Vacas o bailas

ATENCIÓN, pregunta. Nombre de concurso entretenido, un clásico para muchos, conducido por un presentador que dice a todas horas ser de Bilbao y que, para otros, es una pachanga sin pies ni cabeza, presentada por un tipo que habla al espectador como si fuera un niño de cuatro años. Correcto. ElGrand Prix. Se decía que por fin desaparecía. Pese a su relativa popularidad no crearía mayor problema superar el verano sin la vaquilla, los batacazos y las explosiones de patatas calientes repetidas para hilaridad de mocosos y descerebrados. El problema es la alternativa. Se trataba de Empieza el espectáculo, hasta que han dimitido sus responsables. Otra vuelta de tuerca al tornillo de que bailen y canten los famosos. Y claro, entonces, elGrand Prix aparece como el gran programa de entretenimiento que no puede faltar en verano. Conducido por Ramonchu, un comunicador ameno y fenomenal que tiene a gala ser de Barakaldo o por ahí. Desde TVE se han puesto como meta que a todo el mundo le guste el baile. Que aprobemos la asignatura pendiente de baile agarrao sin dar pisotones a la pareja. Si me juran hace tres años que la mayor aportación de esta tv pública sería la de popularizar el mambo, el merengue y la bachata, pues diría que no, que no era posible. La realidad es muy necia. Después de recuperar un poco de credibilidad, eso sí, en los informativos, los nuevos directivos del ente público se han lanzado a la divulgación de estos bailes como si su verdadera vocación estuviera en el un, dos, tres, cha, cha, cha. No se sabe qué será este verano de la audiencia de TVE sin vaquillas ni tortazos, pero si finalmente prospera el concurso Empieza el espectáculo, el nivel de bailes en las verbenas de las fiestas patronales puede ganar enteros. Sus responsables más que bailar lo que han hecho es dimitir. A que vuelve Ramón con sus vacas…

Se ve, no se ve

MIENTRAS los críticos estábamos ocupados echando bilis y buscando metáforas que estuvieran a la altura de la regia muerte de Rocío Jurado, otros estaban haciendo caja. Entre tanto romanticismo va y se cuela de rondón el acuerdo entre La Sexta y Cuatro para repartirse el pastel del mundial. Sin ánimo de querer ser duro con estos dos medios nuevos, tienen que comprender que tanta improvisación suena a cachondeo. Vamos a niño rico que paga el autobús con un billete de 500 euros. Un puro dispendio. Todo el efecto positivo que podía tener el retransmitir un mundial lo dilapidan por no haber calculado que, técnicamente, era imposible que llegaran. Lo que sí ha quedado plenamente palpable esta semana es que los programas futbolísticos más que populistas son directamente barriobajeros. Parece como si intentaran imitar a los periódicos que son los que funcionan. Son programas salseros en los que se confunde imaginación con aportación de ideas absurdas. Pero es tal la cantidad de datos que produce el fútbol; tal la cantidad de aficionados atraídos por este deporte que siguen todas las informaciones como si fueran verdades reveladas. Da igual. Cuando hay liga es la liga, cuando no, el mundial y si esto no es suficiente pues se tira de los fichajes. El caso es que siempre hay gente dispuesta a escuchar todas y cada una de las imágenes que tengan al fútbol como protagonista. La reaparición de Diego Armando Maradona en Maracaná de Cuatro fue un ejemplo de lo poco que tiene que ver el ambiente futbolero con la realidad. De un lado porque el fútbol en directo, es decir, en el campo, es como una juerga total en el que los individuos desdoblan su personalidad como se cuelgan una bufanda. En el tema del fútbol como en los funerales folclóricos, todo vale.

Uve de vergüenza

SORPRENDE el decoro que muestran algunos sobre el tratamiento exagerado de la agonía de Rocío Jurado. Será tema también de tertulias refinadas y, si me apuran, se estudiará en las facultades de periodismo hasta llevarlo a todos los ámbitos posibles. Unos insensatos han convertido la televisión en un producto que ofrece la crónica de una muerte anunciada. Cientos de periodistas cuya misión imposible es la de tomar posiciones ante las tapias de una urbanización, contabilizar el número e identidad de los coches que salen y entran, prestar atención a los movimientos de los visillos, interpretar los restos de las bolsas de la basura y batir el récord de espera. Mano de obra barata utilizada para las conexiones en directo con tal de coger boletos que ayuden a conseguir el pleno de la exclusiva en directo: Rocío ha muerto en nuestro programa. Incluidos los informativos, todos participan en el macabro juego de anunciar en directo la muerte de una folclórica. Los espectadores asistimos a este espectáculo entendiendo que tanto despilfarro de medios será algo normal. Y eso que no hace falta ser ningún experto para adivinar que, como ocurrió con Encarna Sánchez , lo peor, lo más exagerado, las informaciones más escabrosas de todo este espectáculo, están todavía por llegar. La máquina de la verdad vuelve a Antena 3. Ahora se llama La hora de la verdad . Pues puestos a modificar le podían haber llamado La hora de la vergüenz a. Pura pornografía sentimental mezclada con montajes indignos. Confesiones obscenas y mentiras al descubierto delante de un público de millones de personas. La decisión de todos estos individuos de presentar su intimidad de cara a la gente debería estar regulada por la Justicia. Alguien debería velar por los daños irreparables que se infligirán ellos y, lo peor, a sus allegados.