Juguetes rotos

HAY algo quebradizo en las forzadas imágenes de la boda de Belén Esteban que Antena 3 emitió con el despliegue de la boda del siglo. Algo de objeto frágil que va de mano en mano. A cada momento parece inminente que se les cae y se rompe. La boda de esta chica les sirvió en su propósito de coger carrerilla y salir triunfantes. Todo valía con tal de sacar un puñado de puntos a la competencia. Este tipo de televisión que utiliza a los seres humanos como si fueran juguetes rotos resulta patética. El montaje de la boda recuerda más a los ultrajes de los niños despiadados al tonto del pueblo que a otra cosa. Si cada año hubiera que puntuar a las cadenas para ver si se han ganado su derecho público a emitir televisión, con este reportaje Antena 3 hubiera perdido cualquier opción a seguir haciéndolo. Pero no parece importarles cruzar la línea de lo razonable, sobre todo estos días en los que ven cómo el fútbol polariza la atención hacia Cuatro. Una situación que algunas cadenas llevan muy mal. Retiran programas habituales, contraprograman sin ningún aviso en horas que antes nunca lo habían hecho. Vamos, una locura, sobre todo para esa hermosa minoría que se acerca a la hora del partido de la selección y busca un programa que no tenga que ver con el fútbol. Ya ven que, de una u otra manera, la Eurocopa es una interferencia tan poderosa que la mejor noticia televisiva es que por fin se acaba esta noche. Suponemos que el final apoteósico batirá un nuevo récord como programa más visto. Claro que la borrachera futbolística da paso a la disipada programación veraniega, en la que uno nunca sabe con qué se va a encontrar. Es tanta la indefinición de esos programas veraniegos que acaban siempre haciendo buenos a los que sustituyen. Algo me dice que tras la Esteban, este verano van a sacar a todos los juguetes rotos para hacer con ellos patética televisión.

Eurocopa para todos

Esta fase de la Eurocopa me ha pillado en el Mediterráneo, ya saben, ese crisol maravilloso de culturas y pueblos. Aquí se puede comprobar que el lenguaje de los goles se canta por igual en cualquier idioma: con los mismos saltitos ridículos y esa desproporcionada reacción a la acción de que la pelota toque la red. El gol comienza a ser el gesto más universal de nuestra civilización como para los romanos lo fuera el pulgar hacia abajo con el que se podía pasar a cuchillo al gladiador que había perdido el combate.

Da igual que la pelota la meta un ruso como el otro día Andrei Arshavin hizo saltar de alegría a los huéspedes rusos del hotel, como el domingo hizo gritar del mismo modo la transformación del decisivo penalti tirado por Cesc Fábregas. Claro que en todo este nuevo universo que se está creando en torno al fútbol hay demasiados fantasmas que convendría alejar antes de que sea demasiado tarde y se convierta en un espectáculo atroz.

Para empezar, porque es un deporte donde las mafias están encontrando muchas facilidades como tapaderas legales de negocios, la verdad, bastante turbios. Otra de las cosas para cambiar con bastante urgencia es el espectáculo anterior a los partidos, son esas escenas en las que la gente aparentemente normal se transforma y abraza sin tapujos simbologías radicales con cierta tendencia hacia la violencia. Buena prueba de que el fútbol es un universo en sí mismo son las consolas de videojuegos. Espacios virtuales donde se recrea la realidad hasta sus últimas consecuencias.

Lo último en sumarse a la fidelidad del natural es la comercialización de los espacios publicitarios. Si hasta ahora lo importante eran los avances de los jugadores por el campo, hoy con la publicidad uno tiene la impresión de que por fin está en el mundo real.

Todo menos libre

Ocurre a menudo que la gente te habla de ciertos concursantes de Gran Hermano o de OT que se hacen populares incluso entre quienes no ven el programa. Qué les voy a decir de los niños. Esas esponjas son capaces de visualizar cualquier programa sólo a través de los comentarios que realizan sus compañeros. Ocurrió con el Pressingcatch . El programa que Cuatro pone a las 13.30 sábados y domingos. Es decir: comidas y fin de semana. Momentos en los que los padres serían capaces de hacerse el haraquiri con tal de que sus retoños coman y no den la brasa. Pues eso, el éxito de esta horterada camuflada de combate arrasó y ha servido de ejemplo para que otras cadenas cierren los ojos se tapen la nariz y hala, Pressingcatch para todos. La última en incorporarse al carro del fraude de los combates simulados fue ayer Antena 3. Como defensa para poder emitirlos, las cadenas, a las que se unirá La Sexta en el mes de julio, argumentan que ya se advierte al comienzo del programa de que no se deben repetir las llaves y que, además, es para mayores de 13 años. Con esos mismos argumentos podrían echar pornografía dura, asesinatos reales y todos los espectáculos más monstruosos a cualquier hora del día. No tengo nada en contra de este show para descerebrados que es el Pressingcatch, pero los datos hablan de que el segmento de edad que más los sigue son los niños entre los 4 y los 12 años. Todo un acierto. Frecuentemente, los informativos de televisión aprovechan para sacar vídeos -que definen como ofensivos- en los que adolescentes maltratan a alguien y luego lo cuelgan en el anonimato relativo que permite YouTube. Pura hipocresía. Si hay algo indigno es dar cobertura legal al alcance de los niños a esta bazofia patética que golpea el rostro del sentido común. Una ostia que se expande por todas las cadenas.

Parece que fue ayer

El espacio Pásalo de ETB 2 ha llegado a su programa mil y parece que fue ayer. Fue ayer cuando esta cadena decidió sacudirse la manía de dar por sentado que la gente sólo quería cotilleo. Es posible que en el refugio del hogar a uno le entren las ganas como de observar el mundo y, de paso, se nos vaya el mando a la búsqueda de esos canales donde sistemáticamente husmean entre la basura de la vida privada. Puede ser que si no hay nada mejor uno se quede ahí esperando que abran la bolsa y muestren todas las intimidades por muy repugnantes que sean. Pásalo ha demostrado que también es posible hacer periodismo añadiendo a la noticia ese ingrediente peculiar que aporta cada colaborador con su opinión. Este complemento es lo que les distingue de otros informativos que pasean por la realidad como si les diera miedo tocarla. Así que hay que felicitarles porque han demostrado, una y mil veces, que hay razones para pensar que otras maneras de hacer televisión son posibles y necesarias.

También la ternura es un planteamiento televisivo que ofrece tan buenos resultados como la mala leche. Fíjense si no en la nueva versión americana de Betty que Cuatro anuncia a bombo y platillo junto con la futura retransmisión de los encierros de los Sanfermines, y ante la cual la crítica se ha rendido. A la americana sólo le ven las bondades de su mayor producción y realización, cuando siempre ocultaron los atractivos de Yo soy Bea . La crítica también puede ser un preocupante ejercicio de injusticia si quien la realiza utiliza diferentes raseros. En esta carrera vertiginosa; llena de obstáculos y donde tan importante es el fondo, que es el mundo de la televisión, llegar a 5 millones de espectadores o forjar mil programas es algo grande. Algo que sólo se puede conseguir con el trabajo bien hecho. Felicidades, a quien le corresponda.

Gran minúscula

Ya están poniendo en marcha la décima edición de Gran Hermano y parece que estará de nuevo la Mercedes Milá. Más de lo mismo. Aquel pelotazo que empezó en el esperanzador año 2000 ha conseguido repetirse con éxito destacado durante 10 temporadas. John de Mol, que es su adinerado creador, no se conforma con haber ideado el éxito televisivo de la década. Ahora, según leo en Vertele , busca el nuevo hit televisivo en Internet. A través de una web quiere recoger todas aquellas ideas que le puedan aportar los aficionados a la tele que, además, tengan algo que decir. Hace bien en fiarse del público. Si De Mol preguntara a los críticos, seguramente le hubiéramos disuadido de seguir adelante con Gran Hermano y, sin embargo, ahí sigue el engendro, vivito y coleando. Y es que, al contrario de lo razonable, a algunos no nos entra que el triunfo lo consiguen quienes tocan la tecla de la sensibilidad más popular. Vamos, que si TVE hubiera pagado a un grupo de vecinos, el pastón que se gastó en su Comité de Sabios pues hubiera acertado de pleno. Aquellos gurús hablaron y debatieron durante meses sobre el sexo en TVE para luego encuadernar todos los sesudos diagnósticos y archivarlos a la espera de usarlos en las predecibles goteras de la torre madrileña del pirulí, cada día más desvencijada. Ahora, como novedad, nos vienen con el cambio de logotipo. Pasan de la recta mayestática de TVE, a las sinuosas minúsculas de tve, supuestamente más populares. Desde luego, después de cinco años si algo han demostrado estos directivos del Ente es que no serán ellos quienes lideren el cambio real en este organismo ni en la televisión del futuro. ¿Se imaginan que después de miles de sugerencias en su página web John de Mol presentara como novedad gran hermano pero en minúsculas? Pues eso: hay cambios con los que nada se mueve.

Danza y pelota

Hoy ETB 1 nos acerca uno de los espectáculos deportivos más importantes del año. La final del Campeonato Manomanista coincide con ese otro gigante que es la Eurocopa, cuyo seguimiento a lo largo y ancho del mundo es unánime. Al parecer, el secreto para que el partido se siga con interés es hacerse de un equipo y empujar el balón desde el salón de casa. Para los que no tengan un claro favorito entre Barriola y Bengoetxea les propongo una decisión semejante a la que toman los apostantes de los frontones, hacerse rojo o azul. Esta tarde en el mítico Atano III las cámaras nos harán testigos excepcionales de una final que poco le tiene que envidiar a los partidos de la Eurocopa, salvo que seremos testigos excepcionales. Y eso que la pelota va ganando espectadores jóvenes gracias, entre otras cosas, a que ahí ha estado la televisión. Aunque si por la tele fuera estaríamos últimamente todos bailando. Ayer TVE volvió al ataque con sus programa ¡Quiero bailar! , un nuevo formato de baile conducido por la joven perla televisiva: Josep Lobató. Un concurso exhibición en el que 16 participantes tuvieron que clavar su coreografía para ir superando las sucesiva cribas. Al parecer, TVE no quiere perder la iniciativa en hacer de la afición a la danza una manera de entender la televisión y no han encontrado mejor manera que arrebatarle la iniciativa y el presentador a Cuatro. Ahora que se acerca el verano y las verbenas, los espectadores tendremos mucho donde escoger a la hora de copiar pasos y estar a la altura de las circunstancias para ser los amos de las pistas, de las plazas y de los frontones, que también a aquí se traslada la música cuando la lluvia aparece. Mientras llega la hora del partidazo entre los pelotaris de Leiza y como no me atrevo a decantarme, cien a uno si Josean Tolosa nos cuenta un chiste en la retransmisión. ¿Quién acepta la apuesta?

Podemos

Como siempre que se habla de fútbol hay mucha exageración en esta Eurocopa. Para empezar por las diferentes versiones que al cabo del día utilizan el socorrido: Podemos , eslogan con el que Cuatro se quiere sumar al carro de la buena suerte que tantas veces se le ha atribuido a la familia real y que ayer vimos dando saltitos en el palco VIP. El podemos indica muchas dudas tanto a nivel deportivo por las posibilidades de la selección, pero también señala cierta incertidumbre sobre la capacidad de la cadena para hacerlo. Como era de esperar la realización austriaca está siendo perfecta. Una bella sencillez que se basa en planos generales en los que uno puede seguir el partido entero sin entrar en los gustos personales del primer plano que tanto se estila por estos lares y en los que en el mejor de los casos el espectador se puede llevar un escupitajo. Pero hay datos que indican que el podemos se puede referir a hacerlo mal. Cuando vemos que el nivel de los comentarios del narrador principal, Carlos Martínez, se basan más en sus gritos que en su correcta apreciación de las jugadas. Es cierto que el fútbol es un tema al que una gran parte de la audiencia de TV le da mucha importancia, pero también es cierto que no todo un país gira en torno al habitual papel de perdedores que los jugadores de la selección representan. Cuatro quiere sacar petróleo de la Eurocopa pero su apuesta es frágil y basada en la presunta rivalidad entre sus presentadores estrella Manu Carreño y Manolo Lama a los que la información se les desvanece entre una sucesión de chistes fáciles y el ritmo que, más que frenético, parece urdido para ganar un concurso de locuacidad. Vale: podemos ganar la Eurocopa y los de Cuatro pueden hacerlo mejor. Pero, por favor, que lo hagan sin sacarnos de nuestrascasillas . No ven; si es que todo se pega.

Bea, al desnudo

Ver a Emma García fuera del polígrafo público es una suerte de recuperación reconfortante. No es que Mujeres y hombres y viceversa, el nuevo programa que presenta por las tardes sea para echar cohetes, pero por lo menos el espectador no siente esa presión constante de sentir vergüenza ajena en las preguntas y respuestas comprometidas. Se trata de un reality pensado en que el mundo está lleno de Antonias Dell’ate y condes Lecquio. Para empezar porque, por lo visto ayer, los concursantes podrían haberse conocido en el gimnasio. Un desfile de tías y tíos buenos pero, además, preparados. Supongo que pensando en alegrar el ojo a los jubilados que a esas horas dormitan con la tele encendida. Y es que pocos se creen que estas personas que aparecen en este programa busquen su alma gemela, más bien se les nota que darían cualquier cosa por trabajar en televisión así tengan que vender su alma al diablo de las cámaras. Para empezar no tiene sentido el capricho de que para participar uno tiene que tener una edad comprendida entre los 25 y 40 años. Eliminan sin mayor explicación a los jóvenes a los maduros y a los viejos convirtiendo lo que podría ser una muestra social en una excusa para mostrar modelos.

Hay fórmulas que siempre funcionan porque son dramáticas y a las que todo se permite porque se huele el subidón del final feliz. Yo soy Bea es uno de esos culebrones que llevaba 470 capítulos estirando hasta la desesperación el argumento inicial. Los espectadores podían perderse un trimestre y engancharse con la historia sin problemas en cuanto se lo proponían. El domingo, a la tal Bea le fueron quitando las cejas, las gafas de pasta negra, el aparato de dientes y le soltaron la coleta. Resultado: ocho millones de espectadores. Para enseñar tan poco ha sido el striptease más visto de la historia de la TV.

Menuda faena

SE acerca el verano. Época de desbandada de famosos echando la persiana y largándose en busca de los paraísos que aguardan a sus contratos millonarios. Algunos lo de cerrar se lo empiezan a pensar porque nunca se sabe si a la vuelta el público habrá cambiado y ya nada será lo mismo. Buenafuente va a hacer una mix. Se va de vacilones todo el verano pero deja a Berto al frente de la barraca. La verdad es que Buenafuente se está convirtiendo en un especialista del estar sin estar; de que lo represente alguno de sus otros yoes: El Neng, Chikilicuatre y ahora Berto. A otro que el yo le juega una mala pasada es José Tomás, ese torero que se niega a que retransmitan sus, digamos, faenas por televisión. La contradicción para quien no quiere salir en televisión, es que sacaran la noticia de su triunfo en todos los informativos de todas las cadenas junto con imágenes de esa costumbre hortera de sacarlos a hombros por la puerta grande. Su toreo así cobra una dimensión de exclusividad que ha hecho que se pagaran 7.000 euros por una entrada. Cifra escandalosa en tiempos de crisis. No es que me parezca mal que José Tomás no se deje grabar, sobre todo teniendo en cuenta que hace tiempo que este negocio de los toros había caído en las redes de la taquilla y de las teles de pago, lo que no se termina de entender es cómo se le puede permitir este capricho saltándose a la torera el posible interés público que despiertan sus, digamos, corridas. Como en la Edad Media, los aficionados humildes al toreo valiente y templado de José Tomás tendrán que conformarse del boca a oreja; creerse los comentarios de quienes afirmen que fueron testigos y completarse la película con esos tres planos que han permitido sacar en los informativos. Aunque no sé qué me da que esa digamos faena estará colgada muy pronto en esa televisión de los milagros llamada Youtube.

Otra del Oeste

La programación de western a media tarde es una idea que está cuajando. ETB 2 con su Cine western y Canal 9 con Cine de l’Óest triunfan con esta receta y alcanzan una audiencia que algunos días supera el 20%. Pero se nota como que este éxito tiene algo de contradictorio por lo que tiene de relleno. Porque reponer cine puede ser recurrente, pero es una manera de no apostar por la programación televisiva y, además, estamos ante un producto que no es novedoso. Para lo bueno y para lo malo, el cine en televisión tiene algo que ver con el reciclaje. Algo que ayuda al sostenimiento del equilibrio del planeta televisión pero indica que no se sabe, o no se puede, crear nuevos formatos. Se puede afirmar visto lo visto que la reposición de cine contribuye a la reducción de la emisión de basura por las ondas. El cine no ayuda a que la televisión encuentre su propio lenguaje, pero sí a que los programas basura no lleguen a determinados horarios y cierto público infantil y de la tercera edad, como es el caso. La reposición de Duelo en la sierra (ETB 2) o Los indestructibles (Canal 9) fue un duelo a muerte el pasado martes frente a El diario de Patricia o Gente . Fuego de colt 45 contra esos dos ejemplos de programas televisivos capaces de contaminar irreversiblemente la audiencia. El cine viene al rescate de unos espectadores atrapados en sus hogares por diversos motivos y que, tarde o temprano, acabarían cayendo en las redes de la telebasura. Por un lado, de las impúdicas confidencias en público que exige Patricia y del otro, en la lotería de crímenes y sucesos violentos que relata con luctuosa frialdad Raquel Martínez en Gente, que tiene como estilo y objetivo la imitación hasta la saciedad de su antecesora, Sonia Ferrer, para que nadie note que, efectivamente, ya se ha ido. De estos duelos vespertinos, desde luego, no saldrá la televisión del futuro.