LA CASA DE INABONOS

Se chocaba de frente, giró el volante
hacia la izquierda y tiró del freno

de mano.

Pudo lavarse los dientes tumbado
en la cama mirando el

techo,

pudo palmarla montado
en su flamenco,

pudo llegar vivo a la casa de inabonos
y observar las calles impregnadas
de magnesio y las fundas grises
de los coches pero

no hizo nada.

Publicado por

Txema Maraví Artieda

Soy de mi pueblo de toda la vida.

Un comentario en «LA CASA DE INABONOS»

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