Detrás de una
gasolinera te pedí perdón
pero tú sólo querías repostar
y largarte.
Me dijiste:
He comprado unos helados y los he olvidado en
la mesa de la cocina, tengo miedo a que se
derritan con el calor del verano, todo
lleno de chocolate, imagina qué
desastre, pero me hace ilusión
que me pidas perdón,
de verdad,
pero me tengo
que largar, ya sabes,
los helados.