Sobada en directo

LAS tecnologías avanzan que es una barbaridad pero, por lo visto ayer en la primera jornada de los Sanfermines, no para las conexiones en directo. Ayer, en el Chupinzao se demostró que las cobertura de las antenas portátiles que llevan las unidades móviles no son compatibles con el escenario de calles estrechas de la parte vieja de Pamplona. Resulta que la novedad más importante de la retransmisión del Chupinazo estuvo precisamente en darle un estilo tipo Pamplona directo y metieron a una periodista y un cámara en la olla a presión de la plaza del ayuntamiento. Las imágenes, más que una información, le pueden servir a ella para presentar denuncias por el acoso al que fue sometida por varios individuos que se dedicaron a sobarla en directo, en pleno horario infantil. Con un estilo más tradicional pero más efectivo, ETB 1 se dedicó a mostrar el espectáculo con un comentarista pendiente del directo, pero sin otra misión que la de comentar las imágenes. El Chupinazo en la vieja Iruña es una postal audiovisual en sí misma. Apenas cambia de año en año y puede que ésa sea su grandeza. Meter cámaras a pie de suelo puede aportar una pequeña información, pero el icono fundamental son esos picados que las cámaras captan desde las azoteas y los balcones más altos de los edificios que forman la plaza. Mejor no entrar en valoraciones sobre la actuación de la protagonista de lanzar el cohete, la alcaldesa de la ciudad, Yolanda Barcina. Pese a sus silencios prolongados y ganas de ser la protagonista, sucumbió, como todos, a esa enorme estampa viva que es la plaza del Ayuntamiento a vista de pájaro. Una perspectiva divina y, para quienes amamos estas fiestas, un espectáculo emocionante que en unas horas llegará a todos los rincones del mundo sin protagonismos y a pesar de las interferencias.

Tele tensión

La prueba de que los espectadores se apuntan a caballo ganador lo demostró la baja audiencia de la Fórmula 1, si la comparamos con otras semejantes cuando el piloto asturiano era el rey del mambo automovilístico. La tensión para el triunfo es la primera de las razones del éxito televisivo. Quizás por eso los grandes realitys tipo Supervivientes encuentren su máxima audiencia al final, cuando el Jesús Vázquez de turno diga el nombre del ganador Nilo Manrique de turno y al Juanito Oyarzabal que pierde se le quede esa carita de no haber coronado la cumbre del éxito y de haber perdido el tiempo en ese monótono campo base que es ese programa.

La épica política democrática también tiene sus momentos, digamos, televisivos. El debate sobre el estado de la nación es, después del escrutinio de las elecciones, uno de esos momentos. Los candidato se fajan en la retórica y sus discursos pasan a ser una herramienta tan aplastante como el piolet de los montañeros o la raqueta de los tenistas. Por un día en el intangible de la competición política tiene su escenario y, pese a que no hay marcador oficial que lo anote, se produce el fenómeno competitivo: los oradores ganan o pierden según hayan convencido desde la tribuna en el Congreso de los Diputados. Hubo un tiempo en el que estos debates tenían mucho tirón y eran seguidos por audiencias millonarias. Pero llegó Aznar con aquella famosa frase de: «márchese, Señor González, váyase» y la cosa fue decayendo hasta la sinsustancia actual, entre el eterno aprendiz de tribuno Rodríguez Zapatero y el orador pedante y salibante de Rajoy. El resto de los portavoces también compite y, en ocasiones, lo hace de manera contundente y brillante, pero esos no cuentan en la quiniela a 1 ó 2. El debate sobre el estado de la nación fue el primer reality show : la madre de todas estas macarradas televisivas.

Imitadores

Como llega el verano, llega también la oportunidad de los profesionales de la tele para retirarse de sus reinos de taifas y descansar del estrés y las cargas físicas y mentales que tiene eso de ser figura mediática. Estaría bien que mientras descansan tumbados en esas playas de ensueño, a las que sólo algunos afortunados suelen acceder, estaría bien, digo, que reflexionaran si para el año que viene nos merecemos la televisión que nos están dando. Que por ejemplo Ana Rosa Quintana mientras se extiende la crema solar haga lo propio con su programa y elimine esa información basada en la aburrida monserga de los famosetes. Para paliar los estragos de Dolce Vita o Aquí hay tomate sería necesaria una colecta entre todos los telespectadores para que alargaran sus vacaciones de forma indefinida. Esto no sucederá, claro, así que seguiremos con los programas y con esos sustitutos imitadores que copian el acento, los gestos y hasta los tics nerviosos de las primeras figuras. En realidad existe un miedo razonable a no dejar de emitir este tipo de programación en verano. La explicación está en que es tan rematadamente mala y tan bochornosamente inútil, que cabría la posibilidad de que, una vez que has estado un par de meses sin ella, luego te parezca purita bazofia. La programación de verano, en consecuencia, tiene como principal estrategia quedarse como están. No hagamos muchos cambios no sea que llegue el otoño y no sepamos cómo va a reaccionar el público. Y si a las grandes estrellas se les pide un poco de reflexión, también sería oportuno que los espectadores lo hagamos. Un poco de tarea para este verano no nos vendrá mal. Si en la decisión del mando a distancia está la clave, vamos a ir entrenándonos para cuando llegue el otoño dar una buena sorpresa a los programadores.

De los nuestros

COMIENZAN los rumores sobre bajas y altas justo cuando la temporada televisiva está llegando a su fin. En este sentido hay que colocar el aviso de Buenafuente y su productora de que el año que viene no estarán en Antena 3, aunque, desde luego, no descartan fichar por otra. La fidelidad, está claro, sólo se mantiene si está recogida en el contrato. No creo que ninguna cadena se atreva a utilizar un formato que está dando muestras de agotamiento. Una especie de gallina de los huevos de oro cuya sorpresa inicial del Qué pasa Neng se sigue utilizándo tres años después. Ya les vale.

El gran acontecimiento televisivo de este fin de semana fue la reaparición deportiva de Mikel Goñi. Un pelotari con un poderío físico portentoso que, paralelamente, derivó también a personaje público. Desaparecido en el torbellino que en ocasiones produce la popularidad, hizo que abandonara la pelota y se decantara por cultivar otras facetas de su imagen pública que están a años luz de sus posibilidades como pelotari. El espectáculo audiovisual y sentimental que nos proporcionó ETB el domingo fue grandioso. En el escenario centenario del Astelena de Eibar, el regreso de Mikel a los frontones puede ser un gran documento de oro si en el futuro, el pelotari navarro logra alcanzar un nivel físico apropiado que le ayude a superar los claroscuros de su leyenda. Mientras estos días se oyen las altas y bajas de futbolistas y presentadores de televisión que nos pillan tan lejanos, la reaparición de la figura de Mikel Goñi como pelotari es una gran noticia, porque en ese talento reside su principal valor para el espectáculo y porque además es uno de los nuestros. Televisivamente, la pelota todavía tiene que crecer. Necesita los mejores realizadores y también a los pelotaris con carisma para ser un deporte que pueda, ¿por qué no?, competir de tú a tú con el fútbol.

Superviviente

LO de Juanito Oyarzabal en Supervivientes va para nota. Mucha crítica y mucha crispación pero resulta que semana a semana va pasando la criba y está a punto de meterse en la final. Seguramente con este programa, junto con su breve aparición en El conquistador del fin del mundo, el montañero alavés ha conseguido más popularidad que en sus numerosos años como uno de los grandes de la escalada mundial. Está claro que a Juanito, pese a su carácter agrio, le va la marcha y ha decidido hincarle el diente al tema este de la popularidad. No sé hasta qué punto el carácter le permitirá sacar todo el partido a la idea de personaje que seguramente le están preparando. Porque en la televisión se funciona a golpe de estereotipos. Están acostumbrados a forzar el carácter hacia donde les interesa y la gente se deja hacer. A unos les sugieren el lado cómico da igual todo lo serio que sea en la vida normal; a otros les muestran que lo suyo es ser un cascarrabias y que, televisivamente, de nada sirve que no ejerzan de ello. A Juanito le espera ahora el difícil descenso de esa montaña resbaladiza de popularidad. Un mal paso y todo el circo mediático que le ahora le apoya se le echará encima. Inocentes no saben que, con quien se la juegan, es un hombre capaz de alcanzar las cotas más altas del planeta. Ahora que llega el verano la televisión se infantiliza y las programaciones matutinas llevan más programas específicos para los pequeños. Ya saben: concursos un poco ñoños y dibujos animados japoneses. Este verano y ante el estreno el 11 de julio del último filme de Harry Potter habrá varios programas especiales sobre este personaje. Dicen que en Internet ya han destripado el final de la nueva entrega de la novela. Que hay misteriosas muertes de personajes muy destacados. Mejor me callo que estos de las editoriales lo mismo me empapelan si lo cuento.

Baja el revólver

Sabes que te respeto; que pienso que eres el mejor cazarrecompensas de la historia. Vale, Colorado Jim, te daré toda la información que necesites pero no hace falta que me apuntes; baja el revólver, por favor, y te diré dónde puedes encontrarlos. El primero llegó de las ondas del oeste se llama Miki Puig y forma parte, junto con otros dos forajidos, del jurado de Factor X , son peligrosos porque además de cuatreros que encierran y maltratan al ganado, roban las confidencias de los concursantes y luego las emiten. El otro día, sin ir más lejos, le hicieron a uno cantarle los cuernos a su novia por teléfono. Mala gente, Colorado. No sé cuánta recompensa te darán por él, pero si lo cazas pronto, quizás por este lado del Misisipí nos libremos para el verano de este engendro de personajes que por un minuto de gloria son capaces de abrirse en canal y vender sus propias entrañas. Colorado ,el tal Sardá por el que preguntas es mejor que no vayas a buscarlo. Unos aseguran que estuvo con el Dioni en Brasil y otros aseguran haberlo visto con Boris Izaguirre en Venezuela. Mejor que te olvides de él, Colorado, porque es como perseguir a un fantasma porque hasta hay quien asegura que fue visto en Kenia vestido con un taparrabos por los suburbios de Kibera. No hace falta que me apuntes Colorado a éste del cartel Se busca tienes que ir a buscarlo a la COPE se llama algo parecido a aquel espía Federico, Federico Jiménez Losantos y la última vez que lo vieron iba acompañado de un barbudo llamado Rajoy. Fue cerca de los pastos de Aquí hay tomate. Hablaban como cotillas de los amoríos lésbicos de Encarna Sánchez e Isabel Pantoja. Si atrapas a los dos podrás te darán gran recompensa. Podrías comprar el rancho La Cantora cerca de Marbella. Hay agua y vacas y la ley pasa tarde y de mala gana. Baja el arma, Colorado.

Adiós al fútbol

HOY se acaba la Liga y con ella desaparece el principal personaje televisivo. Para medio país el fútbol se ha convertido en la manera de entender la vida. Cada vez más gente aparentemente normal va por la vida luciendo la camiseta de su equipo como la seña de identidad más clara de su personalidad. Antes uno podía ser idealista, cínico e incluso agarrado; ahora para muchos, lo primero es ser del Athletic, del Alavés (esto comienza a ser una pasión peligrosa), del Osasuna y de la Real. Hoy muchos vivirán la jornada con el culo prieto porque el descenso puede sacarlos del paraíso de la Primera División. La televisión ha tenido mucha culpa en que el fútbol reine sobre el resto de los deportes, colocando a los jugadores en un Olimpo ficticio. Por donde quiera que lo mires el balompié no tiene ningún valor especial que lo distinga. La pasión por el fútbol es similar a la que se tiene por la televisión. Uno convive con ella y la usa como herramienta siempre a mano a la hora de relacionarse con el mundo. Algo falla cuando la mitad de la población cada fin de semana pone toda su fuerza mental en la victoria de su equipo. La televisión debería relativizar esta tendencia e invitar a descubrir otras alternativas además de esa pasión ciega por el fútbol. Para que no ocurra como con Pedro Almodóvar, que mientras en Italia le entregaban la insignia al Mérito de la República aquí aparece como personaje sospechoso en el libro 100 personajes que hunden España de Curri Valenzuela, tertuliana de María Teresa Campos que defendía las posturas de Aznar. Ahora tiene programa propio pero no la vemos porque trabaja en Telemadrid. El libro de Curri es como una botella de licor barato que la mafia editorial cuela en este estado de ley seca para la cultura y la inteligencia, típico de los lugares donde se habla mucho de fútbol y gobierna la derecha.

Destape y lencería

KATE Walsh, para quien no la conozca, es una actriz secundaria de la serie Anatomía de Grey , y estos días hace furor en Internet porque hizo un amago de desnudo en el programa en directo The Showbiz Show with David Spade de la televisión americana. Se quejaba amargamente de que la hubieran elegido en el puesto 52º en el ranking de tías buenas que debe hacer la revista Maxim. Estamos ante el nuevo sistema de reivindicación del destape: esta actriz se arrancó los botones de la camisa de un tirón y resulta que lo que llevaba debajo era una lencería de marca. No ha quedado claro si su queja venía por el lugar tan lejano de la clasificación o por el sistema denigrante de elegir de esta revista, cuyo público objetivo son los hombres. El tema se las trae, porque la reivindicación es legítima, pero cuando uno entra en el manido campo de la televisión, nunca puede estar seguro de que no le están tomando el pelo. Recuerden si no la teta que enseñó Janet Jackson y la repercusión a nivel de censura que aquel acto provocó. La queja de los sectores más conservadores obligó a que todas las retransmisiones se emitieran con unos segundos de retraso. Es decir, para la televisión americana, aquel destape consiguió cargarse la televisión en vivo. Desde entonces todos los programas se graban y se emiten con un pequeño retardo respecto a la realidad. Se desconoce la repercusión que traerá para la televisión el desnudo de lencería que ha protagonizado Kate Walsh. Si a partir de ahora perderá su trabajo o ganará protagonismo en la serie Anatomía de Grey . Puede también que este acto suponga el definitivo despegue al estrellato que la actriz no consiguió con su trabajo. En el mundo de la televisión, en ocasiones el esfuerzo y la fama no están relacionados. En un pispás estás en la cumbre o te mandan derecho al infierno del anonimato.

Jóvenes jubilados

El periodista José Manuel Martín Medem acaba de publicar el libro La Agonía de TVE . En la obra el autor marca como origen de los males del ente los diferentes intentos por parte de los dirigentes políticos por controlar sus servicios informativos, cuyo momento álgido estuvo en el Gobierno Aznar aunque también los pusiera en práctica Felipe González. Esa lacra debería sacarles los colores a los políticos que en este país han sido. El objeto de entretenimiento capaz de entusiasmar a la sociedad aquí se quiso convertir en arma que asegurara la reelección por parte de los gobernantes de turno. Quizás por eso dé un poco de envidia el caso americano donde la TV sigue siendo pionera incluso manteniendo como clásicos insustituibles, aquellos programas que ella misma inventara y luego exportara a todo el mundo. Los intereses políticos nada tenían que ver con el éxito de la programación. Tuvieron claro que sus propuestas deberían interesar tanto a los más ricos como a los más pobres de la sociedad para convertirse en el medio más influyente, como así terminó siendo. Desde sus orígenes, los concursos contribuyeron a alcanzar estos fines. Uno de ellos fue El precio justo, que hasta el final de la década de los 80 no llegaría hasta nuestra televisión con la frase de «a jugar» que Joaquín Prats pronunciara junto con un gesto oscilante de su brazo derecho. Este concurso en EEUU lleva funcionando ininterrumpidamente desde hace 51 años, es decir, los mismos que cumple TVE. Lo estrenó hace 51 años la NBC y luego lo incorporó la CBS con Bob Baker de presentador, que se jubila ahora con 83 años. Jamás nadie se ha planteado que una de las caras más conocidas de la TV fuera a jubilarse. Lo contrario a lo que pretende el lamentable expediente de TVE: a los 50 no se dice si por inútiles o por sobradamente preparados: todos jóvenes jubilaos .

Vías de extinción


En general somos unos cerdos. Eso es más o menos lo que sostienen las doctoras Raquel Sánchez y Yolanda Sanz. Atacaron de nuevo este viernes en Cuatro con su programa Soy lo que como . Una expresión que se puede hacer extensible a otros campos: ¿qué son los que escuchan a Jiménez Losantos?, y la vista: ¿y los espectadores televisivos de las corridas de toros, o los que disfrutan cuando los del Tomate se meten a degüello con Isabel Pantoja? Con todo llegan un poco tarde, porque en su nueva temporada se metieron en las cocinas de los colegios ahora que precisamente a los chavales les quedan dos telediarios para las vacaciones. La novedad del programa la protagonizó precisamente uno de lo cocineros oficiales de Cuatro (ya se sabe que esta cadena ha apostado desde su nacimiento por los temas culinarios), Darío Barrio, aquel que protagonizara el concursoTodos contra el chef. Tampoco conoce todavía lo que serán los espectadores de Soy lo que como . Si su interés es meramente didáctico o son gente que les gusta autoflajelarse y se sienta en el sofá con un bocata de salchichas con bien de mostaza, vamos, de esos que sufren en silencio por sus malos hábitos sin ninguna intención de cambiarlos. Los que llevan una década enviando un mensaje ecológico son los del equipo de El escarabajo verde, con la convincente Elisabeth Anglaril como presentadora. Llevan 400 programas, como hoy, todos los domingos al mediodía. Sería un ejemplar televisivo que sobrevive como esas especies desconocidas que viven en las islas vírgenes sin apenas competencia. Se sabe que existen pero solo unos pocos lo han visto. El programa da sentido a una televisión pública; donde se plantean las cuestiones sobre el futuro de un planeta en peligro cuyos habitantes nacen, se reproducen y mueren delante de una tv sin hacer mucho por protegerlo.