Preadolescentes

¿Recuerdan aquellos años en los que Canal+ emitía en abierto los prolegómenos de un partido de fútbol y luego, cuando el pitido inicial, codificaba, o lo que sea, la señal y te quedabas con un palmo de narices? Algo así ocurrió el pasado jueves cuando los comentaristas, incluido el relamido Valdano, hicieron todo tipo de presentaciones, dieron la última hora de los lesionados y nos pusieron al día de las alineaciones y toma: cuando va a empezar el partido les dicen que tururú. Que éste es mi campo y que aquí retransmiten el que a mí me de la gana. Puestos a recordar fue uno de esos momentos patéticos, tan fuerte como aquella negación que los servicios informativos dirigidos por Urdaci hicieron de la huelga general al Gobierno de Aznar. El caso es que alguien se pasó por el forro la ley de interés público en la que, alucinantemente, está incluido el fútbol. Los que también están incluidos en la ley de protección son los niños. Ayer se estrenó el fenómeno Hich School Musical 2, Un ejemplo de que a Disney no le hace falta mucho para seguir atrapando la atención de nuestros chavales. La temporada pasada lo consiguió y eso que se emitía en un canal de pago. Este año los de Cuatro han apostado a ganador y estamos ante la gran revelación del año. El fenómeno despertado por esta serie pone de manifiesto la carencia casi total de programación para el público digamos preadolescente. A los pequeños se les despacha con una canción a la cama y los críos algo mayores es como si no existieran. La tele se hace para adultos y al público infantil se le obliga a que comulgue con sus ruedas de molino: humor, drama o bazofia tipo Gran Hermano . Ahora llega el rodillo Disney y nuestros chavales se rinden directamente. Además de una cuestión de calidad existe otra más básica y simple: los del ratón orejudo no tienen ninguna competencia.

Sin descansos

Con tanta modernidad resulta que el mando a distancia se ha convertido en un verdadero laberinto. Lo que antes era apretar un número cualquiera, ahora es toda una colección de chismes que acaban con la paciencia de cualquiera. Que si el vídeo, el dvd, el mando propiamente de la tele y, si quieres ver fútbol, pues ya se sabe: hay que hacerse con el aparato también con mando del Canal + y el mando de la TDT para coger La Sexta y ver el partido que den gratis. Bueno verlo o no, porque los aficionados al fútbol andan esperando cómo acaba la guerra soterrada para la retransmisión del fútbol para ver qué mando tiran a la basura. Al parecer hay dos maneras legalmente diferentes de tener derecho a emitir un partido de fútbol y otras dos maneras de impedirlo no dejando pasar a determinadas cámaras de televisión y deshaciéndote de todos los mandos. Pero esto cada día es más difícil. El tratamiento promocional que todas las cadenas hacen del balompié lo convierten en una versión moderna de los métodos nazis de propaganda. Como en la máxima de Goebbels: «una mentira repetida mil veces acaba convirtiéndose en verdad», con la repetición machacona de las promociones futbolísticas están imponiendo que el fútbol interese a todo el mundo. Espectadores que no entendían, ni les preocupaba, han llegado a la conclusión de que serán socialmente mejor aceptados si responden a la preguntas de tanta enjundia como si Raúl del Madrid está acabado o Messi del Barcelona es el nuevo Maradona. La afición al fútbol en este país se está consiguiendo por métodos pseudofascistas de comunicación o, si lo prefieren, por el artículo 33: te guste o no te guste. Hoy tocaba hablar del programa de Gran Wyoming que le llaman El intermedio cuando en realidad quieren decir el descanso: el que dan en tv para seguir hablando de fútbol.

No dicen la verdad

Hay programas que se montan con nocturnidad y se desmontan con alevosía. Son tan manipulables que se recogen sin que nadie se entere y se plantan en la programación como si no se hubieran ido nunca. Los de Telecinco se han calzado TNT y el polígrafo dice que mienten. Mienten porque hace un año hicieron lo mismo y a los pocos meses decidieron recuperarlo. Al parecer, este tipo de programa tipo tienda de campaña, lo mismo los ponen en el jardín de las cinco de la tarde con el rumor de niños merendando y jugando a su alrededor, que los anclan en la escarpada pared del precipicio oscuro de la madrugada donde todo está permitido. TNT ha intentado decididamente la telebasura. Lo ha hecho con todos los argumentos posibles y con espacios trampas como el polígrafo. Puro desperdicio fueron secciones como aquella en la que el colaborador Torito, desnudaba a Malena Gracia y Sonia Arenas ante las risitas de los tertulianos o, justo antes de que lo echaran, haciendo el paripé de que una chica le lanzaba su lluvia dorada , para no iniciados: un conocido número erótico, que dejó estupefacto a medio país. El escándalo hizo que despidieran al colaborador y TNT siguió como si nada con el resto de su pornografía informativa habitual. Ya ven que Cinismo Sin Fronteras sería la ONG con más éxito si decidieran abrir una sucursal en televisión. Mandaron a Torito al paro por sobrao y ellos, entre los que se encuentra la presentadora Yolanda Flores, continuaron con sus pasadas dos veces por semana, como si con ellos no fuera la cosa. Y es que si alguien tendría que rendir cuentas delante de un polígrafo, estos serían los que controlan la programación. Cuando dicen que retiran un programa no hace falta tener un polígrafo a mano para saber que casi nunca dicen la verdad.

Luces y tinieblas

Si hubiera posibilidad de denunciar la violencia que se ejerce sobre algunos medios se podría afirmar sin tapujos que La 2 de TVE es una cadena históricamente maltratada. Tanto es así que lo que extraña no es que su audiencia haya bajado hasta el ridículo 5% actual, si no que esta cadena exista. La 2 ha sido utilizada como trampolín para multitud de saltimbanquis televisivos, entre otros los que actualmente dirigen los informativos de La Primera. También se ha utilizado como cajón de sastre donde meter caprichos personales como ocurre ahora con el despliegue exagerado de la información hípica. Lo último que se les ha ocurrido es retrasar todavía más el Telediario de la noche y darle un toque como más alternativo. El resultado es tan ambiguo como los contenidos que aparecen. Uno no sabe si le van a dar una noticia o le van a ofrecer un recital de heavy metal, un recital de poesía o la primicia de que, el mayordomo de Lady Di practica el submarinismo y milita en Greenpeace. Vamos que cada día se ve más claro que a esta cadena le quedan, nunca mejor anunciado, diez telediarios antes de que decidan calzársela o venderla a uno de esos emporios informativos que compran televisiones a cambio de favores propaganda política camuflada de información.

Ha vuelto Cuéntame y ya estamos en 1975. La vida en esta serie pasa algo más rápida que la parte histórica que recrea. Menudo año el 75, con la muerte de Franco como colofón a 40 años de atrocidades. Los que no terminan de envejecer son sus protagonistas, los Alcántara: Imanol Arias, Ana Duato abuelos y cada día más jóvenes; y no digamos la abuela, doña Herminia, interpretada por la gran María Galiana, que en estos ocho años ha rejuvenecido 15. Y hasta se nos ha echado novio. La serie recoge el rejuvenecimiento general que dio paso a cuatro décadas de tinieblas.

La tele es juego

Es posible que a los críticos se nos acabe el amor por la tele de no usarlo nunca pero es que hay datos demoledores para quien tiene alguna expectativa en este medio. Por ejemplo, que el gran éxito de la mañana lo consiga la ruleta de Jorge Fernández. Datos como éste echan por tierra cualquier reflexión. Nos alegramos por Jorge pero que el 30% del personal que ve la tele a esas horas lo pase mirando cómo gira la ruleta sólo tiene explicación si la ruleta acaba hipnotizando al espectador o, quién sabe, quizás la hipnosis la produzca el suave contoneo del presentador, que para eso fue míster.

Porque parece claro que la tele está muy relacionada con el juego: la mayor parte de los entrevistados son el sota, caballo y rey de la baraja. Unos tiran de oros con toreros, folclóricas, condesas y alcaldes corruptos; otros van de copas con jugadores de fútbol, modelos, personajes de la tele y cantantes. Luego están los bastos, que son aquellos personajes a los que hemos visto nacer delante de las cámaras en programas de televisión tipo Gran Hermano, La casa de tu vida, Operación Triunfo, Supermodelo y que apuestan su vida a la carta que les ha tocado. Bueno, y queda el palo de espadas, que es el que últimamente utilizan todas las cadenas para promocionar sus estrenos, hacerle una entrevista en otro programa de la casa. Con este palo y con esta manía están convirtiendo la entrevista televisiva en un género vinculado totalmente a las autopromociones. Veremos qué ocurre en la campaña electoral. Si se siguen el estilo de Aznar de no dar ni agua a la oposición o los socialistas sacan para jugarse las elecciones las cartas del póquer, que tienen más palos y afrontan, por fin, una campaña en la que la televisión se convierta en un medio de comunicación al servicio de los ciudadanos.

La tele sigue igual

El de La familia mata fue uno de los estrenos que convirtieron la jornada de ayer lunes, 17 de septiembre, en el gran pistoletazo de salida de la programación o del curso académico televisivo. Además de con esta ficción que presentó Antena 3, el curso televisivo quedó inaugurado con la presencia de sus graciosas majestades Buenafuente y Anne Igartiburu incorporándose, por fin, al duro trabajo delprime time y de la noche. De Buenafuente conocíamos esa parte desvelada ya de sus casting de preparación, en los que ya anticipaba que su programa intentará al final del día el espectáculo total a través del humor. De Mira quien baila se puede hablar como la única apuesta que TVE posee en su descenso en picado e irreversible hacia el tercer puesto y más allá. La interpretación de Serafín Zubiri hará que en poco tiempo se convierta en la nueva estrella del programa. Tiempo al tiempo.

De lo que sí podemos hablar, porque ya llevan un tiempo, es de la extraña coincidencia que ha hecho que dos almas gemelas, Pocholo y Hugo Gatti, encuentren cobijo en la programación televisiva. Por un lado, el extraño peregrinaje de Pocholo como conductor de caravanas gintónic en mano y, del otro, la aparición estelar del ex portero argentino Hugo Gatti en el programa Club de fútbol . Con este programa, la sonrisa triste y postiza de Josep Pedrerol intenta recuperar el éxito del clásico Estudio estadio, al que sucesivos presentadores, entre los que destacan Iñaki Cano y Quique Guash, fueron matando temporada tras temporada hasta bajarlo a la última categoría en la que se encuentra. Gatti, Pocholo en el nuevo circo televisivo, y Milikito de portero. A la televisión le pasa como al gran Txomin de Mi querido Klikowsky, parece que cambia mucho pero, en el fondo, sigue igual que siempre.

Gran coñazo

Después de ocho ediciones de Gran Hermano, dicen que quieren innovar para seguir otros tantos años con el circo. Por eso eligieron a una concursante al azar y ésta ha salido escopeteada de ese infierno a la vista de todos. Están preparando tantas novedades (africano desesperado, travesti camuflado, dos gemelas que constan como una) que todo parece un homenaje permanente al día de los inocentes. La seguridad que demuestra la presentadora del evento es demoledora. Mercedes Milá está tan crecida, habla con tal autoridad a todo el mundo, que la gente le está cogiendo miedo. Que reconozca que los participantes de la anterior edición no le caían bien, cuando el año pasado se deshacía en guiños buscando el coleguismo y el buen rollo con ellos, habla por sí solo. Pero la falsedad de la presentadora forma parte de la gran mentira sobre la que gira este programa. Los concursantes saben que el engaño y el doble juego les ayudarán a mantenerse más tiempo y que, por tanto, les ofrecen mayores posibilidades de ganar. La organización, celosa de su protagonismo y consciente de que ganan los que mejor manipulan, ha decidido manejarlo todo ella sola.

Los que no saben manejar nada de nada, salvo sus puestos, son los responsables y jugadores de la selección de fútbol. La coincidencia de estos partidos de clasificación con la rotunda actuación de la selección de baloncesto deja bastante claro que el fútbol en nuestro país está tan supervalorado frente al resto de los deportes que da vergüenza. Viendo la pachanga que jugaron en un partido vital para la clasificación y la rabieta del entrenador después del partido, lo que no se explica es cómo la audiencia del fútbol pudo ser mayor a la del partidazo de baloncesto frente a Alemania. Una vez más, queda claro que las audiencias entienden poco de deporte y mucho menos de televisión.

Cóctel Madeleine

CUANDO uno se encuentra en TV con el conocido como caso Madeleine, la niña desaparecida en el Algarve portugués, queda claro que se trata de un caso duro de pelar. Parece que estuviéramos ante un caso sofisticado a la altura de los más minuciosos guiones de CSI y que sólo una investigación de este pelo daría con los verdaderos culpables. Como en la serie, nada es lo que parece, y lo que parece da miedo sólo pensarlo. La misma suerte corrió poco antes Yeremi, un niño canario de siete años que 15 días antes había desaparecido de un descampado. Tras la búsqueda mediática inicial los medios abandonaron la isla para centrarse en las pesquisas de la niña inglesa, demostrando una vez más que hay secuestros de primera, de segunda e incluso que hay secuestros que apenas pasen dos semanas se les da por olvidados. Pero volviendo a Madeleine McCann, no se aprecian grandes diferencias entre las pruebas de este caso y las que supuestamente iban a aparecer en el caso de Lady Di. Los rumores mediáticos dieron paso a una versión oficial que nadie se creyó pero que, pasado el tiempo, a nadie importa, porque cada uno tiene su propia teoría. El caso de esta niña está siendo tan explotado televisivamente en la realidad que cuando los productores televisivos lo quieran recrear en la ficción, el tema no va a tener ningún hilo argumental desconocido. Desde el primer día los medios apostaron por Madeleine para hacer de ella una gran protagonista a nivel mundial; supongo que el caso, además de escalofriante, poseía los ingredientes suficientes para crear un cóctel televisivo infalible: niña inglesa, mucho morbo, unas gotas de glamour, cierto toque religioso. Cuanto más lo agitan más pega en la cabeza del espectador y, claro, es tan fácil de beber que lo puede consumir cualquiera y a cualquier hora del día. ¡Parece todo tan miserablemente inofensivo!

Marcadas a fuego

Una de las imágenes que sin dudar borraría de la memoria es el ataque de aquellos aviones a las Torres Gemelas de Nueva York. Un día como hoy, cuando aquí nos disponíamos a comer, nos lo encontramos en directo en pleno informativo. La imagen fija de las torres, una de ellas humeante, sin que nadie supiera todavía lo ocurrido y en tiempo real, en vivo, en directo, la humanidad fue testigo de aquella atrocidad. Ése sería el momento televisivo para desterrar de la memoria, como uno intenta cuando se despierta de una pesadilla y se da cuenta con alivio de que todo era un sueño. Seguramente eliminaríamos aquellas imágenes demoledoras de los trenes en Madrid en las que, allí sí, los heridos cobraban un protagonismo directo, tan real que daba miedo presenciarlas, oír sus lamentos, ser testigos indiscretos de su fatalidad. Las imágenes posteriores a los bombazos de Atocha hicieron que nadie nos tuviera que explicar, como las elipsis del cine, la tragedia que nunca vimos pero intuimos claramente en el metro de Londres; por no hablar de todas esas otras que nos han sacudido aquí mismo, en las calles de cualquiera de nuestras ciudades y que luego vimos por televisión. Una de las características del hombre moderno es que ha visto morir y sufrir a tanta gente, que ha creado un escudo que le protege de esas tragedias diarias que nos acompañan cada día, cuando, a través de la televisión, se asoma para ver lo qué ha sucedido por el mundo. Poco a poco, las imágenes que hoy veremos sobre aquellos atentados de Nueva York se van haciendo viejas; como antes sucedió con las imágenes de la Guerra Civil, la Segunda Guerra Mundial, los atentados de Hipercor en Zaragoza o las fosas comunes en Kosovo. Lo vimos muy claro a través de la ventana de la televisión y hoy, nos guste o no, llevamos marcadas a fuego esas experiencias.

¿A lo bonzo?

ESTA semana los espectadores nos quedamos estupefactos por las tremendas imágenes de un emigrante que primero citó a los medios y a sus cámaras, y luego se prendió fuego a lo bonzo. Si juzgamos la continua reposición de esas imágenes, tendremos que aceptar que pese a que el hombre se debate entre la vida y la muerte, la convocatoria y lo sucedido posteriormente tuvo un éxito absoluto. Pero de nuevo hay que dar un toque de atención. De un tiempo a esta parte, los informativos de televisión se quedaban con las imágenes truculentas. De alguna manera, se autorregulaban y protegían así la sensibilidad de muchos espectadores a los que las imágenes violentas les pueden dejar huella. Porque a las tres de la tarde y en vacaciones, hay toda una población infantil a la que esas imágenes no le aportan gran cosa. Más bien la de confundir realidad y ficción y que lancen preguntas como: «¿Por qué se quema ese señor?» Que no hay dios que responda a algo así. A partir de esta semana, Ramón García podrá incorporar a su guión qué es eso del suicidio a lo bonzo, porque buena parte de los niños de este país han sido testigos en directo de uno. Y ya yendo al programa ¿Sabes más que un niño de primaria? la pregunta se quedará en afirmación: «Sabes más que un niño de primaria», como halago; porque no es normal que estas criaturas hablen con ese desparpajo y no fallen ni una: así les pregunten la velocidad de la luz, a qué especie pertenecen los chinches o cuántas sonatas dejó inconclusas Beethoven. En el fondo, a este programa le quedan dos telediarios porque, a pesar de que el presentador está más comedido y sin sus habituales sobreactuaciones, no tiene otro remedio que ponerse de parte de los concursantes como víctimas de esos niños tan listos, tan listos que ya aburren.