Dejad lo que estéis haciendo ahora
mismo y soltad la pasta que
quiero un puto helado
de coco.
Dejad lo que estéis haciendo
ahora mismo y soltad
la pasta, el no ya
lo tengo.
Dejad lo que estéis haciendo ahora
mismo y soltad la pasta que
quiero un puto helado
de coco.
Dejad lo que estéis haciendo
ahora mismo y soltad
la pasta, el no ya
lo tengo.
Calor mucho calor.
Mosca mucha mosca.
Cansado muy cansado.
La ropa se seca muy rápido
y lloras viendo
la televisión.
Si colocas un trozo de hielo sobre tu cama
tu cama se queda helada, si caminas
de noche se oyen
las casas.
Calor mucho calor.
Mosca mucha mosca.
Cansado muy cansado.
Sabes por las noticias que
la charca de Pegalajar sigue llena,
te tumbas en la cama y te conformas
cuando me tocas un dedo de
la mano.
Perdón soy feo, pillo cacho.
Odio infinito a la de los perros.
Retiro animales muertos de la carretera,
el olor es insoportable pero para
compensar el hedor acabo
de comprarme una pala
de segunda mano.
Me gusta observar la basura,
me gusta lo que se oculta,
me gusta lo que se
refleja en los
charcos.
Me gustan de Saturno sus anillos
y me gustan mucho
los patos.
Canta un grillo dentro del coche,
mientras tanto una pequeña
dos alas atraviesa el cielo
despejado.
Se oculta lo que nunca tendré,
se oculta ignorante
detrás de las
montañas.
En la foto no parece
que haga
tanto calor.
Camión el viento a tu paso,
cerca del polígono
unos arbustos.
Cuando el tiempo apremia,
¿procede la poesía?
Camión el viento a tu paso,
cerca del polígono
unos arbustos.
Me gusta tu llavero,
no puede molar
más.
Me gusta piernas de zanahoria,
cuerpo de lágrima, cabeza
de canica y pelo de
remolacha.
Se chocaba de frente, giró el volante
hacia la izquierda y tiró del freno
de mano.
Pudo lavarse los dientes tumbado
en la cama mirando el
techo,
pudo palmarla montado
en su flamenco,
pudo llegar vivo a la casa de inabonos
y observar las calles impregnadas
de magnesio y las fundas grises
de los coches pero
no hizo nada.
El calvo, el de las gafas de sol
y el de la moto se toman algo muy tontos
en un bar de la esquina.
Una chica sentada en un banco dice
que le llovió
en Roma.
Alguien grita entre dos coches
¡Dame un euro!
¡Oye!
Así es mi barrio.
Me preguntó que sobre qué solía escribir
pero no le supe contestar.
Le dije.
Prefiero que me quemen.
Un triángulo de luz que se desplaza.
No puedo ir a devolver un libro a la playa.
La impotencia es un gran aliado
de la poesía.
Puede ser, nunca se sabe,
supongo que llegará el día que venda
todos mis libros.
Puede ser, nunca se sabe,
supongo que llegará el día que me gusten tus rodillas,
las mismas con las que acabas
de tropezar.
Puede ser, nunca se sabe,
no me apetece nada
investigar.