Efecto mariposa

Aquello de que «cuando una mariposa mueve sus alas en Asia podría estar provocando un huracán en América» en televisión ocurre al revés. El huracán que supone la huelga de guionistas en América no termina de provocar catástrofes en el resto del mundo. Europa depende de la oferta audiovisual de América pero todavía nos llevan una temporada de adelanto y aquí nadie termina de verle las orejas al lobo. Pero no nos engañemos. No hay más que echar un vistazo a los éxitos televisivos para ver que en su mayoría vienen de ese lado del Atlántico. Las principales novedades tienen su origen en una industria que, aunque poco y mal, apuesta por sus guionistas. La huelga de los inventores de historias, de frases, de diálogos es un tema emocionante a nada que le analicemos sus posibilidades. ¿Se imaginan que la serie Friends tuviera que volver al lenguaje del cine mudo y que House transcurriera efectivamente sin más conflicto emocional que el planteado por las imágenes o que CSI sumergiera todo el suspense en el silencio o que la voracidad de los diálogos de Mujeres desesperadas se redujera al estilismo de sus trajes? ¡Menudo desastre! Pero ojo: podría ser la solución a esos programas basados en el cotilleo, en el hablar por hablar. Lo malo es que no sería el final para esos pelmas que siempre están largando mal de la gente tipo María Patiño, Jaime Peñafiel o Lidia Lozano, por poner sólo tres ejemplos. Gentes que no necesitan guionistas porque su incontinencia les basta para hacer 20 horas de TV en directo. De momento, el huracán de la huelga de guionistas en América ha provocado una suave brisa en nuestra televisión. Es posible que alguien se esté frotando las manos. Si las producciones americanas no llegan por aquí ya habrá gente diseñando una programación que ocupe 12 horas de fútbol y otras doce de chismorreos.

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Aquello de que «cuando una mariposa mueve sus alas en Asia podría estar provocando un huracán en América» en televisión ocurre al revés. El huracán que supone la huelga de guionistas en América no termina de provocar catástrofes en el resto del mundo. Europa depende de la oferta audiovisual de América pero todavía nos llevan una temporada de adelanto y aquí nadie termina de verle las orejas al lobo. Pero no nos engañemos. No hay más que echar un vistazo a los éxitos televisivos para ver que en su mayoría vienen de ese lado del Atlántico. Las principales novedades tienen su origen en una industria que, aunque poco y mal, apuesta por sus guionistas. La huelga de los inventores de historias, de frases, de diálogos es un tema emocionante a nada que le analicemos sus posibilidades. ¿Se imaginan que la serie Friends tuviera que volver al lenguaje del cine mudo y que House transcurriera efectivamente sin más conflicto emocional que el planteado por las imágenes o que CSI sumergiera todo el suspense en el silencio o que la voracidad de los diálogos de Mujeres desesperadas se redujera al estilismo de sus trajes? ¡Menudo desastre! Pero ojo: podría ser la solución a esos programas basados en el cotilleo, en el hablar por hablar. Lo malo es que no sería el final para esos pelmas que siempre están largando mal de la gente tipo María Patiño, Jaime Peñafiel o Lidia Lozano, por poner sólo tres ejemplos. Gentes que no necesitan guionistas porque su incontinencia les basta para hacer 20 horas de TV en directo. De momento, el huracán de la huelga de guionistas en América ha provocado una suave brisa en nuestra televisión. Es posible que alguien se esté frotando las manos. Si las producciones americanas no llegan por aquí ya habrá gente diseñando una programación que ocupe 12 horas de fútbol y otras doce de chismorreos.

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