
Me
gusta
el barro
pero no me gusta
lidiar con embarrados. – Dijo ella.
Te quiero. – Dijo él.
Te creo. – Dijo ella.
Y se separaron el uno del otro.
Como
una procesión
de burbujas salidas
de un cuerpo estampado contra un metal.
Como la nostalgia, como un charco diédrico al cubo.