Recuerdo la primera vez que nací.
Es que yo no tengo pies.
Pensé.
Luego empecé a respirar.
Imaginaba que todo era una broma de mal gusto.
Me sangraba todo, me sangraban
hasta los ojos.
Mundo, he aquí tu mascota.
Pensé.
Y luego seguí respirando.
Y así llevo cuarenta y dos años.