¡HASTA MAÑANA!

Escupes cada tres metros,
cansada te reflejas en la superficie del agua,
cansada te conviertes en un trozo

de madera.

Sombra de una silla,
cansada te concibes alargada,
cansada te proyectas en la rama que baila
empujada por el viento de

una montaña.

Vista plana que no sientes nada, que tiñes de luz
las tardes ociosas y te marchas cansada
entre las nubes,

¡Hasta mañana!

CÓMO TODO DESAPARECE POCO A POCO

Has empezado a ver cómo a través de tus gafas
polarizadas la luz del sol desgasta
los botones de un

parquímetro.

Has descubierto que los muros traseros
de las casas no se pintan

de colores.

Has visto crecer la hierba oscura
cerca de la misma papelera

roja.

Y cómo ese campo de fútbol que te recuerda
otro campo de fútbol sin patinadora
de fuertes muslos mirando su
cronómetro de pulsera
desaparece poco a

poco.

REFLEJADO EN TU RETROVISOR

Siempre te ocurre lo mismo
a setenta kilómetros

a la hora.

Un pájaro vuela delante de tu coche,
un pájaro juega, un pájaro

se divierte.

Un árbol de color amarillo
te observa desde lo alto
de una colina.

Te detienes cada cien metros en el arcén
y te pruebas cada cien metros
cinco gafas de sol

diferentes.

Y es que no te ves tan guapo reflejado
en tu retrovisor, ni con gafas

ni sin ellas.

CUANDO TE PONES NERVIOSO

Pones la cabeza debajo de la misma gotera
que no es una ducha pero que

moja igual.

Plantas un limonero en la misma maceta
y lo plantas de nuevo a la vista

de todos.

Derramas un táper de comida en sus pantalones
como en aquella fiesta del vecino francesa.

¿No lo recuerdas?

¿Cuando levantaste la tapa y la comida salió disparada
y aterrizó en su entrepierna?

Luego quisiste poner la cabeza debajo de la misma gotera
que no es una ducha pero que moja igual y plantaste
un limonero en la misma maceta, y lo plantaste
de nuevo a la vista

de todos.

No me digas que no te acuerdas de nada
porque sigues haciendo lo mismo

cuando te pones nervioso.

CUATROCIENTOS CINCO MIL RAYOS

Dejar los huesos de cordero para los perros
en los márgenes de las fincas de recreo
es algo que ya no se hace,

se ha perdido esa costumbre de dejar
los huesos de cordero para los
perros en los márgenes de

las fincas de recreo.

Una campana de iglesia que suena
como una tubería de acero
que baja rodando y te
quiere aplastar no

es tan peligrosa.

Todo eso lo piensas
caminando quince kilómetros
con tu bicicleta pinchada entre las manos.

Todo eso lo piensas, bueno,
todo eso y que la semana pasada
cayeron cuatrocientos cinco mil rayos

en la península ibérica.