Se chocaba de frente, giró el volante
hacia la izquierda y tiró del freno
de mano.
Pudo lavarse los dientes tumbado
en la cama mirando el
techo,
pudo palmarla montado
en su flamenco,
pudo llegar vivo a la casa de inabonos
y observar las calles impregnadas
de magnesio y las fundas grises
de los coches pero
no hizo nada.