Ya están poniendo en marcha la décima edición de Gran Hermano y parece que estará de nuevo la Mercedes Milá. Más de lo mismo. Aquel pelotazo que empezó en el esperanzador año 2000 ha conseguido repetirse con éxito destacado durante 10 temporadas. John de Mol, que es su adinerado creador, no se conforma con haber ideado el éxito televisivo de la década. Ahora, según leo en Vertele , busca el nuevo hit televisivo en Internet. A través de una web quiere recoger todas aquellas ideas que le puedan aportar los aficionados a la tele que, además, tengan algo que decir. Hace bien en fiarse del público. Si De Mol preguntara a los críticos, seguramente le hubiéramos disuadido de seguir adelante con Gran Hermano y, sin embargo, ahí sigue el engendro, vivito y coleando. Y es que, al contrario de lo razonable, a algunos no nos entra que el triunfo lo consiguen quienes tocan la tecla de la sensibilidad más popular. Vamos, que si TVE hubiera pagado a un grupo de vecinos, el pastón que se gastó en su Comité de Sabios pues hubiera acertado de pleno. Aquellos gurús hablaron y debatieron durante meses sobre el sexo en TVE para luego encuadernar todos los sesudos diagnósticos y archivarlos a la espera de usarlos en las predecibles goteras de la torre madrileña del pirulí, cada día más desvencijada. Ahora, como novedad, nos vienen con el cambio de logotipo. Pasan de la recta mayestática de TVE, a las sinuosas minúsculas de tve, supuestamente más populares. Desde luego, después de cinco años si algo han demostrado estos directivos del Ente es que no serán ellos quienes lideren el cambio real en este organismo ni en la televisión del futuro. ¿Se imaginan que después de miles de sugerencias en su página web John de Mol presentara como novedad gran hermano pero en minúsculas? Pues eso: hay cambios con los que nada se mueve.
Autor: Javier Arizaleta
Danza y pelota
Hoy ETB 1 nos acerca uno de los espectáculos deportivos más importantes del año. La final del Campeonato Manomanista coincide con ese otro gigante que es la Eurocopa, cuyo seguimiento a lo largo y ancho del mundo es unánime. Al parecer, el secreto para que el partido se siga con interés es hacerse de un equipo y empujar el balón desde el salón de casa. Para los que no tengan un claro favorito entre Barriola y Bengoetxea les propongo una decisión semejante a la que toman los apostantes de los frontones, hacerse rojo o azul. Esta tarde en el mítico Atano III las cámaras nos harán testigos excepcionales de una final que poco le tiene que envidiar a los partidos de la Eurocopa, salvo que seremos testigos excepcionales. Y eso que la pelota va ganando espectadores jóvenes gracias, entre otras cosas, a que ahí ha estado la televisión. Aunque si por la tele fuera estaríamos últimamente todos bailando. Ayer TVE volvió al ataque con sus programa ¡Quiero bailar! , un nuevo formato de baile conducido por la joven perla televisiva: Josep Lobató. Un concurso exhibición en el que 16 participantes tuvieron que clavar su coreografía para ir superando las sucesiva cribas. Al parecer, TVE no quiere perder la iniciativa en hacer de la afición a la danza una manera de entender la televisión y no han encontrado mejor manera que arrebatarle la iniciativa y el presentador a Cuatro. Ahora que se acerca el verano y las verbenas, los espectadores tendremos mucho donde escoger a la hora de copiar pasos y estar a la altura de las circunstancias para ser los amos de las pistas, de las plazas y de los frontones, que también a aquí se traslada la música cuando la lluvia aparece. Mientras llega la hora del partidazo entre los pelotaris de Leiza y como no me atrevo a decantarme, cien a uno si Josean Tolosa nos cuenta un chiste en la retransmisión. ¿Quién acepta la apuesta?
Podemos
Como siempre que se habla de fútbol hay mucha exageración en esta Eurocopa. Para empezar por las diferentes versiones que al cabo del día utilizan el socorrido: Podemos , eslogan con el que Cuatro se quiere sumar al carro de la buena suerte que tantas veces se le ha atribuido a la familia real y que ayer vimos dando saltitos en el palco VIP. El podemos indica muchas dudas tanto a nivel deportivo por las posibilidades de la selección, pero también señala cierta incertidumbre sobre la capacidad de la cadena para hacerlo. Como era de esperar la realización austriaca está siendo perfecta. Una bella sencillez que se basa en planos generales en los que uno puede seguir el partido entero sin entrar en los gustos personales del primer plano que tanto se estila por estos lares y en los que en el mejor de los casos el espectador se puede llevar un escupitajo. Pero hay datos que indican que el podemos se puede referir a hacerlo mal. Cuando vemos que el nivel de los comentarios del narrador principal, Carlos Martínez, se basan más en sus gritos que en su correcta apreciación de las jugadas. Es cierto que el fútbol es un tema al que una gran parte de la audiencia de TV le da mucha importancia, pero también es cierto que no todo un país gira en torno al habitual papel de perdedores que los jugadores de la selección representan. Cuatro quiere sacar petróleo de la Eurocopa pero su apuesta es frágil y basada en la presunta rivalidad entre sus presentadores estrella Manu Carreño y Manolo Lama a los que la información se les desvanece entre una sucesión de chistes fáciles y el ritmo que, más que frenético, parece urdido para ganar un concurso de locuacidad. Vale: podemos ganar la Eurocopa y los de Cuatro pueden hacerlo mejor. Pero, por favor, que lo hagan sin sacarnos de nuestrascasillas . No ven; si es que todo se pega.
Bea, al desnudo
Ver a Emma García fuera del polígrafo público es una suerte de recuperación reconfortante. No es que Mujeres y hombres y viceversa, el nuevo programa que presenta por las tardes sea para echar cohetes, pero por lo menos el espectador no siente esa presión constante de sentir vergüenza ajena en las preguntas y respuestas comprometidas. Se trata de un reality pensado en que el mundo está lleno de Antonias Dell’ate y condes Lecquio. Para empezar porque, por lo visto ayer, los concursantes podrían haberse conocido en el gimnasio. Un desfile de tías y tíos buenos pero, además, preparados. Supongo que pensando en alegrar el ojo a los jubilados que a esas horas dormitan con la tele encendida. Y es que pocos se creen que estas personas que aparecen en este programa busquen su alma gemela, más bien se les nota que darían cualquier cosa por trabajar en televisión así tengan que vender su alma al diablo de las cámaras. Para empezar no tiene sentido el capricho de que para participar uno tiene que tener una edad comprendida entre los 25 y 40 años. Eliminan sin mayor explicación a los jóvenes a los maduros y a los viejos convirtiendo lo que podría ser una muestra social en una excusa para mostrar modelos.
Hay fórmulas que siempre funcionan porque son dramáticas y a las que todo se permite porque se huele el subidón del final feliz. Yo soy Bea es uno de esos culebrones que llevaba 470 capítulos estirando hasta la desesperación el argumento inicial. Los espectadores podían perderse un trimestre y engancharse con la historia sin problemas en cuanto se lo proponían. El domingo, a la tal Bea le fueron quitando las cejas, las gafas de pasta negra, el aparato de dientes y le soltaron la coleta. Resultado: ocho millones de espectadores. Para enseñar tan poco ha sido el striptease más visto de la historia de la TV.
Menuda faena
SE acerca el verano. Época de desbandada de famosos echando la persiana y largándose en busca de los paraísos que aguardan a sus contratos millonarios. Algunos lo de cerrar se lo empiezan a pensar porque nunca se sabe si a la vuelta el público habrá cambiado y ya nada será lo mismo. Buenafuente va a hacer una mix. Se va de vacilones todo el verano pero deja a Berto al frente de la barraca. La verdad es que Buenafuente se está convirtiendo en un especialista del estar sin estar; de que lo represente alguno de sus otros yoes: El Neng, Chikilicuatre y ahora Berto. A otro que el yo le juega una mala pasada es José Tomás, ese torero que se niega a que retransmitan sus, digamos, faenas por televisión. La contradicción para quien no quiere salir en televisión, es que sacaran la noticia de su triunfo en todos los informativos de todas las cadenas junto con imágenes de esa costumbre hortera de sacarlos a hombros por la puerta grande. Su toreo así cobra una dimensión de exclusividad que ha hecho que se pagaran 7.000 euros por una entrada. Cifra escandalosa en tiempos de crisis. No es que me parezca mal que José Tomás no se deje grabar, sobre todo teniendo en cuenta que hace tiempo que este negocio de los toros había caído en las redes de la taquilla y de las teles de pago, lo que no se termina de entender es cómo se le puede permitir este capricho saltándose a la torera el posible interés público que despiertan sus, digamos, corridas. Como en la Edad Media, los aficionados humildes al toreo valiente y templado de José Tomás tendrán que conformarse del boca a oreja; creerse los comentarios de quienes afirmen que fueron testigos y completarse la película con esos tres planos que han permitido sacar en los informativos. Aunque no sé qué me da que esa digamos faena estará colgada muy pronto en esa televisión de los milagros llamada Youtube.
Otra del Oeste
La programación de western a media tarde es una idea que está cuajando. ETB 2 con su Cine western y Canal 9 con Cine de l’Óest triunfan con esta receta y alcanzan una audiencia que algunos días supera el 20%. Pero se nota como que este éxito tiene algo de contradictorio por lo que tiene de relleno. Porque reponer cine puede ser recurrente, pero es una manera de no apostar por la programación televisiva y, además, estamos ante un producto que no es novedoso. Para lo bueno y para lo malo, el cine en televisión tiene algo que ver con el reciclaje. Algo que ayuda al sostenimiento del equilibrio del planeta televisión pero indica que no se sabe, o no se puede, crear nuevos formatos. Se puede afirmar visto lo visto que la reposición de cine contribuye a la reducción de la emisión de basura por las ondas. El cine no ayuda a que la televisión encuentre su propio lenguaje, pero sí a que los programas basura no lleguen a determinados horarios y cierto público infantil y de la tercera edad, como es el caso. La reposición de Duelo en la sierra (ETB 2) o Los indestructibles (Canal 9) fue un duelo a muerte el pasado martes frente a El diario de Patricia o Gente . Fuego de colt 45 contra esos dos ejemplos de programas televisivos capaces de contaminar irreversiblemente la audiencia. El cine viene al rescate de unos espectadores atrapados en sus hogares por diversos motivos y que, tarde o temprano, acabarían cayendo en las redes de la telebasura. Por un lado, de las impúdicas confidencias en público que exige Patricia y del otro, en la lotería de crímenes y sucesos violentos que relata con luctuosa frialdad Raquel Martínez en Gente, que tiene como estilo y objetivo la imitación hasta la saciedad de su antecesora, Sonia Ferrer, para que nadie note que, efectivamente, ya se ha ido. De estos duelos vespertinos, desde luego, no saldrá la televisión del futuro.
Arde la memoria
Hoy me siento como el replicante de Blade Runner , aquel que decía «he visto cosas que vosotros no creeríais». El destino ha querido que el incendio de los Estudios Universal de Los Ángeles haya coincidido con la drástica decisión de mi hermana pequeña de tirarme a la basura toda una colección de vídeos grabados de la televisión entre el 1989 y 1995 que tenía en casa de mi madre. Su explicación fue que estorbaban y que además ya estaban estropeados por humedad. Hace un tiempo hubiera preferido que me cortaran un brazo antes que permitirlo. Sin embargo me lo dijo y no sentí mayor nostalgia. Nunca me atrajo el soporte de cinta de vídeo, aunque tengo que reconocer que fue útil mientras duró. Me permitió grabar cientos de clásicos del cine con el valor añadido del sello de los anuncios publicitarios. Y es que tiene su punto revivir ese llamamiento desfasado al consumo mientras uno ve, que sé yo: Centauros del desierto . Se ve cómo, al año o así, la decadencia se apodera de los espacios publicitarios. Y haciendo recuento de las cosas que pude grabar durante esos años apenas me vienen al recuerdo series que me marcaran. De todas las cintas la única que echaré de menos es la que tenía grabado el capítulo uno de Twin Peaks . En fin, uno echa la vista atrás y más que la frase del replicante sobre las naves en llamas más allá de Orión, siente la necesidad de repetir en un suspiro aquello de que, televisivamente, la verdad es que no somos nada. La imagen del incendio de la calle de Nueva York que se usó en 1987 para Dragnet y la de mi hermana pequeña dirigiéndose al contenedor con la carcasa rota de Sed de mal hubieran supuesto hace no mucho una auténtica pesadilla. Pero hoy parece ser que algo ha cambiado. Los decorados de cartón piedra, como la colección de cintas desvencijadas de vídeo, estorban. Hoy ya todo cabe en un MP4.
Camisas mojadas
El evento deportivo más incierto, es el de las raquetas y camisetas de marca mojadas que se celebra en París. Roland Garros y otros torneos del Grand Slam acaparan tanta atención social como deportiva. Mucho nivel técnico de los tenistas sí, y todo un desfile de modelos por las gradas. Como todos los años las tormentas de verano hacen su aparición y el duelo tenístico y el pijerío de las gradas acaba como el rosario de la aurora. La gente corriendo fuera de la pista y los currelas pues mojándose y tapándola con un toldo. La apuesta de la 2 de TVE por este torneo ha sido todo un fracaso, hasta el punto de obligarle a cambiar la programación. Eso sí, se han sacado de la chistera la retransmisión del Giro de Italia que ya estaba desde el principio en ETB1 y se han quedado tan anchos. Además de contraprogramar lo hacen echando un espectáculo que ya se emitía. No es normal que una cadena pública con su experiencia dilapide su prestigio con estas prácticas prepotentes. Meter de rondón los comentarios de Perico Delgado y compañía cuando la ronda lleva en marcha veinte días es una jugada patética: de mal gusto. Apuestan dinero público a caballo ganador por la magnífica actuación de Contador. Con esa jugada demuestran que viven del despilfarro. Primero se gastan la pasta comprando los derechos de un torneo de tenis en el que siempre llueve y para el que siempre tienen que improvisar y, luego, porque teniendo los derechos del Giro no los han utilizado hasta que una tormenta les chafa el Roland Garros y han visto la posibilidad de que un corredor español pudiera ganar la prueba. Con este nivel de mal hacer que han demostrado, no me extrañaría que el gafe les persiga: que se queden sin la final de Tenis que soñaban y, pobre Contador, que el Giro lo acabe ganando algún italiano.
Heidi, en Eibar
NO sabemos cómo reinventarán el barrio de San Genaro en la próxima edición de Cuéntame. Uno se hace una idea porque siempre estuvo bien recreado, pero no todas las series se atreven con los planos de exterior. Más tímidamente conocemos el barrio de Santa Justa como una zona residencial. En Santa Justa está ubicado el caserón donde, desde hace años, tienen sus cuitas y enamoramientos incestuosos la familia de los Serrano que, nadie se lo cree, pero dicen que la que viene será la última temporada. Eso sí, incorporarán para ello nuevos personajes. Ahora por cuestiones de rapidez y para simplificar la producción, a las series las dejan sin la personalidad que les imprimen las calles. Los personajes están aquí o allá, entran y salen, pero nunca van de paseo, ni los realizadores pueden mostrar un paisaje, o un personaje que se aleja. Ejemplo de esto sería Las chicas de oro que nadie se acuerda, ni falta que hacía, en qué ciudad vivían o, por poner otro más cercano: Mi querido Klikowsky . Se cita Eibar, sí, pero no hay planos que nos lo describan. Las acciones trancurren del bar a la oficina y de aquí a los hogares de los personajes principales. Y a los espectadores nos queda imaginar las transiciones. Normalmente detrás de esta decisión suele haber componentes donde se valoran los costes. Pero en muchas de estas series se echa de menos el marco de la ciudad donde trancurre la acción, sobre todo en aquellas en las que ésta aparece citada. Cuando uno visita Nueva York tiene en su memoria a fuego esquinas que ha visto mil veces por las series de televisión. Y si uno viaja por Sierra Morena se acuerda de aquellas escarpadas montañas donde cabalgaba Curro Jiménez. Puestos a elegir algún paraje televisivo donde vivir, me quedo con la cabaña del abuelo de Heidi. Y es que ya ven: ya no quedan paisajes como los de antes.
Simpson y Bea
LAS fiestas y el deporte le dieron a uno la oportunidad de perderse el soporífero recuento de Eurovisión. Esa cacofonía horripilante (Spain cho point ) que se repite cada mes de mayo y que a uno le ponen los pelos de punta. Aunque puestos a repetir los que no tienen ningún pudor son los de Antena 3 con Los Simpson. Esta serie va a batir todos los récords. Se repiten una y otra vez los capítulos y sólo cambian las voces. Al parecer, los dibujos no cobran derechos de autor pero sí lo hacen los actores de doblaje. Al personaje del señor Burns se le conocen 4 voces diferentes y a su amado Smithers ya he perdido la cuenta de cuántas veces le han cambiado la voz. Lo cierto es que, hable quien hable, le pongan la voz que le pongan, Los Simpson concitan día a día una atención que no consigue el resto de los programas que compiten con ellos. Este fenómeno televisivo que consiste en la repetición se sale de toda lógica. Los amantes de la serie conocemos las capítulos de memoria y hay gente que también anticipa los diálogos. Sin embargo, se sigue viendo. Estamos ante una contradictoria ceremonia televisiva, si en tiempos fue la lectura de La Biblia la que servía de refugio hay espectadores que encuentran en la revisión de Los Simpson un reconfortante rincón donde guarecerse y disfrutar.
Y hablando de repetición: Yo soy Bea. Poco a poco vamos viendo los milagros que el guión y la cosmética pueden hacerle a una chica fea. Este cuento del patito que todos los espectadores intuyen que acabará en tía buena y casándose con el hortera de Don Álvaro. Pues bien, dicen que la boda supondrá el abandono de la pareja de la serie pero no el fin de ésta. Está claro que en televisión las series o las mata la audiencia o no hay manera de que dejen de seguir alargando como si fueran churros. El caso es que no imiten a Los Simpson y comiencen a repetirla.