Un concierto puso fin a la entrañable serie Martin con la que ETB 1 compite con fuerza la extraña noche de los viernes. Extraña porque supone un cambio en el perfil del espectador. En muchos casos esta noche, en las casas donde hay niños, son ellos los dueños del mando y esta tendencia debería tener un reflejo en los contenidos que sólo algunos aplican. Telecinco, por una vez, parece pensar en esto y pone a esas horas Caiga quien caiga un programa para todas las edades cuya irreverencia tuvo su punto álgido en los años de Gobierno del PP y que ahora languidece semana a semana. Los de Caiga necesitan un meneo, alguna renovación que evite su crónica anunciada de muerte por pura autocomplacencia.
Esta semana hemos sido testigos de la contradictoria planificación laboral de TVE, que ha mandado a la prejubilación a José Ángel de la Casa. Seguramente el periodista más escuchado, ya que su voz, más que su imagen de pertinaz tristeza, ha acompañado las emisiones más exitosas de nuestra televisión. No es que su figura concitara grandes pasiones. Más bien era el médium necesario -para muchos prescindible- al que millones de espectadores soportaban por ver un partido de fútbol. Con él se van muchas retransmisiones soporíferas en las que apenas se realizaba una letanía de nombres que iban recibiendo el balón: Arconada, Gordillo, Butragueño. José Ángel de la Casa fue durante décadas el rey de las audiencias por esa manía tan habitual y extendida entre los espectadores de elegir el fútbol sobre el resto de programación. Emociona su despedida porque nos despedimos de nuestros recuerdos.
Los del Tomate han acuñado un nuevo género. Se trata de las imágenes en primicia del revolcón y quién sabe si el desfloramiento de Bea con su jefe. Como creadores de morbo no tienen límites.