Cara competencia

Tantas expectativas de fútbol barato pero, con el acuerdo entre Mediapro y Canal+, todo parece indicar que nos aguarda más de lo mismo. Hace un año se oía la posibilidad de que se pudiera comprar un partido por un euro y de eso nada de nada. Preparen alrededor de 11 si quieren no perdérselo y crucen los dedos para que el TDT sea compatible. Ya ven: de qué poco sirve para el consumidor la competencia. Algo que no se entiende y menos en estos tiempos de crisis. Pero claro, si algo da dinero, los grupos rivales se unen para exprimir hasta al última gota del éxito de este deporte. Lo que apenas tiene para exprimir es la Vuelta ciclista en este mes de septiembre. Y eso que la cita cuenta con un nivel de lujo. Queda la eterna duda de sí este es el mejor de los meses para que alcance todo el potencial, que el espectáculo del ciclismo alcanza, por ejemplo, en el Tour. La carrera cuentan con la aportación de Carlos de Andrés y Perico Delgado, una pareja que sobrevive sin más al declive de este deporte a pesar de los éxitos conseguidos en los últimas temporadas. Pero el ciclismo en televisión está tocado de muerte. Para empezar porque los ciclistas están bajo sospecha permanente y, luego, los patrocinadores han huido de este deporte. El ciclismo tiene un potencial televisivo importante, pero no siempre se puede alcanzar si se pierde la confianza en los protagonistas. Demasiados héroes que, en dos días, se han convertido en juguetes rotos. Frágiles pero también con una fortaleza a prueba de desengaños, como esos concursantes de la nueva edición de Fama ¡a bailar! Un programa que triunfa en positivo. Por un lado se trabajan a tope la instrucción. El público ve la mejoría y se identifica con el esfuerzo y no sólo en la manera de ser de cada concursante. Nada que ver con el hedonismo aberrante que desprende Gran Hermano por donde quiera que lo mires.

Captar el público

El domingo Antena 3 comenzó el curso con la reposición de extractos de capítulos antiguos de Doctor Mateo . Una copia sui generis de la añorada Doctor en Alaska . Y no lo digo en mal plan. QueDoctor en Alaska fue una gozada mientras duró (y fueron varias temporadas más las reposiciones) pero jamás tuvo el respaldo de la audiencia camuflada en la 2 de TVE y repuesta a altas horas de la madrugada. Gusta que Doctor Mateo parta como producto estrella porque indica ambición. Puede que el hecho de intentar atrapar todos los públicos, le haga perder en precisión, pero su variedad temática puede que alcance más registros. Esto que parece chapa técnica, en realidad responde a la pregunta que todos los que escribimos para el público nos hacemos: ¿a quién le estoy contando esta milonga? A uno, a un millar, a un millón. Y sirve, sobre todo, para no cometer el error de hablarse para uno mismo. El afán por controlar la pirámide de edad más amplia obliga a proposiciones que se podrían entender en cine, pero que resultan grotescas en televisión. Me refiero al planteamiento que la misma cadena hace con la futura 90-60-90 . Una serie cuya publicidad aviva el morbo insinuando la relación de un tipo de cuarenta y tantos con una cría de 16. Supongo que la campaña se basa en atrapar todo ese abanico que va de una a otra edad, más el que venga por arriba, es decir, los maduros y por abajo: los niños y adolescentes que, ya se sabe, son los dueños del mando en muchos hogares. Todas estas estrategias acaban fracasando de puro zafias. Tanto como la promoción del programa de Ana Rosa en Telecinco avisando que con Jiménez Losantos iban a fichar a Rosa Mª Calaf: aquella reportera que paseó sus mechas y su buen hacer periodístidístico por medio mundo. Una crack de TVE que prejubilaron de manera absurda y precipitada.