Hoy me siento helado de nata
en la nevera, frío, muy frío
pero no helado.
Hoy me siento líquido
extraño.
Hoy me siento helado de nata
en la nevera, frío, muy frío
pero no helado.
Hoy me siento líquido
extraño.
Nunca he ligado en Indara
porque si veo cipreses a lo lejos
veo cementerios,
porque pongo puertas al camping,
bosque,
monte,
campo,
porque soy pelota de ping-pong,
porque siempre necesito llevarme algo,
porque dentro de poco seré inmortal,
porque hace mucho que no chupo una pila de petaca,
porque sólo he podido encender el Papá Noel,
por mi gran amplitud térmica,
porque hay placa entre mis dientes y encías,
porque no acaba de salir el nuevo disco de Bustamante,
por tener todas mi redes abiertas,
porque la función televisor inactivo a standby
apaga mi televisor.
Nunca he ligado en Indara porque de
guapo era guapísimo y porque
Juan Carlos I siempre
será mi rey.
Esperaba desde lejos
y cruzaba el paso de peatones
con su cami azul marino, conocido de
toda la vida, admirado de sobra
por-sus-aficiones.
Admirado en los ochenta, admirado con sus amigos
fumando-y-robando-la-pasta o ligando con alguna
chica en las escaleras de la
sala Carlos III.
Admirado porque caminaba solo, porque siempre
lo hacía y porque se sentaba solo y no
jugaba-ni-se-peleaba.
Antes he visto un
coche de policía en el monte
haciendo no se qué, antes lo he visto
y he supuesto que parado en
alguna carretera lejana.
Más tarde en Ororbia he
visto cómo se agitaban trece bombillas
y cinco minutos después casi
atropello un gato.
De pronto he supuesto que a siete kilómetros
le había dado a un turista un tirón en la
rodilla subiendo unas escaleras de
papel, y que no caminaba recto,
y que no estaba muerto
del todo.
No sabes por qué pero
siempre has querido ser un
dragón,
pero vives en un agujero en el barro
cerca de un árbol, pero sigues queriendo
ser un dragón.
No te preocupes demasiado,
como dije una vez, el cubo azul sigue debajo de
la mesa marrón.
¡Ay el cubo azul!
El cubo azul no tiene patas para salir por patas
pero la mesa marrón sí que las tiene,
canta una canción, vigila tu mesa,
vigílala la la de cerca.
Una torre
de palés en llamas
despide un año más
el año,
y yo sigo queriendo mi
calabaza de Halloween de
año nuevo,
y yo sigo huyendo de mis lesiones,
y yo sigo bebiendo antes de
brindar.
Tengo mucho hambre y mucho sueño,
hace un bonito día para ir
andando hasta el
cementerio,
y el cubo azul sigue debajo
de la mesa marrón.
No te preocupes
porque debido a la niebla
no he podido verte de compras un
día festivo.
Iba pensando que yo
era el Doctor Emmett Lathrop Brown
y que conducía de noche a Hill Valley para solucionar
el tema de Martin Seamus McFly y su familia
en el futuro.
Dios mío,
mira qué contento
camina con su aguinaldo
y balancea su bigote de lado a lado,
camina tan contento que casi sale volando
con su puto aguinaldo.
Mira qué contento camina, ha rozado
cuatro piruletas con el hombro
y ni siquiera lo ha notado.
Prefiero ser yo aburrido y sentado
en un banco tres horas haciendo
un charco de lapo gigante y
rezando a Robocop.
Tan solita vive
la garza entre los juncos,
lejos de Cortylandia, lejos de
todos los gremios.
Tan solita y tan feliz se acicala
entre la sombra de una
piedra y una
planta.
Una puerta
de La Casa de las Carcasas
chirría mi nombre completo y la
misma pulga de siempre
chupa mi sangre.
Ya estoy
cansado de que todo
salga según lo previsto, hoy la cosa
va de mangueras.