La
luz de
la nevera
ilumina la pared
de mi salón a oscuras.
Y yo me voy a mi cuarto con un plato de lechuga entre las manos.
Me siento en la cama, enciendo la tele y miro mi entrepierna.
Se me sale un cojón y parte de la polla
por un lado del calzoncillo.
Es divertido, pero me tapo, pudoroso.
Es ridículo, pero como y me
duermo.
Todo el día en casa sin hacer nada.
Comiendo, roncando, soñando en nada.
Y tú en tu casa viéndome desde un agujero.
Te ríes de mí todo el rato, te doy un poco de pena.
Cierras los ojos y olvidas
lo que has
visto.