No me creo al Papá Noel del centro comercial de Lleida.
Es un hombre corriente disfrazado de Papá Noel.
Saluda con su mano falsa imitando
al más grande, al todo
poderoso Papá
Noel.
Pero se nota que no es él.
Sangra debajo de la mascarilla.
Puedo ver cómo poco a poco se va tiñendo de rojo.
¡Bah!
Hay muchas empresas que hacen lo mismo.
Contratan a un impostor y luego esperan que nos lo creamos.
Pero yo no me lo creo.
Ese Papá Noel es más falso que un pato.
Ay los patos…
¡Cuánta risa forzada esgrimen los patos!
¡Cuánta risa y cuánto derroche!