Autor: Txema Maraví Artieda

Si me muero
de repente todo
a mi hermano Iñigo
y que luego él disponga.

Todo lo pide por favor y da las gracias por todo.
Siempre saluda y se despide haciendo eses.

Agarrémoslo
que lo tiene fino
el pepino.

La
reacción
de la culebra
homófoba fue desmesurada.

Cogió por los pies al marica
y lo lanzó al fondo
de la sala.

De pronto alguien gritó bailando.
Y no quiero decir que gritaba mientras bailaba.

Quiero decir que gritó bailando.

¿Se puede querer a unas sillas?

La respuesta es sí.

Lo verdaderamente difícil es que ellas le quieran a uno.

Érase
una vez un hombre
que con cincuenta y tres años
pensaba todo el rato en su funeral
y vivió hasta los ciento
veinte.

La depresión es una enfermedad que la he visto por la tele. – Dijo una vez.
La patatina no lleva harina, lleva patata. – Dijo un día.
Perdiendo el control se aprende a perder el control. – Dijo a pesar de que no perdió el control en toda su vida.

Yo tengo un amigo que me amaaa,
Me amaaa,
Me amaaa,
Yo tengo un amigo que me amaaa,
Su nombre es Ernest.

Soy un tonto con pelo en la cabeza.
Una cabeza de tonto con pelo soy.
Cada pelo mío es tontería.
Y mi cráneo una pelota
de pelo estúpida.

Puedes dormir con un pez.
Puedes comprar sartienes nuevas.
Pero si ya las tienes para qué las quieres.

Puedes tener una chica.
Puedes tener una chica ecuatoriana
que te limpie la casa una vez por semana.

Puedes, si quieres puedes.
Puedes, pero siempre serás tú.

Serás tú cuando vayamos a verte a Monserrat.
Serás tú cuando nos veas desde lejos caminando despacio.

Serás tú todo el rato.

Nos recibirás con tus brazos largos abiertos y tu gorro de papa blanco.
Nos recibirás con ropa nueva,
bien almidonado.

Y es que amigo,
no puedes cargar con
toda la locura del mundo tú solo.

Puedes dormir con un pez.
Puedes comprar sartienes nuevas.
Pero si ya las tienes para qué las quieres.

Si tengo que tirar la basura la tiro en tu parcela.