TODOS LOS ALMENDROS DEL MUNDO

Mencanta
ese momento volviendo
del contenedor, mencanta cómo
el aire acaricia mi

rostro.

Mencanta la
silueta de una piscina
desmontada grabada en la hierba fresca,
mencanta una escoba para

la cabaña.

Mencanta llorar en el bosque,
mencanta escribir poemas

detrás de las gasolineras,

y en los márgenes de las carreteras,
y con todos los almendros del
mundo encerrados entre

cuatro paredes.

Publicado por

Txema Maraví Artieda

Soy de mi pueblo de toda la vida.

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