Se parecen mucho entre sí
las zonas hospitalarias.
Son tal para cual.
Obtén esta imagen.
Cruza la claraboya y dime si se parecen
mucho entre sí las zonas
hospitalarias.
Se parecen mucho entre sí
las zonas hospitalarias.
Son tal para cual.
Obtén esta imagen.
Cruza la claraboya y dime si se parecen
mucho entre sí las zonas
hospitalarias.
Salta, ríe, llora.
Prepara una red aérea
que nos vamos a cazar mariposas.
Veo una columna proyectada en la pared.
Está hecha de luz de largo pasillo.
Roza la puerta y el armario.
No soporta el techo
de cristal checo.
Despide colores en todas direcciones.
Brilla como si fuera una piñata
mexicana.
Porque como todos sabéis las piñatas mexicanas
brillan y despiden colores en
todas direcciones.
Nadie me ha concedido el privilegio,
me lo he concedido yo solito.
Yo solito soy el encargado
de tocar el bombo
de aplaudir
de gritar
como un loco a las ocho.
Necesito cubrir esa función que nadie me ha regalado.
Yo solito he decidido ser a las ocho
el encargado.
Un haz de luz rosa cruza mi pasillo.
No lo he visto, me lo he
imaginado.
No digo nada
que no sea verdad.
No describo porque no
quiero añadir delirio al delirio.
Madanela no se llama Magdalena.
No lo he dicho yo, me lo ha
dicho ella.
No puedo escribir en verso pero
puedo despepitar y cortar
un pimiento.
No es por salud, es que no rimo bien.
Puedo estar mirando una planta toda la tarde
y no verla crecer.
El culpable
de todos tus males
se llama grueso de la población,
se llama colectivo.
Te toman el pelo.
Te dicen sólo hay pochas
y repites pochas, pero luego hay
más platos.
Te toman el pelo.
Te dicen se suspende la Navidad
pero nunca cierra
El Corte Inglés.
(Caldo casero Gallina Blanca patrocina este espacio)
Desmontando un reloj encontré
la bebida espirituosa que
tanto buscaba.
Dentro de mi celda yo era el porterito,
el borracho único, y tú sólo el
recuerdo de una caja
de cartón.
Acerqué mis labios al licor.
Hice como hacen los borrachos que
han perdido el pulso
por vivir.
Pude ser el mejor por unos instantes,
el seductor de gallinas, el actor,
el chico de los recados de
un cocinero manco.
Pero de nuevo fui yo.
El porterito,
el borracho único,
y tú sólo el recuerdo de una caja
de cartón.
Mi primo mató un pavo real.
Sería buena señal de que todo iba bien.
Tout va bien. – Dijo un francés de Madagascar.
La incertidumbre y las preguntas sin resolver
rondaban la cabeza de mi primo.
Pero se hizo la luz.
Pero se ató los zapatos.
Era una sensación de película de
ciencia ficción.
Primero un lazo y luego dos vueltas completas.
Su sentido común y las recetas de tres
abuelas malgaches hicieron
el resto.
¡Rosalía de Castro!
La noche del asfalto me ha descrito siluetas,
me ha descrito cuatro ciervos flacos
chupando la piel de un sapo.
Y en los cruces del sueño
me ha descrito cuatro
zorros blancos.
¡Rosalía de Castro!
La noche del asfalto me ha descrito niebla,
me ha descrito pájaros de picos
pardos.
Y en los cruces del sueño
me ha brindado
reposo.
Imagino arroz de ayer, imagino sopa de mañana.
Imagino que sopla de súbito el viento
y que ondea de súbito mi pelo
rubio platino.