No hace mucho se quejaba José Luis Moreno del daño que podemos hacer los periodistas que escribimos de televisión desde una columna. Venía a decir que era muy sencillo despreciar su trabajo sin miramientos. No pueden ser más injustas esas palabras, sobre todo viniendo de alguien que ha trabajado a destajo, sí, pero también ha marcado los ritmos, ha decidido quién es protagonista y por consiguiente, el nivel de nuestra televisión. Ahora resulta que en la Navidad de 2008 la televisión pública nos regala un especial Raphael como el no va más. Y claro, algunos pensamos que ya está bien. Que ya les vale con los tópicos de pandereta. Que su propuesta de país es tan radicalmente casposa que sólo nos faltaba a quienes hablamos de la tele que miráramos para otro lado como si el invento no fuera con nosotros. Hay tantos argumentos que demostrarían el clientelismo que ha caracterizado la historia de su televisión que ahora sólo faltaría escribirlos en un libro. No hace falta más que ver los anuncios de perfumes protagonizados por Carmen Sevilla y Rosario Flores para darse cuenta de por dónde van los tiros. Su marketing es interesado y la tele que nos proponen no es más que una pesadilla protagonizada siempre por la misma cuadrilla de amigos. Luego se nos acusa de que podemos ser despiadados en nuestras críticas, pero ahora que se acaba el año y no nos ha tocado la lotería, podemos añadir que, para crueldad, la suya. Encender la tele por Navidad es como entrar en la máquina del tiempo que nos retrotrae al franquismo, que es cuando se puso en marcha. Vale, de acuerdo, es cierto que estoy cabreado. No me ha tocado la lotería y no podré darme el gusto de destrozar la tele cuando, en plena Nochebuena, regrese el fantasma del tiempo con, horror, el Tamborilero .
Reyes de la charca
LAS guerras intestinas y las ambiciones personales de poder fueron los motivos del declive del imperio Romano de Occidente. En la tele está ocurriendo lo mismo. Cadenas como TVE que lo tuvieron todo a favor para permanecer en lo más alto cayeron hasta producirse la circunstancia de que las privadas las superaran a pesar de los privilegios que supone el no tener que rendir cuentas por los números rojos. Pero miren por dónde, ahora a las que les está llegando su San Martín es a las privadas. Telecinco venía de encadenar varios ejercicios como líder indiscutible. Su acierto en la compra de series de tirón como CSI, la apuesta por los reality shows como fórmula estrella y la inacabable explotación del cotilleo hicieron que esta cadena se instalase en la cumbre sin que sus rivales lograran hacerle sombra. Pero de un tiempo a esta parte todo ha cambiado. Los programas del corazón que tanto rédito le dieron han sido suspendido o no alcanzan los resultados de antes. Ahora las guerras intestinas entre los que antes dirigían las naves dan como resultado que hayan perdido el liderato y vayan cayendo en barrena. Para ejemplo está la dimisión de Javier Sardá del proyecto que junto con la productora Gestmusic iba a estrenar en primavera para Telecinco. Se suspende por el mal rollo entre Vasile y los cuñadísimos de Sardá, que son los que antes cortaban el bacalao. Por si esto fuera poco, Risto Mejide, el jurado borde de OT que saliera dando un portazo, ha sido vuelto a fichar para la causa sólo para darle en las narices a alguno. Las puñaladas traperas y la traición prometen novedades en Telecinco. Está claro que quien vive de los lodos del morbo acaba pringado hasta las cachas. Y en Telecinco durante años han sido los reyes de la charca ponzoñosa en que han convertido a la televisión.
O sea, te lo juro
Uno de los diálogos de uno de los protagonistas lo describió como «un Guantánamo para pijos». Ésa es la definición de Castigo, o sea tío, esa serie con la marca de El internado que ha creado Antena 3 para recuperar el espacio perdido. Está claro que lo que hoy es noticia truculenta mañana se nos presenta como serie de televisión. Los guionistas aguardan armados de lápiz y papel que les llegue su inspiración en los telediarios repletos de noticias escabrosas. Entre la ganga de muertes violentas apareció como un diamante la referencia de aquel centro de Cataluña en el que varios padres descerebrados, desalmados y desesperados encerraban a sus caras criaturas. Mirándolo por el lado positivo, el éxito de esta serie ha servido para desbancar la cómoda distancia de varios cuerpos de audiencia que GH llevaba al resto. Y tenía que ser Antena 3, que se está especializando en series de ficción donde los pijos las pasan putas en centros privados donde padres con el corazón como un témpano de hielo se desentienden de ellos.
Y hablando de pijos, no sé yo el colegio elegido por los Aznar para sus hijos. Me temo que después de la indemnización que les tiene que pagar Telecinco (240.000 euros, eso es lotería de Navidad y lo demás, burbujas de cava barato) yo que las criaturas Aznar no me quedaría tranquilo. Lo mismo ahora que Obama cierra Guantánamo para los talibanes lo habilitan como colegio privado para que los pijos europeos aprendan inglés con marcado acento tejano, mientras les practican la asfixia con bolsas de jerséis Lacoste. Vamos, la última vanguardia educativa implantada por la derecha ahora que parece que hasta los más radicales valencianos asumen que, o sea, Educación para la Ciudadanía, nothing, de nothing, o sea, ni idea, nada que ver, te lo juro por José Mª y, o sea, por Ana Botella.
Vaya con los niños
¿Cuándo se acabará la crisis, papá? Eso es lo que me pasa por ver los informativos con mi pequeña de nueve años. Uno tiene que responder con el aplomo con el que lo hacen esos tertulianos capaces de responder con rotundidad, lo mismo se hable de macroeconomía, derecho o magia congoleña. Pero no, a uno le entran las dudas y su respuesta se convierte en un «espero que enseguida, cariño». A estas alturas la sensación que queda es que en el mundo no existe otras prioridades que no sean la maldita palabra que nos asusta y que está convirtiendo la tele y la sociedad en resultados económicos. Desde luego, estas Navidades se van a vivir bajo los negros nubarrones de ese futuro que amenaza en cada informativo con ahogarnos a fuerza de echarnos miles de datos negativos. Quizás sea necesario proteger a los pequeños de manera efectiva contra todo ese torrente de valores volátiles e incertidumbre con el que se dirigen hacia nosotros. Los niños, incluida aquella niña a la que se dirigía Rajoy en su desesperado intento por robar la cartera de la sensiblería al personal, se están comenzando a asustar. Son testigos que se comienzan a plantear si de verdad los mayores sabremos controlar todo el juego de equilibrios necesario para mantener el planeta. Claro que si los niños se empañan en hacer preguntas de difícil respuesta uno puede hacer como los guionistas en Cuéntame, que sacan y esconden a la niña pequeña de los Alcántara como si fuera un comodín. Y ahora que lo piens, esa niña que casi nadie sabe cómo se llama se parece mucho a aquélla a la que con aquel confuso brillo de ojos se dirigió Rajoy en víspera electoral, nadie sabe qué pinta en toda esta historia. No dejen a los niños solos frente al televisor. Luego hacen preguntas para las que ni Dios, ni Zapatero, tienen respuesta.
¿Alguien lo sabe?
Se quejan desde CCOO de las triquiñuelas de TVE al mediodía para ganarle audiencia al telediario. Dicen que en Corazón de Anne Igartiburu emiten demasiadas imágenes de contenido sexual. El tema no es que lo hagan al principio, no, ni tan siquiera en el ecuador del programa, el problema es que las imágenes las ponen justo antes de que Ana Blanco y Jesús Álvarez nos cuenten su versión de la actualidad y nos hablen de fútbol en los deportes. Claro que presuponer que a esas horas el personal anda a la caza de imágenes calenturientas es echarle algo de imaginación porque digo yo que las comidas no son horas de andar calentando al personal antes de echarse al buche una ensalada y el filete de lomo. Ya si me dijeran a la hora de la siesta, pues qué sé yo, igual. El tema es que según señalan los de Comisiones, primero te enseñan culos monumentales para hacer corro y que luego salgan los predicadores del pico de oro a barrer para casa.
Está claro que la mayor parte de los días por mucho que hayan subido la líbido entre los desfiles de modelos y el cruce de piernas de la Igartiburu, a las tres llega el informativo para rebajar pulsaciones y echar un jarro de agua fría en el calentón de los espectadores a fuerza de atentados y crisis.
El juego es el sistema que utilizan con éxito en ETB 2 para levantar la audiencia, se dice que no es tan descarado como el sexo pero es un truco igualmente clásico. El combate diario entre chicos y chicas con el protagonismo ineludible de Carlos Sobera atrae tanto como esos planos que se abren o cierran sobre el escote de Anne, los guisos de Arguiñano o los Simpson. Ya puestos, los de CCOO debería explicar qué querrá decir eso de que todas las cadenas coincidan en poner su artillería pesada por presentar clientela antes de los informativos.
Me pido la TDT
POCO a poco la tele va tomando aspecto navideño. ¡Horror! Llegan noticias de que se comienzan a grabar los especiales de Navidad. Tiene buena pinta el que en la Sexta va a protagonizar Buenafuente con su inseparable Berto. Uno tiene ya demasiadas Navidades a sus espaldas soportando el mismo espectáculo año tras año. El punto con que esta pareja se acaba riendo de todo, incluidos ellos mismos, vendrá bien este año de crisis en todos los órdenes, en que los espectadores no sabremos si nuestras lágrimas serán por la típica añoranza que caracteriza la Navidad o de rabia porque el horizonte que nos acecha no es muy alentador.
No hace mucho se decía que los espectadores veíamos más televisión en tiempos de crisis. Esto debería hacer pensar a quienes la programan y la hacen; que este medio se lo tienen que tomar más en serio. Algo así como ha hecho TVE al nombrar una especie de jurado como encargado de seleccionar las canciones que puedan competir en Eurovisión. Se trata de tomar de nuevo las riendas después del golazo que les metiera Buenafuente colocando como candidato a su colaborador Chiquilicuatre. Y no sé de qué se quejan. Jamás un candidato había despertado tanta expectación como el personaje desfasado del la guitarrita y el tupé exagerado. Y es que hay gente en TVE que todavía no sabe muy bien si lo que sucedió el año pasado fue algo bueno desde el punto de vista del éxito de público o fue nefasto por la imagen de frivolidad que dieron. Todo es cuestión de gustos y si hicieran una encuesta sobre el representante más friki de Eurovisión puede que se llevaran una sorpresa. Habría muchas posibilidades de que Chiquilicuatre tampoco lo ganara.
Yo me apuntaría a ese especial navideño de la Sexta, la pena es que la TDT se la he pedido a los Reyes.
Punto de arranque
ESTA semana se han escuchado frases heroicas de gente a la que le gusta de verdad la televisión. Decían que se negarían a ver la entrevista de Jordi González a Julián Muñoz. Que no querían ser partícipes de pagar a un chorizo. Luego la Policía ha intervenido y ha dejado las cosas en su sitio. Queda la duda del efecto que el boicot a esa entrevista hubiera significado. El fracaso de la audiencia a ver esa entrevista podía significar un punto de arranque. Que seamos los espectadores quienes mandemos al paro a esa nómina de prevaricadores casados con folclóricas que durante un tiempo adquirieron más interés que cualquier debate del Congreso de los Diputados. Con todo, no sabemos si el futuro de nuestra televisión contará con estos delincuentes ocupando los asientos de los entrevistados mejor pagados. Al fin y al cabo, ellos no son los culpables de que les pongan delante un cheque en blanco. Pero no se explica que a un programa de televisión tenga que acudir la Policía para comprobar si, en efecto, le iban a hacer la entrevista para cerciorarse de que Cachuli iba a cobrar 350.000 euros del ala. No sé quién se hubiera creído a esas alturas los gestos de arrepentimiento de una persona cuyo valor añadido se ha basado en la estafa y el engaño. Pero tampoco se entiende que existan cadenas y personas notables que quieran ganar audiencia en este río revuelto. Se dice que quien está detrás del montaje de esta entrevista es Ana Rosa Quintana como presidenta de Cuarzo, la productora que ha pactado la exclusiva. Hay gente sin escrúpulos para mantenerse en la cima. También les está llegando el día en que los espectadores comencemos a levantarles el dedo corazón. Ese mismo con el que poco a poco vamos echando a toda esta gentuza de nuestro mando a distancia.
Un día para la tele
Hoy se celebra el 20-N, un día histórico en la televisión. El medio entonces no tenía apenas programación matutina. De hecho el programa de mayor duración era uno titulado Carta de ajuste que era como si grabaran una especie cartón como de parchís gris. Aquel día de 1975 apareció el que llamaban presidente del Gobierno, Arias Navarro para pronunciar:« Franco ha muerto». Frase que hizo feliz, digamos que a medio país y que, digámoslo también así, echo a llorar a al resto. Los niños de entonces lo celebramos con alegre unanimidad ya que nos dieron fiesta. Noticia se quedó grabada a fuego en la memoria colectiva; tan a fuego como, qué se yo: los 12 goles a Malta, la marcha de Heidi de la custodia del abuelo, la muerte de Chanquete en Verano azul o, por poner un ejemplo más reciente, el choque en directo de los aviones contra las Torres gemelas en Nueva York. Si en el teatro se repone el Don Juan Tenorio en Todos los Santos, por qué cada aniversario de la muerte del dictador más largo que la historia ha dado, no se iban a sacar productos a la carta como el protagoniza hoy por Fernando Cayo y el peculiar Manuel Alexandre. </p><p>Si hoy la libertad de expresión tiene mucho que celebrar, mañana es el que la ONU reservó como Día Mundial de la Televisión. Se estima que en el planeta hay unas 250 televisores por cada 1.000 habitantes. Claro que, mientras en el mundo rico hay personas con dos y tres aparatos, en algunos países africanos, como Somalia que tanto vemos estos días, apenas cuenten con 2 por cada mil habitantes. El Día de la Televisión nació para que los países intercambiaran programas que contengan cuestiones de la paz, seguridad, desarrollo social o que fomenten intercambios culturales. Si uno mira nuestra programación, hay que joderse lo poco que tenemos que ofrecer al resto del mundo.
Felicidades, maestro
Existe una carencia algo extraña en los diccionarios respecto a los términos y las expresiones del cine y la televisión. Es como si hubiera algún reparo en que palabras del sector pasen al idioma, seguramente porque muchas de ellas proceden del inglés. Pero no siempre es así.
La aparición del pelotari Mikel Goñi en Mi querido Klikowski , por poner un ejemplo, se le conoce con la palabra cameo . Todavía no ha entrado en el diccionario de la lengua, pero ahora que en uno de los sillones de la Real Academia de la Lengua se sentará el maestro José Luis Borau, esto seguramente va a cambiar. Esperemos que se incluyan muchos términos cinematográficos y del mundo audiovisual que están introducidos en el castellano pero que los académicos apartan con recelo. No queda claro si éste viene provocado por el inglés o por un lenguaje que muchos de ellos no controlan y, por lo tanto, temen.
Pero la noticia del ingreso de Borau, creador de filmes de referencia de nuestro cine y de la entrañable serie Celia para televisión demuestra que por fin han comprendido que no pueden seguir marginando la imagen como el lenguaje más importante del siglo XXI. A la literatura le aguarda un brillante futuro pero, seguramente, estrechamente relacionado con los medios audiovisuales en cualquiera de sus expresiones. Unos vivirán las obras literarias del futuro mirando una pantalla de televisión y otros lo harán siguiendo las evoluciones más o menos interactivas en las playstation de última generación que nos aguarden. Como uno de los alumnos de Borau, siento orgullo de ver al narrador visual de historias sentado en el banquillo que Fernando Fernán Gómez consiguiera como escritor. Pero estoy convencido de que la conquista académica de los actores también está a punto de producirse. Felicidades, maestro.
De curvas y fotos
Se nota que los concursantes de El calendario del año tienen bastante claro que para hacer tele hay que sacar todo el humor del que uno es capaz. Sobre todo teniendo en cuenta que por estos lares el sentido del ridículo es uno de los más desarrollados. Ahí también está el mérito de Laila Mohamet, el de convencer al personal de que el tema hay que tomárselo un poco a broma.
Pero para broma de mal gusto, la que les han gastado a los de Sin tetas no hay paraíso. Tenían todo preparado para matar al Duque en el último capítulo y barrer así la audiencia para su casa, pero los chivatos de una revista se lo han reventado. Así las cosas, han rodado algunas variantes más para el final, para no quedar a merced de estos chismosos. La historia del cine y la televisión está llena de finales ambiguos. En el filme Casablanca, sin ir más lejos, manejaron tres o cuatro finales antes de elegir la desconcertante despedida en el aeropuerto. En Médico de familia casan al protagonista Nacho con Alicia, pero por si acaso grabaron otro final en el que Alicia dejaba a Nacho plantado en el altar. Han sido tantas la reposiciones de esta serie que hemos visto los dos. Las muertes y reanimaciones milagrosas de última hora son igual de efectivas. Una busca la lágrima fácil y la otra la sonrisa bobalicona que prepare el final.
Conseguir un final feliz en el concurso del calendario es un tema complicado. Primero, porque unos se fijan más en la fibrosidad de los músculos de los dantzaris de Aoiz y otros no pueden apartar la mirada de la curvas de las monitoras de Bilbo. Si hubiera que encontrar un final feliz a este concurso seguramente tendrían que ir seleccionando un representante de cada grupo hasta componer un calendario con lo mejor de cada grupo. Pero no. Aquí lo que se valora es el todo y punto. Por muy buenas que estén las partes, ya ven, se quedan sin salir en el calendario.