Mencanta
ese momento volviendo
del contenedor, mencanta cómo
el aire acaricia mi
rostro.
Mencanta la
silueta de una piscina
desmontada grabada en la hierba fresca,
mencanta una escoba para
la cabaña.
Mencanta llorar en el bosque,
mencanta escribir poemas
detrás de las gasolineras,
y en los márgenes de las carreteras,
y con todos los almendros del
mundo encerrados entre
cuatro paredes.