Un viejo maldijo su suerte con todas sus fuerzas
a través de la ventana de un geriátrico cualquiera
recordando un amor que dejó escapar
cuando era joven
Qué desgracia
y en qué momento decidió
que aquella chica no era su amada
Todos los días asomaba su arrugada cara por la misma ventana
y con los brazos apoyados en el marco de madera
gritaba su nombre a través del valle
¡Blanca!
Eran las nubes y el viento de las montañas
las cosas que le recordaban continuamente
la imagen de su joven venerada
Qué bello era él entonces y qué tontos sus ojos
que no supieron apreciar la verdadera belleza
de su alma
Maldito viejo solitario y qué pardillo
cuando de repente se precipitó al vacío
y cayó entre unos densos arbustos
y no se hizo
nada de nada
…