Un altavoz
dijo en alta voz.
((( Manuel, acude a desechables )))
Y Manuel dijo.
Boxearé, merecerá la pena,
a dos pasos del arroyo, a dos pasos
de una verdadera nulidad
me haré cargo.
Un altavoz
dijo en alta voz.
((( Manuel, acude a desechables )))
Y Manuel dijo.
Boxearé, merecerá la pena,
a dos pasos del arroyo, a dos pasos
de una verdadera nulidad
me haré cargo.
Este aceite
de oliva está de muerte,
¿no te parece Decorativa?
Mira Decorativo,
no quiero sentirme realizada,
no quiero marcarme un objetivo,
si quieres nos vamos de vacaciones
a un secadero de
jamón.
Habíamos
quedado en el
Alcampo y se ha ido al campo.
¯\_( ͡° ͜ʖ ͡°)_/¯
Ahora está sola en medio de un descampado,
rodeada de basura pero feliz, observando
ladrar a los perros de las fábricas,
cerca de las vías del tren, cerca
del Polígono Sector
Mogotes.
Tienes
que recrear tu salón
en el pasillo y bajar la persiana,
escuchar el calor, sentir cómo se cuela
por la ventana.
Tienes que limpiar los balcones
con un trapo y quemar un vaso de plástico,
escuchar el calor, sentir cómo se desliza
por la fachada.
En la calle cuatro quesos inauguran una pizzería
forrada de moqueta, si te quedas
dormido dentro te cortan
los
brazos,
si pides una
pizza con piña y no
te comes la piña te cortan
una mano.
Os presento
a Federico Latón,
Efe Lata para los amigos.
Como casi todos los de su quinta
Efe no se considera un tipo de montón,
es amable y respetuoso con la naturaleza
pero recicla con rabia.
Cuando te pide un vaso helado en verano
a Efe le dan miedo los hielos, cuando
rompe la tapa de tu piscina Efe
te compra una nueva.
Es un chico práctico, siempre lleva encima
un libro de lectura prolongada, tiene
complejo de palmera y nunca
se queja ni se deja
barba.
Cuando veo un balón pinchado en la carretera,
cuando veo un pastor de ovejas y escucho
la vieja cigarra saco el brazo por la
ventanilla del coche y siento la
muerte de cientos de
mosquitos
entre los dedos.
Y entonces me cruzo con un camión
y pierdo el brazo de cuajo, y por
eso dejo de sentir la mano, y
por eso ya no siento nada
entre los dedos.
Mañana me
contarás qué hiciste ayer,
abrirás las alas y me contarás
qué hiciste ayer.
Mañana me contarás que te cuesta cambiar,
mañana me contarás que algo se
ha roto en el bosque.
No te molestes, no cierres la puerta, mañana la cerrarás.
No hay prisa porque mañana limpiarás todas las
telarañas y entonces me habrás dicho todo
lo que necesito saber.
Menudo diíta.
Primero he visto un estornudo desde mi coche,
lo he visto flotar encima de una moto, lo he visto flotar
en el aire contaminado de una carretera
de doble sentido.
Luego he visto un búho, lo he visto mirando a los coches,
estaba sentado en el arcén, algo bastante raro para un búho
que casi siempre observa desde los árboles,
pues éste no, éste lo hacía desde la
carretera y casi lo atropello,
ha echado a volar en el último momento.
Luego he visto a tu primo esquivando carros de la compra
y luego he freído, y luego he frito un villeroy
de jamón y queso.
Esta mañana
he comprado en el chino
de la calle Amaya un palo de escoba
que no barría nada y más tarde he comprado
una camisa en Bartos que no me cabía,
pero era muy bonita, pero era
de Bartos.
Luego en un bar de La Estafeta
me han sacado un pincho de
toro muy caro que me ha
parecido una estafa
de estofado.
Finalmente, indignado he comprobado
que no vendían ni cerezas, ni peras,
ni fresas, ni campanas en el salón
de juegos Las Vegas a pesar de
anunciarlo en su puerta
claramente.
Mujeres con carpetas
y algún hombre con carpeta,
todos salen de algún curso nocturno
entre risas, algunos se despiden y otros
caminan en grupos.
No tienen nada que ver con esa NOCHE que yo
creo pertenece a ese borracho anónimo que
detrás de un kiosco extraño se frota la nariz,
y gesticula raro, y su cara parece un charco
a las once y cuarto de un
martes por la noche.