Abres
la ventana
y sientes que se acerca
ese momento vital de gritar,
¡barredlo todo con las cejas!
No lo intentes,
una mano estrangula
esa zona entre tu nariz y tu barbilla,
una mano que nieva de lado y todo lo cubre
de barro.
Abres
la ventana
y sientes que se acerca
ese momento vital de gritar,
¡barredlo todo con las cejas!
No lo intentes,
una mano estrangula
esa zona entre tu nariz y tu barbilla,
una mano que nieva de lado y todo lo cubre
de barro.
Qué raro se degrada,
qué raro se degrada el pan de centeno,
una tienda que siempre liquida, una isla de hielo,
una señora dormida dentro de un coche
aparcado en doble fila.
Cuando lanzo una botella contra el cubo siempre miro el cubo,
y ya sé que no tengo que mirar el cubo, pero lo hago,
no lo puedo evitar.
Quiero un cristal en el ojo, un diminuto cristal en el ojo,
quiero tener la libertad de desear lo que
me apetezca y no lo que se supone
que tengo que desear.
Esta misiva no es mía, es de tito Fíodor,
una misiva que impregna mi cerebro
desde que la entendí a golpe
de flexo y armario.
Como una planta de plástico,
salgo a la calle y observo
gente de plástico,
digo lo que se supone que tengo que decir,
siento lo que se supone que tengo que sentir,
soy alto y llevo tacones,
soy falso y no me
recuerdo.
Existen decenas
de miles de poetas en Francia,
pero mi súper, pero el súper de mi barrio
un viernes a las nueve y media de la noche,
sin lactosa, sin gluten,
es raro.
Un gitano con una caja de cereales
entre las manos corre por los pasillos gastados,
maravilloso desfile, una mujer de color
salmón se queja todo el rato,
y yo castaña.
Sólo a ratos envejece el alma,
sólo a ratos te chupa la clavícula,
es falta de previsión, últimamente digo mucho,
el año de la rata.
Cuando la oscuridad se puede contar con los dedos de una mano,
son pocos esos días, pero existen cuando la oscuridad
sólo sirve para dormir, y dormir, y dormir,
y dormir.
Alguien se ha vomitado el cuello de la camisa en el ascensor,
dentro del ascensor no, me refiero a que alguien del
ascensor se ha vomitado el cuello de la camisa,
me imagino que fuera, porque dentro yo
no he visto nada, no he visto a nadie
vomitarse el cuello de la camisa,
lo digo sobre todo
por el olor.
Dando
patadas a los árboles,
mirando los contenedores de vidrio,
haciendo ruidos de pájaro,
somos de película.
Ese agujero espacio temporal
que algún obrero equivocado taladró,
la política moderna, decir feliz año hasta verano,
esa gente que sabe saludar así,
por encima.
Todo lo ha diseñado un diseñador, poemas
de blancos para blancos, como todos
los días me tienta, una falda
de Tentazioni.
Es falta de previsión.
Te he visto con una bolsa
de basura orgánica por el centro,
caminabas sin rumbo fijo, con tu bolsa llena
de basura orgánica colgada del brazo,
goteando.
En las calles habrá mucho colgao,
y mis padres no los verán,
y mis abuelos ni los
imaginaron.
En las calles habrá mucho colgao,
y tú y yo estaremos,
entre todos
ellos.