Yo quiero que aparques la furgoneta en doble fila
pero tú me dices que lo quieres más fino
para meterle queso
por dentro.
El que no lo es no lo es para todo, me dices.
El que no lo es no lo es para nada,
te contesto.
El todo y la nada se pertenecen y se
mantienen flotando en el cosmos
de la lengua castellana,
me contestas.
Touché.