
Los barrotes rojos
Por dentro
Son dedos de trol
Por fuera verdes
También son
Dedos de
Trol
He inventado un banco
Que se llama debajo
Del colchón
Los barrotes rojos
Por dentro
Son dedos de trol
Y tú y yo somos
Nada
El uno para el
Otro
Los barrotes rojos
Por dentro
Son dedos de trol
Por fuera verdes
También son
Dedos de
Trol
He inventado un banco
Que se llama debajo
Del colchón
Los barrotes rojos
Por dentro
Son dedos de trol
Y tú y yo somos
Nada
El uno para el
Otro
Hizo viento
y se voló a los rosales.
(La piscina hinchable)
Hay una chica
que da de comer a los gatos,
y no la conozco,
y creo que está desequilibrada,
pero sabes qué,
me da igual.
Rozo mis dedos entre los barrotes
y pienso.
No es todo tan perfecto.
No hace falta jugar todo el tiempo.
Un tren puede ocultar otro tren.
Un folio manchado de salsa
de tomate muuueola
musso.
Dionisio era
barrendero y por eso
nunca tiró papeles
al suelo.
Indolencia es igual a pereza.
Imagina controlar el aire.
Sería la ostia.
Imagina controlar el tiempo.
Imagina controlarlo todo
desde una moto
de costa.
¿Moto de costa?
¿Se correrían los amantes?
Los niños pequeños pisan las tumbas de los muertos.
Soy una macedonia borracha.
Si pones idiota en Google
te sale Donald
Trump.
Sólo me importas tú.
Me gustó en el barranco,
díselo al Eloy.
Dile cómo miran los niños a las personas.
Dile cómo lo hacen sin disimulo
tanto rato seguido.
Se oye una batidora en el rellano.
Se oye pisar un clavo.
Díselo al Eloy.
Dile que andando se puede llegar al hayedo.
Dile que su miedo ensucia el aire.
Dile que
que te digan que
eres un ángel pone
la carne de
gallina.
Piensa una
gaviota mirando el mar.
Mirando el mar se me alarga el pico.
Mientras, sus compañeras de vuelo
beben agua de una piscina
vacía.
Piensan las gaviotas en la playa.
Son jóvenes, les hace gracia
jugar a voleibol.
Y en la calle, cerca de un charco negro,
dos gaviotas se disputan a
picotazos el cuerpo
de una paloma
muerta.
Ya no tienen ni pies ni cabeza.
Ya no tiene mi cabeza pies
ni mis pies cabeza.
No tienen ni mis pies ni mi cabeza
ni pies ni cabeza.
Me levanto y observo el golpe
que le han dado
a mi coche.
Y me da rabia.
Y me da rabia porque
nadie lo ha visto, y me refiero
al golpe, y no me refiero al coche.
A mi coche la gente lo ve
tan a menudo…
Es verde.
Es pequeñito.
Es un coche de antes
de que fuera raro ver gente
con paraguas por
el sol.
Somos,
éramos aspersores
borrachos, drogados.
Éramos gente.
Éramos la pisada de un gigante.
Éramos seres microscópicos.
Nos preguntaron.
A mí, me preguntaron.
¿Te gusta la caca?
No.
Y nos contestaron.
¿Cómo lo sabes si no
la has probado?