Caminas
despacio y sin pausa.
Te cruzas con un extraño que sostiene
un paquete de jamón de pavo entre las manos
y una barra de pan debajo del brazo.
Todavía hay esperanza, piensas.
Tu ropa de cama está tendida y dicen que no va a llover.
No tienes nada que temer.
Tu pelo limpio parece más limpio en los extremos.
Aitana, estás tan guapa recién lavada…
Una pluma de pájaro se precipita en el suelo de la calle.
Arriba, en un tejano cercano, una paloma construye su nido.
Llevas tatuada en alguna parte de tu cuerpo una figura geométrica.
Yo te he inventado.
Ahora vives en mi mismo barrio.
Haz caso a tu inventor y padre
Aitana,
o no, o haz lo que te
dé la gana.