Hacerse el orejas

ESTA semana comenzó con el aniversario de los atentados a las Torres Gemelas de Nueva York y, por lo tanto, se revivieron momentos tremendos que medio mundo pudo ver en directo. La tragedia, servida en toda su crudeza. Poco a poco uno se iba dando cuenta de que la maldad se puede ir inventando y que aquel horror había sido diseñado y ejecutado conformando una perfección macabra. Las imágenes forman parte de nuestro acervo cultural y podemos verlas sin mayores sofocos como si formaran parte de un filme. De hecho, muchos de los niños que las han visto no tienen la posibilidad de saber si es pura ficción o no. Después de muchos años, el otro día la tele nos trajo una entrevista a un líder del Partido Popular sometiéndose a las preguntas de Iñaki Gabilondo en Cuatro, un medio nacido precisamente una vez que el PSOE asumiera el poder. No es que se echen en falta las entrevistas a los políticos porque son los verdaderos especialistas en escabullirse de la pregunta y hacer de la contestación una suerte de discurso de aquellos intereses que quieren subrayar. Más que una entrevista asistimos a un mano a mano. Por un lado, estaba la pericia de Iñaki Gabilondo para que Rajoy se saliera del discurso que traía preparado y, por otro, la capacidad del -es posible que ésta no sea la mejor expresión para nombrarlo- líder de la oposición. El combate fue duro. Gabilondo se atrevió a cruzar la línea de la pregunta objetiva para meterse en la ciénaga de las opiniones. Rajoy salió ileso a fuerza de no responder a una sola cuestión que se le planteara. Después de ver la entrevista es lógico que cualquiera piense que el ejercicio de la política a este nivel tiene más que ver con el discurso de un loro fonambulista. Es el juego de no responder a lo que se pregunta. Echar balones fuera; hacerse el orejas y soltar, como sea, el discurso que a uno le han preparado.

Noticias y cloacas

SI durante unos años hubo cierta unanimidad en que Mª Teresa Campos era la reina del periodismo televisivo, está claro que ahora la que corta y pincha es Ana Rosa Quintana. Aquella chica capaz de mandar plagiar con su nombre lo que hiciera falta, ahora se ha convertido en la referencia periodística. Triunfa en su plató salón donde el cotilleo juguetea con la información internacional. Nadie en el mundo había conseguido ponerse en contacto con los familiares de Natascha, la niña secuestrada y escapada. Pero aquí viene el poderío. Ana Rosa que manda a Austria a sus colaboradores y nos traen en exclusiva una entrevista con el padre de la criatura. Ríanse ustedes de la prensa rosa. En estos momentos si alguien está haciendo algo de periodismo de investigación resulta que es ese periodismo denostado por acercarse al lado frívolo de la sociedad. Ahora los periodistas que funcionan son los que saben comprar porque ellos fueron los primeros en venderse. Uno puede esperar que un periodista traiga una exclusiva pero si no se viste de negro y regala unas gafas al final no tiene gracia. El periodismo televisivo se ha convertido en una doble pirueta para osados saltimbanquis que al final regalan gafas negras a los ministros y jefes de Estado, o de charlatanes de plató capaces de cruzar todas las alcantarillas del mundo sin que les venga una sola arcada. Periodistas que no han pasado por una facultad pero que tienen la facultad de alcanzar lo que se proponen y de paso pasarse la facultad por donde les viene en gana. Ha comenzado el curso televisivo y en el horizonte inmediato vemos que la figura decadente y cursi de Ana Rosa Quintana toma la delantera. Mientras los aprendices de Gran Hermano se exhiben con entusiasmo sabedores de que ese es el precio para ingresar en el reino de la televisión.

Humo y realidad

LA casualidad también hace televisión, y si no que se lo pregunten a los de La Sexta. Esperaban con resignación en la plaza de Castilla de Madrid la llegada del autobús de la selección de baloncesto. El retraso estaba poniendo en peligro la retransmisión ya que el comentarista ya estaba repitiendo por enésima vez las mismas tonterías triunfalistas que se dicen en estos casos. Pero, milagro, allá mismo con apenas girar la cámara descubrieron el gigantesco incendio de un rascacielos en construcción. Ya ven: la realidad tiene argumentos importantes. La entrevista a Natascha Kampusch, por ejemplo, se ha convertido en el fenómeno televisivo del año pero, a diferencia de otros similares, éste era real. Estaba basado en la realidad y, en este caso, superaba con creces cualquier tipo de ficción. El documento despertaba morbo, curiosidad, admiración y multitud de sensaciones, pero era un reportaje que reflejaba la realidad. Y digo esto porque de un tiempo a esta parte, los entrevistados con algún tirón televisivo vienen más por haber forzado la realidad y son, en general, personajes de ficción. La entrevista a Natascha es un documento informativo cuyo valor está precisamente en el testimonio vital. Una historia tan terrible se merece toda la atención del mundo y consigue sin proponérselo capitalizar el interés general. Exactamente lo contrario que esos testimonios diarios que ofrecen los triunfitos y los autoprisioneros de Gran Hermano cuando visitan el llamado confesionario. Estamos ante dos formas de espectáculo y de entender la tv. Mientras una cuenta con la fuerza y los argumentos que le ofrece la dura vida, la otra se recrea en la pura mentira. Ya ven la tele se hace con materiales de verdad, con puro humo y, de vez en cuando, se aparece la Virgen en forma de incendio.

Presos por el éxito

COMIENZA la enésima edición de Gran hermano con los mismos ingredientes simplones que siempre lo han caracterizado, pero con esa fuerza que lo convierte en líder de audiencia a pesar de los pesares y de la opinión de la mayoría. Hoy se le ofrece de nuevo la enésima oportunidad a Mercedes Milá de mantenerse en el estrellato de los periodistas y comunicadores. Todo gracias a un programa cuya única pretensión es la de espiar los asuntos íntimos de unos ciudadanos que han decidido dejar de serlo durante el tiempo que dure el programa. Paralelamente, los presos de El coro de la cárcel ensayan en el Dueso para la actuación final. Cantan y cantan convencidos de que han encontrado una razón para la normalidad. Lo hacen con pasión porque, de pronto, han descubierto que su entrega puede llevarlos, incluso, fuera de esa prisión con vistas al mar donde han perdido buena parte de su vida. Vaya paradoja. Mientras unos se dejan encerrar para conseguir unos días de gloria, otros, quizás ajenos a su propio éxito, cantan y hablan de la vida como terapia y como fórmula para escapar de su prisión. La Señorita Rotenmeier Milá irá ordenando que ingresen en la casa prisión de Guadalix de la Sierra para que, de esta forma, comience el juego exhibicionista, macabro y sadomasoquista. Concursantes afortunados a la vez que prisioneros, observados permanentemente por millones de personas a cualquier hora del día. Quizás ellos sientan la sensación de alegría por haber sido elegidos. Nada más lejos. Comenzará entonces una nueva patraña televisiva en la que se homenajea con mucho atrevimiento e ignorando la pérdida de varios derechos humanos. No todo vale en el espectáculo. Esta prisión llamada Gran hermano no es algo para sentirse orgullosos, por mucho éxito que tenga, es una auténtica vergüenza.

La tele y la tarjeta

MES a mes crece y ya se detecta en la calle. Me refiero a esa tendencia que no cesa desde hace mucho tiempo por la que los únicos índices de audiencia que suben son los de las canales temáticos. Todo ese universo especializado en el que, previo pago, puedes encontrar la televisión de tus sueños o de tus manías personales. Unos porque les va, qué se yo, la caza y se pasan todo el día viendo reportajes de perdices, la persecución del corzo en la sierra de Gredos y esos especiales en los que te explican con todo lujo de detalles cómo se desmonta un rifle y cosas así. Otros se pasan el día viendo el canal de la nieve y las estaciones de esquí, otros prefieren el golf y, en cuanto pueden, conectan con su canal para ver a sus figuras darle a las pelotas, que acaban en el agujero como atraídas por un imán. La tv de pago está bien si tienes la suerte de poder pagarla. De comprar sus productos como quien visita el supermercado: una película para el viernes por la noche, más otra para que los niños pasen la mañana del sábado más el partido de fútbol para el sábado son veinte euros. Pero no hace tanto que, en este país, uno se conformaba con la oferta de la televisión en abierto. Una especie de servicio público cuyo único canon era el de soportar, como se podía, una buena ración de anuncios. Ahora el público quiere servicios exclusivos; formar parte de grupos diferenciados y toda esa monserga de lo VIP. Estamos asistiendo al declive de la televisión para todos y vamos hacia otra que cambia según el color de la tarjeta de crédito. Antes la programación era la misma para todos y ahora que hay mayor competencia, resulta que lo novedoso es la etiqueta con el precio. La tv lleva camino de convertirse en unos grandes almacenes de intangibles. Entras, eliges y pagas. Ahora lo que falta es que añadan esa coletilla: si no te gusta te devolvemos el dinero.

Mala suerte

AL final del partido contra Argentina, los de La Sexta lo celebraron con vino cuyo corcho tuvieron que meter hacia dentro -con las prisas, se les había olvidado el sacacorchos- y unos paquetes de jamón que habían recibido a última hora. Seguramente la situación lo requería. Después de 22 años se repetía la historia del pase a la final de la selección de baloncesto. Los comentaristas se zamparon sin miramientos la botella y las lonchas. Al parecer, estamos ante una nueva manera. A partir de ahora, también ellos desenvolverán los bocadillos como lo hacen los aficionados en las gradas y darán cuenta, en directo, de las tortillas mezcladas con las estadísticas y el comentario de las jugadas. Claro que lo harán con la boca llena. Y es que con la llegada de Montes y compañía ha llegado la verdadera revolución. Un cambio global consistente en poner motes a los jugadores -Catering Calderón,La bomba Navarro- y meterse con los analistas -Salinas, Salinas, qué paaaasa Salinas-. Y ahora lo mismo con el pelota Iturriaga. Vamos, que de la carencia estos tíos están sacando petróleo. Sus comentarios no valen un pimiento, desde luego, pero Montes tiene un sentido del espectáculo y lo lleva hasta el final. Espero, por el bien del público, que se vayan puliendo estos aspectos. Que no recaiga todo el peso en los comentarios del presentador calvo y de pajarita. El mundial de baloncesto ha pasado desapercibido por el horario en el que se celebraban los partido en Japón y, también, por la escasa cobertura que tiene La Sexta. Hoy puede ser un gran día para el baloncesto si finalmente se recupera Gasol y los demás tienen un buen día ante Grecia. Pedro Barthe se estará tirando de los pelos ante esta oportunidad. Toda una vida retransmitiendo el baloncesto y, para una vez que no lo hace, va y estos tíos puede que se traigan una medalla. Esto sí es mala suerte.

Imperdonable

NADIE se lo cree si cuentas que en una tele pública a las tres de la tarde se emiten imágenes que defienden el tabaquismo y la prostitución. Pero eso pasó ayer sin ir más lejos en el informativo de TVE. A los adultos con responsabilidades en la educación infantil se les plantea con mucha frecuencia el problema: hasta qué punto pueden fiarse de los responsables de la televisión a la hora de cumplir y hacer cumplir la legalidad. Que en horarios susceptibles de que los niños puedan estar viendo televisión se eviten determinados contenidos. Espectáculos sexuales o violentos no tienen cabida a las cuatro de la tarde cuando potencialmente hay un público infantil que, en estas fechas vacacionales, es mayoritario. Sorprendentemente, esta norma se incumple con una facilidad pasmosa. Las primeras horas de la tarde están repletas de telenovelas cuyo contenido roza el ridículo pasional y todo tipo de excesos en la presentación de personajes. Están luego los llamados Estrenos tv: filmes creados exclusivamente para el medio televisivo y que recogen todo tipo de problemática juvenil de drogas, prostitución y asesinatos. Todo un cóctel que los niños se tragan en la soledad de sus cuartos con tele o con sus padres al lado echándose la siesta. Luego están los telediarios cuyos reportajes no se plantean omitir determinadas imágenes que, con toda seguridad, hieren la sensibilidad de cualquier persona que las vea y, por supuesto, la de los niños. Como lo hizo ayer TVE. A las tres de la tarde Ana Blanco, que ha vuelto de vacaciones, habla de la aplicación de la normativa del tabaco en la hostelería. No se les ocurre mejor cosa que irse a un club de strip-tease con prostitutas donde el 80% de los clientes fuman. El reportaje fue infame por hacer de esta parte un todo; e irresponsable por la divulgación del tabaco y la prostitución. Un despropósito imperdonable a cualquier hora.

Colección repetida

LOS anuncios con las más diversas promociones para recoger en los estancos y puntos de venta se caracterizan (Gutiérrez, que le veo) por su condensación. Son anuncios poco sugestivos pero que intentan dar en el clavo. Se trata de coleccionables que intentan los más variados temas; desde el mundo de las muñecas al de los coches o, qué sé yo, el de las navajas albaceteñas. Muchos de estos anuncios publicitarios son genuinos espacios de humor. La parte negativa de todo esto es que cuando los emiten es prueba inequívoca de que el verano toca a su fin. Que llega el curso y con él la necesidad de los humanos de cambiar de hábitos y elegir algún motivo de ocio que nos haga olvidar las vacaciones de verano, con todos los vicios y depravaciones que ellas conllevan. Los del marketing han descubierto que estas fechas son las más indicadas para el lanzamiento y el éxito de las promociones; que serán los futuros hábitos para el largo invierno.

En televisión ocurre lo mismo. Con el final del verano llegan, además de alguna nueva propuesta, los programas de calado. Sin embargo, este verano El Loco de la Colina se ha inventado el género de la repetición como fórmula para que nadie note sus vacaciones. Han ido fragmentando sus entrevistas y dando cierta estructura diferente a los temas más que a los personajes. Lo novedoso es que Jesús Quintero ha grabado unas introducciones con las que repetir de otro modo lo que sus personajes fueron diciendo durante el curso. Desde luego que el programa del Loco ha sido una de las sorpresas del año pero, con su repetitiva presencia durante el verano, le va a quitar notoriedad a su regreso de verdad. La presencia de este entrevistador dentro del panorama existente es una buena noticia. Su mezcla de poesía y rebeldía será un poco postiza, pero es de las pocas revoluciones que podemos esperar en televisión.

Cárcel de mujeres


Pues ya está aquí lo que faltaba. Un reality de supermodelos para que las niñas se comiencen a mirar la barriguilla y a sentirse gordas desde los cuatro años. No es que me extrañe, desde luego, teniendo en cuenta que han encerrado a cantantes, bailarines y niños, mucho tardaban en encerrar y mostrar por televisión a los aspirantes a modelos que tienen por trabajo mostrar su cuerpo. Simplemente parece una vuelta de tuerca más sobre el tipo de sociedad que estamos creando y los machacones mensajes que la televisión envía a sus consumidores, que, en gran cantidad, es público infantil. Estamos ante un medio capaz de pedirte que te atiborres de comida basura y, sin solución de continuidad, ofrecerte los servicios de un producto adelgazante milagroso o la cirugía para quitarte sin mayor problema los michelines por muchos y gordos que sean. El programa de marras se llama Supermodelo 2006. La conductora y tutora de las aspirantes es, cómo no podía ser de otra forma, una top model llamada Judit Mascó, y lo presentan en Cuatro. Cuando compruebas que la aportación de los nuevos canales es más de lo mismo, se plantea la duda de la necesidad y las razones que existían para crearlos. Uno podía soñar con que los nuevos canales hubieran ofrecido televisión de calidad; que estarían obligados a trabajar con otras fórmulas para distinguirse de la mediocre oferta existente. Pero no. A los de Cuatro se les ocurre la novedosa aportación de encerrar a trece chiquillas de entre 16 y 20 años con más de metro setenta haciendo un homenaje permanente a la extrema delgadez. Para colmo, lo presentan como la apuesta más ambiciosa. Que alguien explique qué necesidad de más canales si uno lo utilizan de cárcel de mujeres que tienen por delito engordar cien gramos y el otro, La Sexta, para crear un infierno en el que sólo se habla de fútbol.

Fútbol y euskera

SE quejaba el secretario de Comunicación del PP José Luis Ayllón de que no vamos a poder ver fútbol en abierto porque La Sexta no tiene la suficiente cobertura. Patético. El liberal, exigiendo al Gobierno socialista que garantizase el derecho de la sociedad para ver por la cara los partidos. Ver para creer. Y es que resulta que el fútbol, además de ser el deporte rey, está protegido por una ley que busca el interés general. Como si no hubiera cosas más importantes que proteger y, sobre todo, temas más delicados, frágiles y al borde de la extinción que viven en el más absoluto desamparo. Mantener esa protección supone tanto como decir que los ciudadanos en general no podemos vivir sin el fútbol y que ese vicio alguien lo tiene que financiar. La hipocresía, llevada al extremo más absurdo. De hecho y de derecho, somos el único país que mantiene este casposo proteccionismo que relaciona anacrónicamente el fútbol con el pueblo. Este es un residuo del franquismo, de aquella sociedad que proponía el fútbol y los toros como único tema de conversación y que la democracia no se ha atrevido o no ha querido superar. Lo que no se termina de entender es cómo mientras por un lado se mantiene esta absurda ley proteccionista, el fútbol se ha convertido en el único elemento capaz de hacer crecer la audiencia de una televisión hasta límites insospechados. Pero año tras año los índices de audiencia señalan entre los programas de mayor seguimiento a los partidos de fútbol. La paradoja es que, mientras La Sexta tiene ahora los derechos, resulta que por ley tiene que exhibirlos en el 80% del territorio y, claro, de nuevo tiene que pactar con otras cadenas. Ya lo ha hecho con los catalanes de TV3 y, ya que nos lo recoge la Constitución, pues espero que lleguen también a un acuerdo con EITB y, de paso, que el fútbol sirva para aprender algo de euskera.