
Cuando era pequeño y no podía dormir
por la tos y el calor lo pasaba
muy mal.
Entonces mi madre me solía calmar.
A veces me daba agua,
a veces un caramelo.
A veces me daba una pastilla de algo mentolado,
a veces un placebo.
A veces me contaba historias.
Como la del pez que saltó de su pecera y murió.
O
la de cuando mi padre se quedo encerrado en una iglesia.
+
Yo siempre me quedaba dormido escuchando su voz.
Soñaba con lima limón, ese sabor
del verano.
O
con esa vez que pisé un charco de vómito
en chanclas.