Hablando
del mundo entero
bajo el influjo del maligno, escuchando
sermones que no llevan a nada
y comprando llaveros en el
rastro, acabo de sentir
el
hielo.
Tomo nota,
toma nota de todo
mi cuaderno electrónico,
se deposita el polvo entre mis
dedos afilados,
y vuelvo para casa con
una vieja cárdigan
roja nueva y
cuernos.