LA televisión está desarrollando individuos nacidos para ser carne de cañón de sus concursos y realitys. Telecinco es quien mejor crea esos microclimas donde nacen, crecen y se desarrollan a su antojo. En Mujeres y Hombres y Viceversa la selección artificial hace que estos especímenes vayan creciendo en medio de gran competencia. Se trabajan el músculo del desparpajo y poco a poco van haciéndose querer por la cámara hasta que ya pueden volar y formar parte de otros concursos y otros medios. Es lo que le pasó a Reche, que ahora forma parte del elenco de Acorralados. Una de sus pretendientas de entonces también ha echado a volar. Lleva la marca de su inclasificable personalidad en su nombre: Esel Weis. Se hizo famosa por ser la que más veces ha pretendido a otros concursantes. ¿Un récord que comparable a la imbatibilidad de Valdés o la vuelta rápida de Lorenzo? Pues no. Esel Weis se va a hacer famosa por ser la protagonista de un peculiar reportaje de Halloween en Interviú. Ahí sale desnuda huyendo de un grupo de zombis, se toca de Caperucita Roja y muestra sus tatuajes más reservados.
Y hablando de vueltas rápidas y motociclismo. Las imágenes del accidente de Simoncelli en el circuito de Sepang nos dejaron tocados. Golpes así te sacan de la impresión de que un deporte (o lo que sea el motociclismo) que en televisión tiene todo el aspecto de un vídeo juego y que puede tener un final tan terrible. El domingo tocó obituario en televisión y todos aquellos que habían estado metiéndose con la agresividad aniquiladora de Simoncelli se la envainaron. El domingo, el italiano se convirtió en la mejor persona del mundo. Si no vales para caperucita y no tienes tatuajes escondidos que mostrar, solo queda morirse para que hablen bien de uno.








Me sorprende todavía la especialización de los concursantes deGran hermano. Resulta que toda aquella monserga de estudio sociológico no era más que una simple invención. Un divertimento. Como en su momento lo fueron las peleas de gladiadores y los leones comiéndose cristianos. No sé el tiempo que llevan encerrados en la casa esa de Guadalix de la Sierra. Desconozco si el encierro les invalidará para una posterior vida normal o padecerán traumas y depresiones de por vida. Está llegando el momento final y los concursantes han desarrollado un verdadero instinto para actuar y engañar al público, su juez principal, suponiendo que este juego de descerebrados y ociosos tenga algo más que no sea pura manipulación. Piensan qué movimientos tienen que hacer y a cuáles les obliga el movimiento de sus adversarios. Puestos a idealizar, hasta se podría comparar con el ajedrez. Todo estaría justificado si fuera un simple juego, pero luego vemos que nada más lejos. Edición tras edición, se comprueba que los que triunfan son los concursantes que no saben de escrúpulos. Esos que engañan, venden exclusivas, montan bodas, o cambian a conveniencia su sexualidad. No hay una razón basada en buenos valores que aporte esta universidad aparentemente improvisada de Guadalix de la Sierra. Cada año, sin embargo, ingresan nuevos depredadores, buscadores de la fama rápida y vividores del chisme y el cotilleo. Ya no se preocupan de camuflarlos entre el gentío de los casting. Aunque este año decidieran retirarlo de la programación, tardaremos muchos años hasta que su rastro desaparezca de la televisión. Esa generación de comunicadores que se inició vendiéndose ante las cámaras no valoran su intimidad. Díganme una razón para que respeten la del resto del mundo.