Como un niño
al que le obligan a cortarse el pelo
y llora, y llora, y llora.
Y cuando llora
los pelos cortados se mezclan
con sus lágrimas, y se le meten en los ojos
y en la boca, y se le extienden
por toda la
cara.
Bajan
flotando
como ramas de árbol,
como troncos finos por una cascada.
Qué tristeza.
Así lloro yo ahora.