Carmen Caffarel, directora general del Ente, se despedía de TVE dejando «una televisión independiente y saneada». Aseguraba que abandona el cargo «con la conciencia tranquila». A mí, todas estas frases de despedida me recuerdan a aquella lapidaria del «Atado y bien atado». Y es que no sé si es casualidad, pero la salida de Caffarel de televisión deja a la nieta de Franco cobrando un pico cada vez que pisotea a los bailarines en Mira quien baila y, horror, coincide con el regreso al especial de Nochebuena de Raphael. Un cantante que es a la música lo que José Luis Moreno a la televisión. Es decir, dos rémoras cuya presencia nos retrotrae a una manera de entender el espectáculo que roza el patetismo y que debería poner en evidencia a los espectadores que lo soportan. Claro que es de esperar que con el mensaje navideño de su majestad Juan Carlos por aquel canal no quedara nadie.
Con tanta repetición, las llamadas imágenes de tu vida se están convirtiendo en toda una pesadilla. Las repiten y repiten y las vuelven a repetir como aquel villancico de los peces en el río que acababa poniéndote dolor de cabeza. Y luego, por si su celebración no fuera insoportable, atacan con la tortura de la promoción: Cincuenta años, cincuenta coches . Es todo lo que se les ha ocurrido para las bodas de oro. Pero, ojo, no el regalo de 50 coches, sino hacer negocio interactivo, ya saben, llamaditas a líneas 900 y SMS. Está claro que los que dirigen esta televisión ni están a la altura del aniversario ni de una cadena de estas características. Quizás por eso la estén desmantelando hasta hacerla tan pequeña como su propia capacidad. Claro que es posible que el «atado» al que se refería el dictador en su testamento tuviera que ver con la alegre jubilación de su nietísima y que Raphael nos amenizara la Navidad eternamente conEl tamborilero.