En TV se escuchan con frecuencia frases desafortunadas. Unas pertenecen al campo de la publicidad o propaganda, como ese No podemos conducir por ti con el que la DGT nos llama a los conductores redomados inútiles mientras ellos se lavan las manos por todos los accidentes y muertos con los que, al parecer, les estropeamos las estadísticas. Nada hay más raro e inútil que ese afán de los gobernantes por subrayar sus actuaciones. Pero ellos están para mejorar las carreteras y no para hacer frases lapidarias ni fardar de lo bien que conducen. Como lapidario es también el nombre del programa Tengo una pregunta para usted , que deberían cambiarlo por el no menos ampuloso y acertado Y yo tengo una respuesta preparada para usted independientemente de lo que me pregunte . Esa es la sensación que a uno le queda después de ver cómo ha ido decayendo el tirón del listado de políticos que han desfilado y que esta semana llegó a lo soporífero con Artur Mas y, sobre todo, con el campeón andaluz del PP, Javier Arenas. Los espectadores preguntar, preguntan, pero luego los entrevistados leen su guión y se van tan frescos.
Es de justicia decir que los de Cuéntame ya han finiquitado a Franco. Lo que ocurre es que ahora tienen problemas con su apego a la realidad. Al personaje de la fotógrafa amiga de Toni le han puesto el nombre de una fotógrafa que en realidad existió, pero en la serie su padre es un policía corrupto. Claro, la fotógrafa de verdad les ha demandado con toda la razón. Una cosa es basarse en la realidad y otra muy distinta inventársela. Y ya se sabe que la historia casi siempre la escriben los que ganan las guerras. La historia de la tele no queda claro si la escriben los que arrasan en audiencia o los que saben escribir frases lapidarias.
«MANDA huevos», que dirían en el Congreso, que Rajoy venga ahora con que en TVE no quiere debates porque no hay pluralidad. Con esa frase seguramente pretenderá ir calentando motores, no ya para ganar las elecciones sino para ingresar en el próximo El club de la comedia o algún programa similar. Después de que el PP negara la sal del debate durante años. Seguramente Mariano junto con Aznar son las dos personas menos indicadas para hablar de pluralidad. Fueron ellos los que crearon en el Ente el caldo de cultivo donde se desarrolló a su antojo aquella enfermedad de TVE que hizo que durante 8 años se negara la realidad así mostrara 150 muertos, o se ninguneara sistemáticamente a la oposición de manera descarada y no se informara de las huelgas que millones de trabajadores le hicieron a aquel gobierno así fueran generales. Rajoy con esa frase más parece perseguir el destino deambulante de Alfredo Urdaci como tertuliano del corazón; o quizás aspire a ocupar la bacante contando chistes verdes sobre Zapatero en Escenas de matrimonio ahora que ha desaparecido Avelino. Puestos a hablar de humor propongo a Mi querido Klikowsky donde semana a semana se van soltando la coleta y su humor alcanza momentos sublimes. Como siga a este paso Txomin se va a convertir en el Hommer Simpson más cachondo de la televisión de carne y hueso. Los guiones están alcanzando una madurez cómica que hacía mucho tiempo que no se veía en televisión. Este grupo de actores está lanzado y como esta progresión siga así, nos aguardan muchas noches de risas aseguradas. No seré yo quien se meta en críticas técnicas pero: a mí me da que eso de grabar toda la acción con muchas cámaras más que dinamizar corta el ritmo, no aporta detalles dramáticos y los planos cuando cambian acaban dando brincos. En fin, cosillas mías.
Desde los comienzos de la tele, el humor ha sido uno de los ingredientes principales de la programación. Son tan insustanciales como lo puedan ser el monitor y la antena o el espectador y su sofá. Con intención humorística nacen programas como el Club de la comedia o el recientemente finiquitado El rey de la comedia de TVE. La búsqueda de la risa en el espectador es un ejercicio que no conoce edad. Los payasos de la tele se dirigían al público infantil y acababan atrapando también a los mayores. El humor televisivo contó con parejas legendarias: Martes y trece y Tip y Coll hubieran sobrevivido -y de hecho lo hicieron- también sin la tv porque su espíritu de improvisación e inteligencia nacía del teatro mismo. Otras parejas, sin embargo, tipo Cruz y Raya y Los Morancos, han permanecido durante décadas rellenando la inevitable cuota humorística con que los programadores creían suficiente para su programación. El humor en la vida como en la tele vale su peso en oro o es el perejil en los platos de Arguiñano. Esto lo sabe bien Karlos que lleva ya media vida grabada por las cámaras seguramente porque cree en lo que hace y, por el mismo precio, contando chistes. Hace poco hacía la reflexión de que llevaba varios miles de chistes contados en tv. Ayer homenajeaba entres sus pucheros a Chiquito de la Calzada, el humorista más imitado por compañeros y público de la historia y, sin embargo, desaparecido del circo mediático.
ESTE año los anuncios comerciales de la Navidad van a tener competencia porque la campaña electoral se nos cuela en cuanto le dejan un resquicio. El turrón, los cavas y la lotería van a recibir de manera indirecta ese regusto rancio que tiene la propaganda política. Por cierto, a este paso con esas predicciones de Renfe, los que peor suerte van a llevar son aquellos ciudadanos que tengan que volver a casa por Navidad porque corren muchos riesgos de quedarse colgados en los andenes de las estaciones de tren. Y miren por dónde, las nuevas tecnologías pueden echarnos aquí una mano. Dicen que en poco tiempo nuestros teléfonos móviles serán también monitores de televisión. Que ya no nos perderemos Date el bote de Carlos Sobera y las broncas crecientes que tienen a diario sus concursantes. Claro que en el caso de Jorge Fernández y su Ruleta de la suerte caso el tamaño sí que importa y se convierte en todo un problema, porque no es lo mismo ver en una pantalla grande y adivinar las letras correctas que forman una palabra o en si después del giro de la ruleta la aguja señala el premio o la bancarrota en una angustiosa minipantalla de teléfono. Por cierto, no me imagino yo poder disfrutar del nuevo de la Sonrisa y Patricia Conde en el nuevo Sé lo que mentisteis junto con su Ángel Martín, pareja y programa de moda de nuestra televisión al que no se resisten a exprimirle hasta la última gota. Y es que el negocio televisivo por aquí consiste básicamente en poner a los presentadores de moda en el mayor número de programas. Convertir su racha triunfal en una maratón televisiva hasta que el público se hastíe o la estrella pete. En tv se huye de la esencia; al que funciona le enchufan una cámara y hala, a correr hasta que el cuerpo aguante o el público aburrido y desojado, decida apagar la tele o la pantallita del móvil.
COMO las setas, el triunfo en TV nunca se sabe dónde va a crecer. Este año en la tele, como en la montaña, los éxitos son tan escasos como el níscalo. No hay imaginación, ni humedad. La tierra está demasiado seca como para que germinen especies que prosperen hasta acabar en la sartén de la audiencia. En medio de esta sequía ha aparecido un hongo invasivo que promete grandes jornadas televisivas. No sé su nombre, pero podría llamársele Boletus Borbonicus, o algo así. La eclosión de este hongo en televisión tiene toda la pinta de convertirse en una plaga más importante que la lengua azul . Todo dio comienzo cuando Juan Carlos pronunciara «¿Por qué no te callas?». Una simple frase que implica petición, orden y sugerencia a partes iguales. Los medios de comunicación han convertido esta cita real en puro eco mediático demostrando que, en el fondo, hay mucha gente preparada para el gran asalto al palacio. Un saqueo con el cual estos adalides de la prensa del corazón pretenden lograr su sueño inconfesable de mostrar en primicia las vergüenzas e inmundicias de sus majestades. Estamos ante el pistoletazo de salida para que los Borbones entren en la nómina de personajes a despellejar en público. Algunos pensarán (je, je) que ya era hora. Nadie antes había filtrado frases improvisadas en mitad de sus actos protocolarios. Tanto saludo con reverencia, tanto pelar mariscos con cuchillo y tenedor y resulta que dicen las mismas cosas que nosotros mismos. Imaginábamos que en las comidas dirían «la reina y yo pensamos que estos productos del campo recolectados con tanto esfuerzo hasta nuestra mesa están deliciosos» pero en realidad es «Oye, estos espárragos están cojonudos». A este paso, la monarquía, atada y bien atada, acabará desatada por los implacables corsarios de la prensa rosa.
Los canales digitales permiten invertir en la televisión que te apetece ver en cada momento. Vamos, es como ir a una tienda de chucherías y empezar a mezclar el regaliz de fresa con las picantes pipas Tijuana. El problema es que, si abusas de la compra, cuando te pasan la cuenta no hay manera de saber si tanto dulce merecían esa pasta. Una vez que lo tienes puedes ver canales autonómicos en los que sobreviven alguna de las grandes estrellas de nuestro universo televisivo. Por ejemplo, descubres que el Loco de la Colina en realidad no está en el paro, sino que sigue con sus Ratones Coloraos en TeleMadrid, o que a la pizpireta Julia Otero, además de oírla en la radio, se la puede ver en TV3. En Canal Sur, han estrenado una versión de OperaciónTriunfo especializada en la copla y el pasado sábado reunió al 40% de la audiencia andaluza. A mí me entran sudores de pensarlo. Haciendo memoria, uno recuerda que durante años las retransmisiones musicales, en realidad, eran eso: copla por aquí, Rocíos por allá, siempre con el carro que se lo robaron a vueltas, lunares, faralaes y Lola Flores a discreción. Aquellos oscuros años sí que duraron y duraron y no esas pilas alcalinas que al final se acaban volando. Fueron la época de las tinieblas en la Edad Media de la televisión. Sin embargo, aquella especialización de los programas musicales en el género de la canción española no creó un público, digamos entusiasta, por estos lares. Más bien al contrario. Aquel abuso del género hacía que el espectador desarrollara una sordera temporal que le ayudara a superar el lance musical sin volverse majara y a ver luego a Félix Rodríguez de la Fuente o el partido de fútbol. Habrá gente que no viviera esos años y piense que exagero. A esos les dejaba yo sólo con el programa ése del Canal Sur mañana, tarde y noche para ver si se quedaban, o no, con la copla.
El viernes los de Antena 3 llevaron a ¿Dónde estás corazón? a la pareja televisiva de moda: Marisa Porcel y Pepe Ruiz; ya saben, el matrimonio maduro que ha convertido en oro su breve espacio televisivo con el que Escenas de matrimonio cada día conseguían el minuto más visto. Han pagado una pasta por ellos y los quieren rentabilizar así tengan que pasearlos por el infierno de esos programas donde despellejan enemigos y promocionan con mucha alegría a sus amigos. No sé si estos actores son conscientes de la presión que se les viene encima. Al fin y al cabo, han desatado una guerra similar a la que en su momento tuvieron el Athletic y la Real por Echeverría o el Madrid y el Barcelona por Figo. Pero ya era hora que en televisión se valorase el trabajo de los actores secundarios. Esta pareja lleva haciendo teatro, y en menor medida cine, desde hace cincuenta años. Por una vez se hace justicia, aunque, mucho me temo, este caso no va a mejorar la situación de los actores, digamos de reparto. No hace mucho que uno de esos altísimos mandatarios de una de esas cadenas generalistas de cuyos nombres prefiero no acordarme venía a decir que si uno no sabe hacer buena televisión, pues la compra hecha y santaspascuas. Y a fe que esta gente sin pasta no saben hacer televisión y con ella lo único que se les ocurre es robarse actores. Por cierto, Telecinco ya ha encontrado sustitutos para que Pepa y Avelino se sigan insultando para tranquilidad de los niños y la audiencia. Se trata de Manuel Galiana y Carmen Ramírez, grandes actores secundarios que darán otro punto a la comedia. Si esta serie comienza su declive no será por su culpa. Parte de un error muy puñetero, como casi todos los éxitos televisivos: está apoyado en el público infantil y en su horario. Desde luego, los valores que manejan no se deberían dejarse al alcance de los niños. Ya les vale.
La llegada de ¡Mira quién baila! supuso una pequeña revolución dentro del declive general de TVE. Se veía claramente su apuesta por la tele espectáculo, recurriendo a todo tipo de personajes de paja que fueran capaces de bailar al son que les marcaba el reconocimiento público y la pasta. Con este tipo de programas, la tele pública decana de este país abandonaba la posibilidad de que pasáramos los lunes al sol de una programación que apostara por la cultura. En vez de inteligencia un, dos, tres, mambo, en lugar de calidad, cinco y seis chachachá, en vez de novedad ocho y nueve pasos de rap. Ayer cumplieron 100 programas y no les felicitamos abiertamente porque hay detalles muy chungos, como aquél de que emplearan parte de su futura deuda y del dinero público para la nieta del dictador.