Os presento a Leguleyo.
A la primera de cambio Leguleyo
te corta la cabeza y la clava en un palo.
Entre dos coches,
entre dos arbustos, desde allí te vigila Leguleyo.
Parece un compañero abnegado pero no,
es todo lo contrario.
Leguleyo sólo sabe pensar en Leguleyo.
Si tienes miedo lo ves.
Leguleyo huele el miedo.
Leguleyo crece con tu dolor.
Mi hermano y yo lo conocemos bien
pero como somos de Bielorrusia
lo pisamos con fuerza.
Bye bye Leguleyo.