Vicio inconfesable


Como estaba cantado, el fútbol ocupa muchas horas de programación en este verano. Y qué quieren que les diga, pues es preferible eso que tener a la Dirección General de Tráfico dando la tabarra entre anuncios tétricos y ruedas de prensa en las que la culpa de todos esos accidentes no es suya. Pues vale, para eso que pongan fútbol a ver si a fuerza de sobredosis acabamos aborreciéndolo un poco y de esta manera no hacen todo el descomunal negocio a costa del vicio confesable del fútbol. Hay otros vicios poco confesables y practicados en su mayoría por descerebrados. Me refiero a la grabación con el teléfono y su posterior traslado a la red, de imágenes como la que el otro día emitieron todos los telediarios. En ellas, una menor era brutalmente golpeada por otra. Y volvemos a la misma trampa de siempre: como ya lo ponen en YouTube pues los listos lo recuperan para emitirlo sin mayor cargo de conciencia en un horario en el que, se supone, está protegido para los niños. No hace mucho que avisamos desde estas líneas del peligro de que esos programas de lucha libre que han proliferado de manera escandalosa por casi todas las cadenas acaben con siendo copiados por la chiquillería como si tal cosa. Algunos dirán que esos programas van en broma. Que los golpes son ficticios y que todo es puro teatro. Puede ser, pero los niños que vieran las imágenes de la salvaje agresión a la joven justo a la hora de comer, ¿que tienen que pensar? Una sociedad desarrollada, además de serlo, tiene que poner en evidencia este tipo de espectáculos que mantienen la violencia como norma social y la justifican con cada programa. Hay cosas inexplicables: que sigan sembrando larvas de violencia en la tele es algo tan inquietante como esos anuncios de la DGT echándonos la culpa de todo, que ya es decir.

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