Cuando abrí los ojos
no había nubes que cruzaran el cielo azul.
Cuando abrí los ojos no había nubes a las que aferrarse,
sin embargo, allí estaba mi hermano sentado
entre bolsas de basura,
esperando.
Un hilo alquímico, un hilo invisible nos conectaba
a pesar de todas las vicisitudes.
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Abandonamos el descampado como fantasmas
y nos tumbamos en una playa cercana.
Contamos y pasamos las horas
que nos quedaban para
llegar a casa bajo el
horrible sol de
Palamós.