El verano desde luego no está hecho para asistir a esos interrogatorios sumarísimos que se han inventado en la nueva versión de Salsa Rosa y que, ahora, le han bautizado con el sugestivo e inmerecido nombre de Dolce Vita . Ninguna de las confesiones pactadas que se ofrecen en este programa se podría cambiar, no ya por un paseo nocturno bajo la lluvia de las estrellas fugaces, sino por la lectura minuciosa del prospecto de una caja de condones. Y es que hay algo de goma en este programa. No sé si es porque se la ponen los que se dejan preguntar sobre sus miserias o se la calzan los que preguntan para no escupirle al público en la cara. Y es que el concepto de la pornografía y de prostitución en televisión debería de modificarse. Vamos, que al lado de este despelote emocional bajo talón bancario, si emitieran las gestas de Nacho Vidal y su miembro o las felaciones a pago de Hugh Grant en el asiento de atrás de los coches serían puros y castos pasatiempos. Estos días hemos disfrutado de la exhibición de los fuegos artificiales. El esplendor de la pólvora y el fuego sobre la bahía de la Concha siempre es atractivo. Un año más, ETB, bajo el título de Donostiako su artifizialak , nos ha traído a los que no hemos podido acercarnos hasta allí ese espectáculo pirotécnico más sentimental que otra cosa. Y es que en televisión la pólvora es mojada y no tiene esa fuerza del original. Ni los micrófonos captan la fortaleza de la explosión ni los encadenados suplen el efecto del directo. El espectáculo está ahí y los de ETB deberían seguir buscando esa fórmula mágica que muestre este espectáculo en su plenitud. Puede que si la música llegara en ayuda o complemento de los zumbidos y explosiones todo sería, como con los condones: más distante, sí, pero al mismo tiempo más seguro y, si me apuran, una sensación más mística y reconciliadora.
Autor: Javier Arizaleta
Orden y canales
De vez en cuando conviene cambiar el orden de los canales en el mando a distancia. Poner el último en el número uno y viceversa. Sólo con ese gesto se cambia notablemente la programación que nos tragamos a lo bestia, sin pensar siquiera que estamos viendo la televisión. Si una mañana cambiamos el 1 por el 8, que es donde yo tengo la Primera de TVE y ETB 2 respectivamente, lo que modificamos es la reposición de Ankawa por un capítulo de National Geographic . En ambos casos estamos ante un producto grabado y enlatado para mayor comodidad de los programadores. En el caso del programa de Osborne, el tema tiene cierto atractivo para el público infantil, precisamente porque entre sus protagonistas, además de los mismos rostros que siempre salen cobrando en TVE, están unos niños con un desparpajo fuera de todo guión y, claro, quién es el valiente que les dice a los peques que ese programa es un bodrio de primera. Claro que, si no hubiera tenido en el número uno del mando a TVE, no hubiera visto su nuevo programa Mira lo que ven . Un programa en el que, con tono desenfadado y con golpes de humor, van presentando ante un público elegido y seleccionado siguiendo las técnicas de los muestreos sociológicos. Presentan programas y diferentes formatos televisivos de cualquier país del mundo y el público asistente vota el que más le gusta. Todo normal, si no fuera porque en el concurso han incluido a tres críticos televisivos que dan una opinión personal sobre el programa, antes de la votación. Hace tres años que TVE había perdido el liderazgo en las audiencias y, poco a poco, comienza a perderlo también en los mandos a distancia. Definitivamente, la mayor revolución que uno puede hacer en la televisión es cambiar los botones del mando de vez en cuando. En este caso, el orden de los canales a sí altera el producto.
Son funcionarios
YA se han oído voces pidiendo que para el próximo verano regrese Ramón García con sus vaquillas, sus castañas y ese talento natural para el chiste fácil. Claro que entonces se pensaba que nada había más basto que ese concurso. Se aplaudió que quitaran la ridícula competición de la mocina de los pueblos dándose mamporros, escalando postes con jabón y al alcalde del pueblo sujetando un globo patata que le explotaba en las manos. En fin, me salen sarpullidos de recordar aquella tortura a la que, verano tras verano, nos sometía TVE. Pero todo lo malo en televisión es susceptible de empeorar y, además, siempre empeora. Y esto es así si nos atenemos a que el programa que han puesto en su lugar es nada más y nada menos que: Hasta que la tele nos separe . Un concurso que hubiera pasado desapercibido si no fuera porque lo presenta Paz Padilla, que confunde la competición con los gritos y, claro, no hay dios que la aguante. Puede que ver durante diez minutos a los concursantes compitiendo en toda clases de zafarranchos, vestidos al uso tradicional de los novios, pues tenga sus minutos de gracia. El problema viene cuando de nuevo ves que la historia se repite y que un chico de esmoquin se desgañita en una cinta corredora mientras su novia no responde ni a la pregunta de cómo te llamas. Una aberración que, desde luego, no justifica en modo alguno que vuelva Ramontxu con su Grand prix y sus vaquillas. Ya llegará septiembre y, ya se sabe, los niños al colegio. Todos menos, claro está, esos que van hacer el reality El primero de la clase. Estos de TVE se atreven con todo. Vacas, novios, padrinos, Bertín Osborne y su puteo semanal a los animales y luego niños. Todo vale. Al fin y al cabo es la misma casa de fiscales y jueces que deberían actuar de oficio. Todos son funcionarios.
Paquillo y el fútbol
Sin pena ni gloria. Ese podría ser el titular de la participación española en el pasado campeonato de Europa al aire libre desde Gotemburgo, en Suecia. Televisivamente se podría hablar de que la realización del evento tuvo poco de original. Unas cámara estratégicamente colocadas se daban paso cuando el espectáculo estaba delante de ellas. Pura armonía sin interferencias ni planos novedosos, tan del gusto de nuevos realizadores que confunden lenguaje audiovisual con su propio ego. Viendo este espectáculo deportivo, uno siente la sensación de que el atletismo en TV tiene sus días contados. Que pronto llegará el día en que los listos de la programación le nieguen el pan y la sal a un espectáculo que lo tiene todo para triunfar. Bueno, todo todo no, porque ya me dirán quién conoce a esos superclase si en todo el año las secciones de deportes ni los mencionan. Un atleta como Paquillo Fernández en cualquier otro país sería una gloria nacional, aquí lo único que se les ocurre es dedicarle el pasodoble del Chocolatero y hablar de él como si formara parte de los payasos del circo. Estos héroes solitarios sólo se conocen una vez que han ganado el campeonato, se habla de ellos un día y luego desaparecen hasta la siguiente cita. A cambio, eso sí, hablan -y no paran- de fútbol. Así que en cuanto los jugadores se ponen a entrenar ya los están grabando. En cuanto se organiza uno de esos partidos timba, ya están los cámaras ahí y las televisiones comprando sus derechos. Durante dos días, Telecinco nos aburrió con el trofeo Teresa Herrera. Por una parte, demostró que técnicamente lo hacen muy mal y, por otra, que su mayor innovación es la de poner repeticiones cuando están a punto de meter un gol. Estas retransmisiones de fútbol-pachanga son la pescadilla que se muerde la cola. Jamás conoceremos a los Paquillos hasta que nos traigan una medalla, y luego, si te he visto no me acuerdo.
Cierra la muralla
ESTA semana les ha tocado a Ana Belén y Víctor Manuel. Aquellos cantautores tan populares hace dos décadas por su música y, si me apuran, por sus películas. El caso es que los de Aquí hay tomate vinieron a decir que llevaban treinta años con el rollo de: Abre y cierra la muralla. Parece que, ya que no dan como personajes del cotilleo, les han fabricado una pequeña venganza, llamándoles pesados a la cara y utilizando para ellos toda su fortaleza audiovisual. El caso del programa Aquí hay tomate comienza a ser para estudio en las facultades de periodismo. Este verano, sin ir más lejos, se han alzado al primer puesto de la programación. Teniendo en cuenta que la hora de emisión coincide con la sobremesa -o con la de la siesta, según el día y la costumbre-. Y es que jamás un programa alejado del llamado prime time había conseguido el liderazgo con tanta facilidad. Cuando uno asiste al espectáculo de los del Tomate, no sabe si está ante un género producido por mentes malvadas, chiquillos traviesos que le echan todo el desparpajo del mundo o, por el contrario, estamos ante genios de la comunicación capaces de crear televisión de altura con cuatro trapos. El pasado jueves los retales eran: de si Pipi (ex de la hija de ex reina de las mañanas) la tenía así de grande o se la había retocado. Luego hicieron mil maldades con la caída del caballo de un hijo de la duquesa de Alba que es ex de la ex del conde Lequio. Como plato fuerte, pusieron el pedo monumental que se agarró el hermano que esta es ex pero por ser viuda de Paquirri, que iba meando farolas por las calles de Sevilla. Y para acabar de tocar la moral sacan el abre y cierra la muralla como si no hubieran hecho otra cosa en treinta años. Si con este material caca, pedo, pis consiguen estos resultados, imagínense qué tv podrían hacer con contenidos de verdad. No caerá esa breva.
Pásalo con fútbol
En la sobremesa de este verano se mantiene en la programación de la ETB Pásalo. Un más que interesante programa que pelea sin complejos con todas esas telenovelas de nuevo cuño y ese corazón agotado de pura malicia y repetición de Aquí hay tomate. El programa pertenece a ese género tan ambiguo en el que cabe de todo y que en el argot periodístico se conoce como magacín. Adela González ha vuelto ya de vacaciones y el que se las ha tomado ahora es Iñaki López. Es un detalle que se agradece, sobre todo porque es muy interesante que en esa franja horaria se consolide un programa como éste, que recoge la actualidad social y que se apoya en los reportajes de calle, con opiniones de primera mano de los ciudadanos y una buena elección de los colaboradores habituales. Lo mejor de Pásalo es comprobar que la televisión puede rectificar. Pasar de aquellos formatos que copiaban lo que se estaba haciendo en otras televisiones y que no aportaban nada, pues todo era importado made in Madrid. Con Pásalo se ha conseguido que la televisión recupere ese sentido social que nunca debería perder, da lo mismo si es un programa informativo o de entretenimiento. Y hablando de entretenimiento: estos días estamos ante la elección o la concesión de los derechos de la Liga Profesional de Fútbol, es decir, el pelotazo para la emisión de los partidos de la Liga. Viendo los competidores es posible que vivamos algo similar a lo que pasó con el Mundial. Las cadenas de televisión ven el fútbol como única herramienta de marketing , como si fuera el único trampolín que les puede catapultar al liderazgo de la audiencia o verse relegados de él por no poder retransmitirlo. La Sexta y Tele 5 en el candelero. Qué miedo. Más antenas para nada o el calvo en los campos y Jorge Javier en los vestuarios hurgando en el corazón de los futbolistas.
Mejores tiempos
Una de las pérdidas en la programación televisiva que se está realizando hoy en día, frente a lo que se hacía hace una década, es la producción más ambiciosa de series para televisión. La televisión desde su nacimiento fue un medio perfecto para proyectos de versiones de los grandes clásicos de la literatura. Esto ha caído en desuso. Hubo mucho nivel técnico en aquellas series, buenos profesionales que hoy están prejubilados o matan las horas por los pasillos. También aquellas series eran el sustento de muchos actores que complementaban de esta manera su trabajo en el cine. Esta semana murió uno de ellos. Se llamaba Ángel de Andrés y fue uno de esos grandes actores cómicos que daba nivel a cualquier papel que interpretara. Aportaba siempre ese toque cómico de quien se ha pasado media vida asegurando la risa entre los escenarios madrileños y sus apariciones en cine y, últimamente, en la televisión. Pero si en algo sorprendió De Andrés fue en su vocación solidaria. Este gran actor tiene el récord de funciones desinteresadas: en 1977 había sobrepasado las 2.800 interpretaciones para instituciones benéficas. Su currículum corre parejo con la suerte del cine español. En 1969 participó en películas como Con ellas llegó el amor , dirigida por Ramón Torrado, y en Se armó el Belén , de José Luis Sáenz de Heredia. Participó con Mariano Ozores en varios filmes como Brujas mágicas y Cristóbal Colón, de oficio descubridor , películas a las que siguieron Juana la Loca de vez en cuando yLuces de BohemiaconEsquilache . Pero su gran aportación final ha estado en su trabajo para las series de televisión. Hay que recordar que una vez se hicieron series como Lorca, muerte de un poeta , La forja de un rebelde o Celia . Tiempos mejores para la TV.
Las informadoras
EN el informativo de TVE han fichado a una rubia llamada Susana Roza que está siendo toda una revelación. Unos ven en ella el prototipo de que la belleza no interfiere con la inteligencia y, otros, afirman que, leer, leer, lee bien, pero que, además, está muy buena. Dice mi cuñada que no ve justa la desigualdad entre la belleza que se les exige a los presentadores de informativos. Vamos, que mientras las chicas que informan son todas de concurso de misses, a los tíos no se les pide que sean unos Adonis. Yo no lo tengo tan claro porque, si fuera así, medio país estaría enamorado de Estíbaliz Ruiz de Azua, Ana Blanco o Begoña Chamorro, de Tele 5. Para mí que estas figuras parlantes que se caracterizan sobre todo por no equivocarse nunca en la lectura y salir indemnes de esos lances en los que no entra la imagen, no tienen sexo. Son como aquellos ángeles o arcángeles de la tradición cristiana, criaturas celestiales que ni una cosa ni la otra. Porque, sí es cierto que ha habido presentadores cuya belleza nada tenía que ver con esos modelos de Pasarela Cibeles. Sin embargo, fueron esos periodistas atípicos quienes intentaron revolucionar al mismo tiempo que darle cierta personalización a la información televisiva: gente como Felipe Mellizo o el mítico e imitado Joaquín Arozarena. Eran tipos normales que hablaban como lo hacen las personas normales. La información televisiva ha ido degenerando hacia otro tipo de dicción más automatizada. Las voces de los presentadores de noticias cada día se parecen más a esas que salen por la megafonía de los grandes almacenes citando los productos en oferta, en los aeropuertos, como si estuviesen diciendo «pasajeros con destino al Prat de Barcelona» o esas cantadoras de bingo que hablan muy nasal: «Sesenta y nueve: seis nueve». A Susana Roza lo que le pasa es que es un es un ángel de verdad.
Cifras y cortijos
Que el verano trae consigo un descenso en los espectadores de televisión es un dato que se ha repetido en esta columna muchas veces. Este año, nada más y nada menos que un 23%, si lo comparamos con las cifras del mes de junio. Las estadísticas del mes pasado han traído otros datos reveladores que habría que analizar con cierta frialdad. Por ejemplo, que se mantiene la caída en picado de TVE-1 a pesar de no cumplir sus protocolos éticos y las recomendaciones salomónicas de aquel comité de sabios. Lo de esta cadena pública desde que se hiciera cargo de ella la señora Caffarel es de auténtico escándalo. Ni renuncia del todo a la telebasura , ni todo lo contrario. Apuestan por concursos miserables como Hasta que la tele nos separe o hacen de la televisión un cortijo para señoritos tipo Bertín Osborne y sus amigos en Ankawa y, al mismo tiempo, en los jugosos cursos de verano dan conferencias en las que afirman con contundencia y sin que se les caiga la cara de vergüenza ideas tipo: «La televisión pública tiene un fin social que hay que preservar sobre intereses privados». Otro dato que llama la atención es que, pese a la pasta desembolsada y el tirón del fútbol por estos lares, durante el mes del Mundial sólo el 50% de la audiencia vio La Sexta. Claro que alguno dirá todo lo contrario: en medio año han llegado a la mitad de la audiencia. En este mundo intrincado de cifras y porcentajes, todo es del color del ejecutivo que los explica. La realidad es que, pasito a pasito, los canales temáticos y de pago van sumando adeptos. Es lo que le ha pasado a MTV celebra este mes 25 años de emisiones musicales. La cadena de televisión llega a 10 millones de hogares españoles a través del canal digital y otros medios como el ADSL. Está claro: con estos gestores, la televisión gratuita tiene sus días contados.
Adiós, buitres
Si la hubiera tenido la hubiera decorchado. Digo la botella de cava. Después de 200 programas en cuatro años de emisión va y me doy de bruces con el último de Salsa rosa . A eso se le llama tener suerte o, como yo, el dedo inquieto que no para de darle a las teclas en cuanto se ponen pesados o anuncios repetidos. El caso es que allí estaba Santi Acosta, el presentador, moderador; ese mismo que parece que nunca hubiera roto un plato, despidiendo, para siempre, esa bazofia televisiva que tanto daño ha hecho al periodismo en este país. Porque digan lo que quieran, los que allí descuartizaban a sus víctimas arrancándoles mayormente el corazón, pero sin despreciar nunca cualquiera de sus vísceras, era periodismo carroña, el mismo que pueden practicar a su manera los buitres en sus comederos pero en un plató de televisión. Lo sorprendente de este programa es que sus víctimas iban hasta allí para ser desollados. Vamos, que en realidad aquel desmembramiento en vivo se hacía con la conformidad del entrevistado. La novedad de asistir a aquellas torturas consentidas era un espectáculo que nunca se había vivido en la cajatonta . Desde entonces los programadores se pusieron manos a la obra y Salsa rosa sólo fue el aperitivo de lo que luego se convertiría en todo un género. Pues les despido sin cava, con un trago de vino de la bota de cuero, pero con mucha alegría. En mi inocencia pienso que quizás su salida deje paso a un género periodístico que nos documente sobre otros problemas más graves que asuelan de, sur a sur, esta planeta. Vamos, que se puede vivir sin saber qué tal les va a los chorizos marbellíes y a susPretty Woman de peineta y michelines. Salsa rosa se va, pero la semilla que ha dejado es tan dañina que, muy posiblemente, nos haga pensar que fue lo mejor que se hizo en este género.