Antes he visto un
coche de policía en el monte
haciendo no se qué, antes lo he visto
y he supuesto que parado en
alguna carretera lejana.
Más tarde en Ororbia he
visto cómo se agitaban trece bombillas
y cinco minutos después casi
atropello un gato.
De pronto he supuesto que a siete kilómetros
le había dado a un turista un tirón en la
rodilla subiendo unas escaleras de
papel, y que no caminaba recto,
y que no estaba muerto
del todo.