UNA ROZOCHKA RUSA

Empiezo el día bien.
Empiezo el día GENIAL.

Una tacita de té verde y una tostadita con mermelada.

Me siento en la mesa de la cocina
y observo la pared.

Mi vecino de pared taladra la pared.

Del otro lado parece tonto, no lo sé, no lo conozco.
Intento beber un trago de mi tacita de té pero al hacerlo
me
pego un
golpe en la encía
con el mango de la cucharilla.

Y de pronto el día se cruza.
Y de pronto pienso en ofrecer a mi vecino una rozochka rusa.

Una rozochka rusa es el cuello de una botella rota.

¡Zas!
¡Una rozochka rusa!
¡Así en todo el cuello! ¡A degüello!

CLOTILDE REFLEXÓLOGA

Clotilde Reflexóloga vive sola.
Su apellido despista.
Clotilde no se dedica a la reflexología.
Clotilde trabaja en una tienda de ropa de caballero.
Hace bien su trabajo.
Hace bien su trabajo a pesar de sus adicciones.
Los domingos se dedica a la pintura.
Ahora está pintando un cuadro al óleo en su salón.
El cuadro representa a dos esqueletos jugando al parchís.

En realidad no sabemos casi nada de Clotilde.

No sabemos nada de sus adicciones.
No sabemos nada de sus aficiones.
No sabemos a qué se dedica
ni tampoco dónde trabaja.

No sabemos su nombre.
No sabemos su apellido.

Clotilde no existe.

LOS MONOS

No volváis a confiar en mí
ni a darme una llave
de nada.

Un montón de monos han entrado por la ventana.

No volváis
a confiar en mí
ni a darme una llave de nada.

Esperad
a que mueran los monos.
Entonces empezaré a vivir desde cero.

Un sentido de mi vida habrá muerto con ellos.

Y seré de nuevo esa persona
de la que no se puede
confiar
ni dar una llave de
nada.