religión.

¿Y ahora yo cómo me quedo?

Te contesté.

Entonces pusiste cara de tonto, una cara de tonto
que iluminaba la luna, y tu sombra dormida,
y entonces agitaste tu cola

diminuta.

Mencanta esa cabecita que gira
sobre tus hombros,

me dijiste.

Tespero en la zumería,

te contesté.

FUEGO EN LA CHIMENEA

Imagino una lista
con todos los nombres,
imagino que yo estoy dentro
y de repente lo veo

todo claro.

Vale un euro y te deja la piel perfecta pero si
la consumición es de menos de cuarenta
no se aceptan billetes de cincuenta.

A ver cómo te lo explico.

Vivo como Sarah Jeanette Connor en los ochenta,
vivo como ella en Terminator,
vivo como ella en la

primera entrega.

Trabajo de camarera y tengo una compañera
de piso muy divertida que se pasa el día
entero cardando su pelo delante

del espejo.

Hoy he pensado salir a bailar a la discoteca
pero de pronto he decidido que prefiero
quedarme sola en casa con

la iguana.

Quién sabe, igual hago una hoguera,
trazas negras flotando en el aire,

fuego en la chimenea.