La poesía me gusta
porque la veo un poco extraña.
La poesía es como sacar la basura por la noche
en un barrio residencial, y ver un petirrojo muerto en el suelo,
y pensar:
Ese pájaro no volará jamás.
Lo mismo pasa con Faurecia.
Faurecia es una burra patilarga, fea como una flema.
Nadie quiere jugar con Faurecia.
Sentada en un banco parece
una jirafa montada
en bicicleta.
Pero lo que no sabe Faurecia
es que ella es poesía, y lo más bello
que ha existido en esta horrible faz llamada
planeta tierra.