Autor: Txema Maraví Artieda

Hay pedos graciosos.

Hoy me he tirado uno en casa
y me he reído
solo.

Cuando no sepas qué hacer en Ghana,
no lo dudes, haz lo que te
de la gana.

Creo quel arroz que más me gusta es
el arroz blanco.
Y cuando digo blanco digo
blanco.

Arroz blanco sin más.

Y cuando digo esto pocho cebolla.
Por otro lado tengo el pollo bien salpimentado.

Nunca puede faltar
Tu mentón.
Mi mentón.

Pimentón.

Tengo ganas de echar la grava.
Como tú aquesta mañana.

Cierro la ventana.

Quel viento no sea un problema en mi casa.
Mando callar a la nevera.
Riego mis plantas.

Intento acordarme del infierno.
Intento acordarme pero no puedo.

¿Pregunto?
-Contesto.
¡Grito!
Sí, asiento.

Todo lo que hago es pensar.
Pienso en mí todo el rato.
De ti casi no me
acuerdo.

Mi vida.
Tu vida.
Su vida.
Nuestra vida.
Vuestra vida.
Su vida (la de ellos).

Son todas
tan aleatorias
como este mensaje de móvil
que se ha escrito aleatoriamente
en
mi bolsillo.

Febrr es rreee s seve ee cee es
ceree es e es evsxeef re f
a ver es de de f.
Exc. V te g c
Da ass
a

Si
cada
día te suena
más falsa esa voz
de los demás y más real
esa voz que suena dentro de tu cabeza… ten cuidado.

Esa voz que suena dentro de
tu cabeza tampoco es
del todo real.

Sólo es del todo real esa voz
de los que te quieren
de
verdad.

Haz lo que quieras después del verano
pero por favor celebra
el
final
del verano.

Aunque no te dejen.
Aunque te roben la cartera.
Aunque te rompan la cara en mil pedazos.

Celebra el final del verano con una danza.
Descoyunta sus demonios
bailando el
twist.

Me
reconcilio
con la ciudad podrida,
la ciudad turbia se redime.

Camino por su pasillo estrecho
y se rozan mis codos con
las paredes.

Me golpeo también los costados pero
sigo caminando.

Y es que no existe placer más enorme
que ayudar a la gente que
quieres.

Confío en todos menos en mí.

Yo lo hago.
Yo confío en ti.
Confía tú ahora en mí.

Empiezo el día bien.
Empiezo el día GENIAL.

Una tacita de té verde y una tostadita con mermelada.

Me siento en la mesa de la cocina
y observo la pared.

Mi vecino de pared taladra la pared.

Del otro lado parece tonto, no lo sé, no lo conozco.
Intento beber un trago de mi tacita de té pero al hacerlo
me
pego un
golpe en la encía
con el mango de la cucharilla.

Y de pronto el día se cruza.
Y de pronto pienso en ofrecer a mi vecino una rozochka rusa.

Una rozochka rusa es el cuello de una botella rota.

¡Zas!
¡Una rozochka rusa!
¡Así en todo el cuello! ¡A degüello!