LA RAZÓN

Buscando lubricante con olor a
cerezas en el árbol
encontramos

una multa impregnada de lluvia.

La tripas vulnerables de los peces flotaban
en los charcos y cuatro botes de champú
esperaban ser derramados

en el suelo de la calle.

No dijimos nada más en toda la tarde,
cruzamos el río con desgana

y abrimos cuatro bolsas de basura,
y confirmamos una realidad,
y te marchaste con esa
sonrisa estúpida de
quien sabe

que tiene la razón.

Publicado por

Txema Maraví Artieda

Soy de mi pueblo de toda la vida.

Un comentario en «LA RAZÓN»

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