Repartir candela

Cada día se estila más la interacción entre programas. Vamos, que unos salen confiados a grabar a la calle y los que acaban cayendo en la trampa y grabados son ellos mismos. Se ha desatado una guerra entre programas y se dan candela y les pagan cuando menos piensan con sus propia medicina. Uno de los iniciadores de esta tendencia es Jordi Évole, el llamado El Follonero que fue capaz de infiltrar dos personajes en el programa de Patricia. Un joven matrimonio que se había separado por su adicción a los chat. De esto y de otros momentos televisivos podemos ser testigos en Salvados por la tele, la mejor apuesta televisiva de este verano, ya que explota el interminable filón cómico que este medio tiene y que, además, le crece día a día. Y quién mejor que El Follonero para meter el dedo en esas llagas que han dado momentos tan interesantes como aquel sagrado instante en que su santidad recibía de sus manos la guitarra delChikichiki . </p><p> Pero la gran apuesta veraniega sigue siendo OT . La escasez de la propuesta hace que nos la encontremos con más frecuencia y que espectadores que no le habíamos hecho ni caso hasta ahora, nos dejemos caer justo cuando ya sólo quedan tres concursantes y se barrunta el final. Ayer al que le dieron también de su propia medicina fue al borde por excelencia de Risto Mejide «has pasado de calvo con greñas a skinhead», le dijo el concursante Pablo como sacando valor de su más que posible salida del programa. A Risto no le cambió la cara. Acostumbrado como está a repartir estopa no le quedaba otra que aguantar el golpe con entereza. Luego vino la lectura del veredicto del público y al concursante no lo echaron. Algo me dice que esos encontronazos entre concursantes y jurados están preparados. Ayer a estos magos se les vio el truco.

¿Pobre de quién?


Si el Chupinazo arrancaba con la energía a raudales de miles de personas empeñadas en la fiesta, el Pobre de mí es el homenaje festivo de la ausencia. Tanto TVE como Cuatro no le han visto interés al tema del cierre sanferminero quizás porque no ven que una despedida pudiera pelear en horario de prime time . Ellos se lo perdieron. Junto con las cadenas locales, nuevamente ETB 1 se erigió en único testigo de este acto tan entrañable que atrapa incluso a quien no ha pisado nunca los adoquines de la plaza Consistorial de la vieja Iruña. Y es que la nostalgia no se estila en la televisión y eso que siempre que se acude a ella arrasa. Eso le ocurrió el pasado domingo a la reposición de Volver . La película en la que Almodóvar vuelve a contar con Carmen Maura y del que se hizo una buena presentación antes de la emisión. Una especie de documental en el que se recogía de manera algo exagerada el distanciamiento entre la actriz y el director manchego. Y es que se equivocan quienes creen que el público sólo quiere frivolidades tipo Sabes (menos) más que un chico de primaria con el que A3 amenaza de nuevo como apuesta de verano. Pero resulta que Aída, por poner el ejemplo de la serie de más éxito de la última temporada, no sería lo mismo sin el contrapunto de personajes perdedores, ni Mi querido Klikowsky llegaría al corazón sin esos remates en voz en off con acento argentino con los que se despedía cada capítulo. </p><p>La emoción televisiva no se hace sólo con carcajadas o lágrimas. Existe un equilibrio que aspira tanto a la risa como a explorar el desasosiego. Quizás por eso la ceremonia de los Sanfermines no tiene sentido pleno si no se tiene en cuenta el final. El éxito del Chupinazo comienza en el Pobre de mí. Y algunos se fueron sin contarlo como se merece.

Los protagonistas

La semana ha caído con la cuenta atrás de los encierros sanfermineros. Poco a poco los ánimos se han ido serenando en Cuatro. Manolo Molés y, sobre todo, Nico Abad han conseguido encauzar hacia la normalidad todo ese torrente de información que se colaba por todos los lados los primeros días y que iba en contra del espectáculo. Y del lado de TVE pues la amenidad también se ha instalado, descargando de presión esos monólogos imparables e inconfundibles de Javier Solano, haciendo del encierro un espectáculo más amable. Pero esto mañana se acaba. El fin del encierro es como el comienzo veraniego para la programación de televisión. A partir de las mañanas del día 15 ya es otra historia. Hasta ahora hay una información que discurre por todas y cada una de la cadenas. Los heridos por asta se aparecen en todos los informativos de televisión como si se cantara el resultado de un partido de fútbol o puede que como partes de una guerra en ninguna parte. Si algo ha conseguido la Vieja Iruña con sus fiestas es convertirse en un escenario, un gran plató de televisión donde todo el mundo quiere estar. Desde los adoquines de Santo Domingo, la plaza del Castillo, los fuegos artificiales, todo adquiere un carácter universal. El caso es que la interpretación de esas imágenes de juerga en la calle y toros atrapan a nuevos espectadores que el año que viene se convertirán en protagonistas. Y es que ése es el gran secreto de los Sanfermines: el de hacer un protagonista de todo aquel que se acerca a vivirlos. Un año más la televisión ha sido el gran medio a través del cual las imágenes se han multiplicado y difundido por todo el planeta. Es posible que en buena parte de él nadie entienda el sentido de esas imágenes, pero habrán conseguido una nueva generación de personajes, dispuestos a ejercer de protagonistas en estas fiestas universales.

Emoción y crisis

Existen momentos televisivos en los que hay que echar toda la carne en el asador. En los Sanfermines, por ejemplo, hemos visto cómo reporteros de infinidad de cadenas se dejaban engullir literalmente por la fiesta para contarla desde dentro. Como en la canción preguntarse por las llaves y zambullirse hasta el fondo del mar para recuperarlas. Y esto es una de las grandes armas de la televisión, esa herramienta con la que contamos para pasear por el mundo y vivir un poco sus emociones. Ser testigos desahogados del angustioso y mágico aglutinamiento de la gente en la plaza del Ayuntamiento de Pamplona a vista de pájaro para, un plano después, descender hasta las entrañas de esa muchedumbre y compartir de manera personal el estallido especial de la fiesta en un lugar privilegiado.

Pero la tele esta última semana ha estado sembrada. Sobre todo dos chicas de TVE. El comentario chistoso de María Escario: «¿has echado algo en falta en los bolsillos?», refiriéndose a la presencia de ecuatorianos en la celebración de la selección de fútbol, es toda una declaración de intenciones del doble juego que mucha gente practica. Luego parece que la chica se disculpó porque no quiso hacer ningún comentario xenófobo. La gran Anne Igartiburu aseguró en la gala de Premios de la Academia de Televisión que «esto va a ser un coñazo». La verdad es que visto aquel engendro donde se premió la creación televisiva uno se da cuenta de que tenía razón. Pero también de que la crisis creativa en este sector ha tocado fondo. El problema es que apenas hay gente que apueste por tirarse al agua y encontrar esas llaves. A este paso, el matarile es el que le aguarda a este medio, que aburre incluso cuando sus protagonistas se ponen sus mejores galas.

Once años

Para los de Cuatro lo de la Eurocopa ha sido como un viaje en globo. Ahora que se ha acabado vuelven a estrellarse en sus registros anteriores. Vamos, que la audiencia ha tenido su momento de debilidad, pero es pertinaz como ella sola y vuelve a sus viejos hábitos. Es decir, a echar unas risas con Camera café y lo que se haga con Hospital central . Claro que ayer fue un día duro para buena parte de los espectadores. Tocaba fajarse con la cruel realidad que a diario nos chantajea. Ayer hubo que agarrarse al cojín para enfrentarse a la fatal cuenta atrás de la miniserie que emitía Antena 3 coincidiendo con el undécimo aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco. Once años no son nada para asumir con cierta distancia aquel brutal sin sentido. La tele en este caso actuó de diván. No sé hasta qué punto la recreación fue de masiado realista o directamente funcional. El caso es que sirvió para que buena parte de la sociedad se enfrentara directamente con la atrocidad de aquellos actos: la impotencia de una persona ante su final y la de toda una sociedad al no ser capaz de impedirlos. Y claro, quien acabara el día viendo El caso Wanninkhoff seguramente habrá tenido esta noche toda clase de pesadillas. Meter la realidad en la ficción es una de las tareas más interesantes que puede ofrecer la televisión. Una vez que los servicios informativos y los documentales han dicho todo lo que pueden decir se queda toda una constelación de pequeños detalles que hay que decidir y sólo se pueden resolver si se hace el trabajo de recrearlos. Primero Zapatero en el congreso de los Diputados e Ibarretxe en ETB 2 y la despedida de Mujeres desesperadas, nadie diría que apenas hace tres días todo el mundo se reunía en Cuatro a dar brincos con los goles de la selección. La tele, en fin, ese electrodoméstico capaz de reunir, asustar y sacudir casi todas las conciencias.

Mujeres del tiempo

JUNTO al efectivo Podemos, eslogan con el que Cuatro ha dado la brasa durante estos días, habría que colocar la frase de «Yo sobreviví a la Eurocopa». Porque las cadenas tienen como criterio sagrado el de jamás hablar de los contenidos de su competencia. No ofrecer ni un pelo de publicidad para no dar ideas a su trabajada audiencia. Pero esta norma se rompe cuando hablamos de fútbol y de una docena de cracks del deporte. Resulta curioso que se hagan programaciones para que los espectadores no se vayan de la mano del mando a distancia al fútbol y luego vengan los periodistas de la cadena a reconocer que el partido fue espectacular cuando en realidad deberían haber estado viendo sus propios programas. Reconocen que no, que ellos también disfrutaron con el fútbol de la selección que casualmente ponían en Cuatro. Pero dejemos ya de hablar de la Eurocopa y vayamos entrando en materia veraniega. Después de leer en estas mismas líneas la jubilación de Maldonado, lo veo con otra intensidad. Sus bajas presiones y su anticiclón de las Azores me provocan nostalgia. La verdad es que su figura ha ido engordando, con el paso de los años ocupaba cada vez más pulgadas de la pantalla hasta tapar casi todo el mapa, pero su estilo se ha mantenido intacto, camuflado su acento andaluz y esa lectura automática como de niño aplicado al que le faltara el aire para decir todo lo que sabe. Y es que Maldonado fue el sustituto natural del conocido como el hombre del tiempo figura emblemática de los primeros años de TVE que en su momento fue Mariano Medina. Una de las personas más populares tanto por su gracejo como por sus fallos garrafales en las predicciones. A Maldonado lo prejubilan, a Picazo lo mandan a presentar realitys pues ojo Urko y Alex el tiempo en TV, con el permiso del franciscano Pello Zabala, parece cosa de mujeres.

Juguetes rotos

HAY algo quebradizo en las forzadas imágenes de la boda de Belén Esteban que Antena 3 emitió con el despliegue de la boda del siglo. Algo de objeto frágil que va de mano en mano. A cada momento parece inminente que se les cae y se rompe. La boda de esta chica les sirvió en su propósito de coger carrerilla y salir triunfantes. Todo valía con tal de sacar un puñado de puntos a la competencia. Este tipo de televisión que utiliza a los seres humanos como si fueran juguetes rotos resulta patética. El montaje de la boda recuerda más a los ultrajes de los niños despiadados al tonto del pueblo que a otra cosa. Si cada año hubiera que puntuar a las cadenas para ver si se han ganado su derecho público a emitir televisión, con este reportaje Antena 3 hubiera perdido cualquier opción a seguir haciéndolo. Pero no parece importarles cruzar la línea de lo razonable, sobre todo estos días en los que ven cómo el fútbol polariza la atención hacia Cuatro. Una situación que algunas cadenas llevan muy mal. Retiran programas habituales, contraprograman sin ningún aviso en horas que antes nunca lo habían hecho. Vamos, una locura, sobre todo para esa hermosa minoría que se acerca a la hora del partido de la selección y busca un programa que no tenga que ver con el fútbol. Ya ven que, de una u otra manera, la Eurocopa es una interferencia tan poderosa que la mejor noticia televisiva es que por fin se acaba esta noche. Suponemos que el final apoteósico batirá un nuevo récord como programa más visto. Claro que la borrachera futbolística da paso a la disipada programación veraniega, en la que uno nunca sabe con qué se va a encontrar. Es tanta la indefinición de esos programas veraniegos que acaban siempre haciendo buenos a los que sustituyen. Algo me dice que tras la Esteban, este verano van a sacar a todos los juguetes rotos para hacer con ellos patética televisión.

Eurocopa para todos

Esta fase de la Eurocopa me ha pillado en el Mediterráneo, ya saben, ese crisol maravilloso de culturas y pueblos. Aquí se puede comprobar que el lenguaje de los goles se canta por igual en cualquier idioma: con los mismos saltitos ridículos y esa desproporcionada reacción a la acción de que la pelota toque la red. El gol comienza a ser el gesto más universal de nuestra civilización como para los romanos lo fuera el pulgar hacia abajo con el que se podía pasar a cuchillo al gladiador que había perdido el combate.

Da igual que la pelota la meta un ruso como el otro día Andrei Arshavin hizo saltar de alegría a los huéspedes rusos del hotel, como el domingo hizo gritar del mismo modo la transformación del decisivo penalti tirado por Cesc Fábregas. Claro que en todo este nuevo universo que se está creando en torno al fútbol hay demasiados fantasmas que convendría alejar antes de que sea demasiado tarde y se convierta en un espectáculo atroz.

Para empezar, porque es un deporte donde las mafias están encontrando muchas facilidades como tapaderas legales de negocios, la verdad, bastante turbios. Otra de las cosas para cambiar con bastante urgencia es el espectáculo anterior a los partidos, son esas escenas en las que la gente aparentemente normal se transforma y abraza sin tapujos simbologías radicales con cierta tendencia hacia la violencia. Buena prueba de que el fútbol es un universo en sí mismo son las consolas de videojuegos. Espacios virtuales donde se recrea la realidad hasta sus últimas consecuencias.

Lo último en sumarse a la fidelidad del natural es la comercialización de los espacios publicitarios. Si hasta ahora lo importante eran los avances de los jugadores por el campo, hoy con la publicidad uno tiene la impresión de que por fin está en el mundo real.

Todo menos libre

Ocurre a menudo que la gente te habla de ciertos concursantes de Gran Hermano o de OT que se hacen populares incluso entre quienes no ven el programa. Qué les voy a decir de los niños. Esas esponjas son capaces de visualizar cualquier programa sólo a través de los comentarios que realizan sus compañeros. Ocurrió con el Pressingcatch . El programa que Cuatro pone a las 13.30 sábados y domingos. Es decir: comidas y fin de semana. Momentos en los que los padres serían capaces de hacerse el haraquiri con tal de que sus retoños coman y no den la brasa. Pues eso, el éxito de esta horterada camuflada de combate arrasó y ha servido de ejemplo para que otras cadenas cierren los ojos se tapen la nariz y hala, Pressingcatch para todos. La última en incorporarse al carro del fraude de los combates simulados fue ayer Antena 3. Como defensa para poder emitirlos, las cadenas, a las que se unirá La Sexta en el mes de julio, argumentan que ya se advierte al comienzo del programa de que no se deben repetir las llaves y que, además, es para mayores de 13 años. Con esos mismos argumentos podrían echar pornografía dura, asesinatos reales y todos los espectáculos más monstruosos a cualquier hora del día. No tengo nada en contra de este show para descerebrados que es el Pressingcatch, pero los datos hablan de que el segmento de edad que más los sigue son los niños entre los 4 y los 12 años. Todo un acierto. Frecuentemente, los informativos de televisión aprovechan para sacar vídeos -que definen como ofensivos- en los que adolescentes maltratan a alguien y luego lo cuelgan en el anonimato relativo que permite YouTube. Pura hipocresía. Si hay algo indigno es dar cobertura legal al alcance de los niños a esta bazofia patética que golpea el rostro del sentido común. Una ostia que se expande por todas las cadenas.

Parece que fue ayer

El espacio Pásalo de ETB 2 ha llegado a su programa mil y parece que fue ayer. Fue ayer cuando esta cadena decidió sacudirse la manía de dar por sentado que la gente sólo quería cotilleo. Es posible que en el refugio del hogar a uno le entren las ganas como de observar el mundo y, de paso, se nos vaya el mando a la búsqueda de esos canales donde sistemáticamente husmean entre la basura de la vida privada. Puede ser que si no hay nada mejor uno se quede ahí esperando que abran la bolsa y muestren todas las intimidades por muy repugnantes que sean. Pásalo ha demostrado que también es posible hacer periodismo añadiendo a la noticia ese ingrediente peculiar que aporta cada colaborador con su opinión. Este complemento es lo que les distingue de otros informativos que pasean por la realidad como si les diera miedo tocarla. Así que hay que felicitarles porque han demostrado, una y mil veces, que hay razones para pensar que otras maneras de hacer televisión son posibles y necesarias.

También la ternura es un planteamiento televisivo que ofrece tan buenos resultados como la mala leche. Fíjense si no en la nueva versión americana de Betty que Cuatro anuncia a bombo y platillo junto con la futura retransmisión de los encierros de los Sanfermines, y ante la cual la crítica se ha rendido. A la americana sólo le ven las bondades de su mayor producción y realización, cuando siempre ocultaron los atractivos de Yo soy Bea . La crítica también puede ser un preocupante ejercicio de injusticia si quien la realiza utiliza diferentes raseros. En esta carrera vertiginosa; llena de obstáculos y donde tan importante es el fondo, que es el mundo de la televisión, llegar a 5 millones de espectadores o forjar mil programas es algo grande. Algo que sólo se puede conseguir con el trabajo bien hecho. Felicidades, a quien le corresponda.