Desde
aquel odioso regalo
no volví a ser el mismo.
¡Un libro!
Entonces empezaba a ponerse de moda
un gotelé más afilado,
más noventas.
¡Pgiu, pgiu!
Cada cosa que me pasaba,
cuando lloraba y no entendía nada,
acto seguido, dejaba de ser
el mismo.
Un día vi en la tele que un
vampiro mordía libros
y se alimentaba
de su
contenido.
Empecé a morder mis libros.
Empecé a morder
mis libros.