Nació amapolo
en su propio pueblo,
cantaba jotas, tampoco le importaba,
le doblaron sus compañeros, eso tampoco
le importaba.
Aprendió a crecer y se hizo un hombre,
sencillo y magro, educado y
trabajador, lo que se
dice una joya.
Nació amapolo
en su propio pueblo,
cantaba jotas, tampoco le importaba,
le doblaron sus compañeros, eso tampoco
le importaba.
Aprendió a crecer y se hizo un hombre,
sencillo y magro, educado y
trabajador, lo que se
dice una joya.
Una
fábula, una ficción.
Un perro que
observa desde la puerta,
y de fondo, y de banda sonora
nuestros abuelos comiendo sopa.
Una
fábula, una ficción.
En la calle nueve mil colchones
abandonados en llamas,
y en tu mente Joan
Brossa comiendo
tortilla de
patata.
Cada día de mi vida
es un largo transitar los
pasillos de un hospital buscando
un lugar donde poder fumar.
Y yo sólo quiero pasear contigo cuando
sólo circulan los camiones de
la basura.
¿Es mucho pedir querer encontrar?
¿Es mucho pedir querer fumar y pasear?
Si no hay moldes no te puedes salir del molde,
lo de la carne mechada y los nombres
compuestos,
todo eso,
todo está pasado de moda,
todos vosotros,
todos vosotros estáis pasados
de moda.
El sitio es chulo, la zona es bonita,
pero me mudaría de planeta,
lo digo en serio, siempre
que llego vosotros
almorzando.
En este mundo riman lo mejor y lo peor,
todo es redundante y yo me largo
pitando.
Te recuerdo
con tu perro atado en un árbol,
con tu coche aparcado en rampa,
bebiendo agua de todas las fuentes,
demasiadas especies,
demasiadas
gentes.
Te vi de nuevo hace poco y te borras con el tiempo,
a mí me tocaste tú y no mantuvimos la relación,
mi profesora de autoescuela,
¿me recuerdas?
Me mareo
en el bosque porque
no veo el cielo, porque no
caminas a mi lado.
Me dijiste con un espejo entre las manos
que no lo hacías por gusto, y se cayó
al suelo el espejo, y se hizo
mil pedazos.
Me quedé triste y sigo triste, y me mareo
sin poder controlar el movimiento
del suelo que
piso.
Alguien me
dice desde una ventana, alguien me
dice con gestos vuelve a casa,
vuelve a casa y abandona
el bosque.
A veces me
siento mosquito en el ojo,
hundido y rodeado de lágrimas,
nadando a contracorriente,
sumergido entre salados torrentes
que me arrastran sin remedio
hacia una muerte
segura.
A veces un buen caldo no sale a la primera,
a veces comer mal nos hace feos,
a veces ni todo lo que debe,
a veces ni todo lo que
puede.
Estamos a tiempo no por mucho tiempo,
tu colega vomitando garbanzos
por la ventanilla del coche
y tú sin decir
nada.
Con una
paloma en el hombro
y el pelo lleno de migas
tú también puedes
participar.
El cambio es paulatino, sólo
tienes que bailar, se trata sólo
de bailar.
Si quieres lo explico mejor.
Te quiero preguntar puedo y qué
te quiero preguntar.
¿Puedo?
¿Qué te quiero preguntar?
Hay un teléfono reflejado
en el espejo, te llamo
a ese reflejo pero
no contestas.
Día de lluvia,
pero qué maravilla,
pero qué maravilloso
día de lluvia.
Una cara negra fumando en la puerta de un bar,
un Kleenex manchado de sangre,
una fuga de amoníaco,
una pluma mojada.
En un mundo impío que impide,
un mal que tiene corazón,
prefiero imaginar
el final.
El olor del invierno
es un color.
Hola,
me llaman Txema
y tengo ojos de cordero,
pelo de rata y alma de pollo.
En otoño, disfruto dando patadas
a las castañas y destruyendo
nidos de araña.
Dentro de nada empiezo un curso
de danza contemporánea, me
acaban de toser en la cara,
no me pueden estar
pasando más
cosas.