Pura magia,
la belleza descansa,
lucerito del alba, millones
de piedras blancas
reflejando en
la orilla,
y era una bolsa de Gublins.
Pura magia,
la belleza descansa,
lucerito del alba, millones
de piedras blancas
reflejando en
la orilla,
y era una bolsa de Gublins.
No hay
luz sin oscuridad,
todo brilla mejor si roza la penumbra,
seis años de noche y dos años de día, escaleras
negras en el bosque, la luz es un anticipo que se cuela
entre los árboles, la lucha es
amabilidad.
¡Saltad una madriguera!
¡Lanzad un pico de pájaro!
Diferentes respuestas para:
¿Puede bajar del coche caballero?
1- ¿Tengo pinta de jinete?
2- ¿Voy a caballo?
3- Caballero, Caballero, Caballero, ponche Caballero.
4- Caballero, Caballero, caballero, me gustas Caballero.
5- Mira, mira chiquita, el sabor que yo mas quiero.
6- Suave dulce rumbita en mi copa Caballero.
Una tonta
mañana que se detiene,
una tonta mañana de invierno
detenida en el cielo.
¿Qué se le puede pedir?
No se le puede pedir nada, si la pisas es tuya,
un billete o lo que sea, si lo pisas es tuyo,
un camino, tu destino, si lo pisas es
tuyo.
Por eso estoy aquí, en el polígono industrial Mocholí,
esquivando nubes con las manos, dando patadas
a la gravilla y sintiendo el placer
de que sí,
de que por fin una tonta mañana
de invierno me
pertenece.
Cuando empieza a llover,
y todo se desmorona,
cuando los accidentes ocurren,
o pueden ocurrir todo el rato,
el simple atropello diario,
la lluvia dentro de casa,
un colchón usado,
pedalear,
hacerlo sin manos,
todo esto,
una tarde cualquiera,
una tarde que por lo que sea,
te duele la cabeza,
porque no es una buena tarde,
es mejor apuntarlo todo en una libreta,
es mejor cruzar por los pasos de cebra,
y pensar un cuchillo clavado en la cama,
y pensar dinero robado,
y pensar cepillos de dientes,
y rotas todas las pantallas.
Se rompe una
ventana y pongo un plástico,
qué más dará, si me pierdo me invento
un mapa en el suelo, si no sé a
dónde ir me imagino una
cama y un escritorio.
Así lo soluciono todo, me levanto cada noche
sin saber qué noche me levanto, y pienso
un mapa en el suelo, y miro mi cama,
y destrozo mi escritorio.
La perilla de candado está de moda, lo peor
ha pasado, nunca lo recuerdo como
nunca recuerdo el piso de
ningún edificio.
Todo lo que lees se puede cantar,
todo es la letra de una canción
que acabo de inventar,
cierra los ojos y
acaricia
mi guitarra.
Una bolsa de basura se mira en el espejo,
se siente tan obtusa,
tan llena de nada,
mientras,
los patos se pelean en la orilla del río,
se pelean por cada trozo de
tierra que consideran
les pertenece.
A veces la vida es como una
mismísima patada en
el trasero,
a veces la vida es un bote de aceite
usado que se derrama en el
suelo de la cocina en
forma de charco,
un charco viscoso que pisas
y te hace resbalar
de cabeza.
Cuando ya no me sirva para nada
la cafetera, si no es mucha
molestia, me gustaría
ver esparcidas mis
cenizas fuera de
los muros del
cementerio
de mi pueblo.
Esparcidas en ese jodido hueco que
teníamos reservado para
nuestro perro.
Seguro que los atardeceres desde allí son preciosos,
y el sonido de los coches, y el viento del valle
muy suave, como para dejarse
arrastrar.
He llegado volando
a una especie de nido
hecho de rocas y ramas,
escupo desde lo alto, estiro mi cuerpo,
aquí arriba me siento bien,
pero tengo que tener cuidado, un buitre levanta sus alas,
creo que no le gusto, el viento mueve ráfagas
de plumas y polvo, desorientado
me lanzo al vacío.
Sigue la pista que
indica ese chorbo de pelo largo,
tiene pintura en los brazos, tiene costo
en un chivato.
Mira en el cielo, un punki espitoso toca
el yembé cerca de una nube,
cerca de una pluma
de pájaro.
Lo mejor y más ligero en una maleta
de ruedas, me despido con los
ojos cerrados y pelando
naranjas.